BerroAnotaciones/Tomo3/Libro1/Cap23

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CAPÍTULO 23 El Obispo de Nápoles Toma posesión De las casas de las Escuelas Pías [1646]

El P. Jerónimo [Coccia] de San Carlos, sacerdote napolitano, con el H. Antonio [Cannellas] de la Concepción, nacido en Nápoles de padres españoles, se convirtieron en cabecillas de una trama acordada para dejar la posesión de nuestras casas de las Escuelas Pías en manos del Ordinario del lugar, no por celo de mayor observancia, sino suponiendo podrían vivir con mayor libertad.

El día de la octava del Corpus Christi del año 1646, que fue el 7 de junio, habiendo yo ido con la mayor parte de los de casa a ver la procesión que aquella noche hacía la Nación española, los dos susodichos, fueron a caballo adonde el Revmo. Sr. Vicario General del Emmo. Cardenal Filomarino, Arzobispo, pidiéndole que fuera a tomar posesión de nuestras casas, sobre todo, de la Duchesca. No quería Su Señoría organizar esta empresa, tanto por temor a los Regios, al ejecutar el Breve sin su consentimiento, como también porque de Roma no habían recibido ninguna orden, ni visto el contenido del Breve. Pero los dos nuestros, que ya habían previsto este punto, habían conseguido, de la mejor manera, que les prestaran una copia del Breve impreso en Roma, y llevado a Nápoles por el P. Carlos [Pesau] de Santa María, que había llegado de Roma pocos días antes.

Aquellos dos nuestros presentaron este Breve al Revmo. Vicario General Piacenini; y por parte de los Regios les aseguraron que, si era aceptado por los mismos Religiosos, no pondrían otra dificultad, mientras la parte estuviera contenta.

Vino, pues, el Revmo. Vicario General, no espontáneamente, sino llamado y pedido por los nuestros, y requirió el acta a su Canciller. Entró en nuestra casa por la portería; fue a la iglesia, y tomó posesión, abriendo y cerrando la puerta de aquélla, solicitando acta particular de todo, en presencia de aquellos dos nuestros, y de otros pocos de casa que lo sabían, consentían, y quizá deseaban la actuación. Entre ellos estaba el P. Juan Lucas [di Rosa] de la Santísima Virgen, sacerdote napolitano, y el P. Marcos [Manzella] de la Asunción, sacerdote nacido en Casale di Napoli, ambos profesos nuestros. Éstos siempre habían fingido conmigo que estaban más que unidos para exigir los derechos de nuestra Orden.

Subió después el Revmo. Vicario, con su Canciller, a la casa, e hizo algunos actos de posesión. Al toque de campanilla, se reunieron en el Oratorio los Padres profesos que estaban en casa, a los que el Reverendísimo dijo: “Saben que el Sumo Pontífice ha deshecho vuestra Orden, y ha sometido a los Ordinarios del lugar a ustedes, los Religiosos. El Sr. Cardenal y nuestro Arzobispo me ha enviado a tomar posesión, y a hacérselo saber a vuestro Superior”. Y con otras palabras semejantes tomó posesión, pero nunca leyó el Breve, para no chocar o romper con los Regios, los cuales tienen autoridad Apostólica, para que no se pueda publicar ningún Breve o Bula sin su autoridad. Por eso, el Revmo. Vicario General no lo publicó nunca.

En la misma reunión el Reverendísimo añadió: “Su Eminencia podría por sí mismo nombrar al Superior, o sea, al Ministro de la casa, sin embargo se conforma con que los Padres lo hagan ellos, y Su Eminencia lo confirmará”. Dieron los votos los pocos que había de los nuestros, y, aunque la mayor parte de los votos fue a favor mío, es decir, Vicente [Berro] de la Concepción, sacerdote de Savona, sin embargo el Canciller o Notario, Calderini, que recogió los votos, hizo que Su Señoría nombrara al P. Marcos [Mazella] de la Ascensión, y lo confirmó de palabra, en nombre de Su Eminencia. Y con esto, se fueron, sin leer nunca el Breve.

Cuando terminó aquella procesión, yo volví a casa, y, aunque me contaron todo los sucedido, tal como había pasado. Muchos me animaron a protestar, tanto del proceso tomado contra la voluntad de los Regios, como de la orden Apostólica; o, al menos, de la elección hecha de forma no jurídica, ofreciéndose todos a mi favor. Mas yo, para no hacer ruido no quise moverme; al contrario, fui adonde el P. Marcos y lo reconocí por mi Superior. Con él, y con todos los demás secuaces suyos lo iba pasando con buena relación, para vencerlos en cortesía.

El Revmo. Sr. Vicario General, a los dos días fue a la otra casa nuestra, situada en las Fosas del Trigo, o sea, Fuor di Porta Reale; y del mismo modo, tomó posesión de aquella casa nuestra, sin leer ni publicar tampoco el Breve apostólico de nuestra reducción a Congregación.

Eligió, del mismo modo, al Superior, o sea, al Ministro. Y, aunque me parece que fue el P. Domingo [Tignino] de Dios, napolitano, sin embargo, no duró largo tiempo en dicho cargo. De este modo, nuestras casas quedaron sometidas al Ordinario. Los efectos son los siguientes.

Notas