Congregación de los sacerdotes seculares de las escuelas de Caridad
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Antecedentes
Es una Congregación de Derecho pontificio, aprobada definitivamente el 21-9-1835.
El 12-5-1797, bajo la presión de Napoleón Bonaparte, Venecia era invadida, y Venecia quedó envuelta en una gran miseria que repercutió fundamentalmente en la juventud. En ese contexto se va introduciendo gradualmente la obra de los hermanos Cavanis, Antonio Ángel y Marco Antonio. «Profundamente conmovidos -escribían al obispo monseñor Esteban Bonsinori en 1812- viendo el triste abandono en que vive la juventud, desprovista no sólo de educación y defensa, sino además en medio de perniciosos ejemplos y abandonada a sí misma...». Antonio Ángel (16-1-1772 - 12-3-1858) en 1794 viste el hábito eclesiástico y al año siguiente era sacerdote. Como tal asiste a los enfermos en el próximo hospital de incurables donde contrae la enfermedad, tal vez hidrargirismo, que por sus dolorosas convulsiones le haría sufrir toda la vida; pero su vocación era la juventud y a ella comenzó a dedicarse desde 1797. Marco Antonio (19-5-1774 - 11-10-1853) trabajó como funcionario público hasta que el 20 de diciembre de 1806 también se hizo sacerdote; quería dedicarse igualmente a la juventud. Tenía cualidades de organizador, y en la obra fundada por los dos hermanos a él le tocaba ser el abogado, el secretario, el viajante. Poseía una nada común confianza en Dios y gran sentido de culpabilidad y pecado; así, cuando las cosas no salían bien, se consideraba como Jonás en la barca.
Los dos hermanos iniciaron juntos la obra en común. A finales de 1797 en Venecia había niños pagando las consecuencias de la guerra. Antonio con la ayuda de su hermano Marco comenzó a instruir a algunos de ellos, gratuitamente, en su casa. Pero Antonio se sentía llamado a algo más. Consultó al P. Luis Mozzi, S.J. quien le sugirió la idea de fundar una congregación mariana según el modelo de las existentes en Roma y en Bérgamo. El 2 de mayo de 1802, él y su hermano, todavía laico, comenzaban la nueva pía asociación en su parroquia de Santa Inés. En pocos meses creció el número de los congregantes y su ejemplo cristiano cundió y estimuló a otras iniciativas semejantes en Venecia y fuera de ella. Pero al crecer en número observaron cómo junto a las necesidades espirituales había mucha necesidad material y grandes posibilidades, truncadas por las deficiencias, especialmente económicas. En aquel tiempo no existía una escuela pública donde pudieran asistir y adquirir una instrucción conveniente.
Pensaron entonces en abrir con la ayuda de bienhechores y de la congregación mariana una escuela; arrendaron dos habitaciones y el 2-1-1804 daba comienzo en Venecia la primera escuela gratuita. En septiembre del siguiente año elegían como patrono a San José de Calasanz, cuya fiesta celebraron por primera vez con sus alumnos. No se cree que en esta decisión interviniera escolapio alguno; sin embargo, pudo ser que los Cavannis tuvieran noticia de algunos religiosos afines a la Orden que trabajaban en una cercana ciudad, los sacerdotes de la Chioggia; pero la cosa no es segura. Lo que sí es cierto, que habiéndose puesto en contacto con tal institución consiguieron sus Constituciones. Sólo en 1821 entraron en contacto epistolar con los hermanos Francisco y Urbano Appendini de Ragusa, en Dalmacia. Por mediación de ellos llegaron al P. General, entonces Vicario general, Pompilio Cassella y obtuvieron la afiliación a las Escuelas Pías. San José de Calasanz pasó a ser el modelo; estudiaron su vida, profundizaron y asimilaron su espíritu y de sus Constituciones sacaron más tarde parte de su Regla. La fiesta del Santo se convirtió en centro de la espiritualidad y de la vida de la nueva Congregación.
La tarea educativa de los Cavanis quería ofrecer a la juventud solución a sus muchas necesidades, de ahí que tuvieron que ampliar la actividad. En 1806 compraron el palacio Da Mosto, con el fin de tener unos locales más espaciosos y dignos para las escuelas junto con lugares de recreación; y al mismo tiempo querían disponer de sitios aptos para que jóvenes y adultos hicieran ejercicios espirituales. En la práctica no consiguieron nunca tener una casa exclusivamente dedicada a este fin. A pesar de ello, los ejercicios espirituales fueron considerados como uno de los instrumentos más aptos para la educación, que daban por medio de la escuela y del oratorio cotidiano y festivo obligatorio. Y de tal manera estaban convencidos de ello que más adelante hicieron de ese medio uno de los fines de la Congregación religiosa.
En 1808 comprobaron los peligros morales a que quedaban expuestos los jóvenes cuando por una u otra razón dejaban los estudios para dedicarse a un oficio. Abrieron una tipografía a fin de que en ella aprendieran un oficio y pudieran ser acompañados hasta que hubiesen conseguido una madurez espiritual suficiente.
En septiembre de aquel año, con una decisión y confianza en la Providencia que les hacía superar toda dificultad, abrieron un hospicio para las niñas pobres; de este modo las apartaban de la miseria y del vicio.
En 1813 comenzaron un conjunto de publicaciones para la juventud, recogidas en dos colecciones: Biblioteca útil y agradable para uso de la juventud estudiosa (doce volúmenes pequeños). Y El joven instruido en el conocimiento de los libros (quince volúmenes pequeños). Para ayudarles en la época en que es necesario profundizar sobre los temas importantes, el P. Antonio comenzó las «conferencias de moral» y otras de tema bíblico. A ejemplo de San Vicente de Paul, iniciaron para los sacerdotes cooperadores suyos y para cuantos quisieran participar en ellas las «conferencias eclesiásticas», verdaderos retiros para el clero.
Pero los hermanos pensaron en el futuro. El desarrollo que las escuelas fueron tomando desde 1806, el favor con que las veían las autoridades civiles, los frutos que comenzaban a palparse fueron obligando a los dos hermanos a pensar sobre el futuro que debía tener tal empresa. En 1812 expusieron sus vagas ideas al patriarca de Venecia, Mons. Esteban Bonsignori, solicitando dos clérigos a disposición suya; pero cuando se dieron cuenta de que su presencia en Venecia, favorecida por Napoleón, era canónicamente ilegítima, no insistieron en sus peticiones y esperaron tiempos nuevos. En 1814 caía Napoleón y Pío VII volvía a Roma; se creyó que era el momento propicio para presentar al Papa su proyecto de nueva Congregación de sacerdotes seculares. Según el plan primitivo ésta debía ser una ramificación de la Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios fundada por San José de Calasanz, y debería llevar como título «Congregación de los sacerdotes seculares de la Madre de Dios».
Pero los tiempos no estaban propicios para que la Santa Sede pudiera aceptar nuevas fundaciones religiosas; y el Santo Padre alabó el celo de los dos Cavanis, pero les invitó a esperar.
En 1818 llegó el momento, cuando la política eclesiástica austriaca les ofreció la posibilidad de exponer un nuevo plan, que presentaron al gobierno por medio del patriarca de Venecia, Mons. Francisco María Milesi. En él aparecían dos Congregaciones: una masculina con el título «Congregación de los sacerdotes seculares de las Escuelas de Caridad»; y otra femenina para la educación de las niñas, con título análogo «Maestras de las Escuelas de Caridad».
El 21 de junio de 1819, el emperador de Austria, Francisco I, firmaba el decreto que aprobaba la Congregación masculina; el 14 de septiembre siguiente lo firmaba el patriarca Milesi. Los dos hermanos se dispusieron inmediatamente a alentar la nueva Congregación; adaptaron un inmueble muy modesto que llamaron con agrado «la casetta» y el 27-8-1820 el P. Antonio dejaba su palacio para habitar en aquélla con tres jóvenes y un hermano laico. Marco hubo de quedarse en casa para cuidar a su madre octogenaria.
El crecimiento de la obra resultó más lento de lo que se habría deseado. Sólo en 1834 pudieron abrir una casa fuera de Venecia, en Lendinara, cerca de Rovigo. Al año siguiente Marco fue a Roma para conseguir de la Santa Sede la aprobación definitiva, que obtuvo el 21 de agosto. Y el 16-7-1838, superadas todas las rémoras ocasionadas por el gobierno austriaco, el patriarca de Venecia, cardenal Santiago Monico, erigía canónicamente la Congregación de los Sacerdotes Seculares de las Escuelas de Caridad. Eran en ese momento ocho sacerdotes, varios clérigos y algún novicio.
Finalidad y espiritualidad
Las Constituciones de la Congregación afirman que el fin de la Congregación es primordialmente santificar a sus miembros, educar desinteresadamente a la juventud, sobre todo con la escuela, y dar ejercicios espirituales también a los adultos.
La escuela, tal como era entendida y llevada a la práctica por los Cavanis desde 1804, estaba integrada con un conjunto de medios aptos para cultivar en los jóvenes una piedad cristiana arraigada y crear, al mismo tiempo, ambiente de familia en el que pudieran llevar ellos más adelante su maduración. A este propósito escribían: «Puesto que las Escuelas de Caridad se han propuesto la finalidad de atender a la formación del corazón, los alumnos vienen considerados en ellas como hijos, y los maestros los atienden como padres; en esto consiste el carácter esencial del Pío Instituto». Debido a la vivencia de esta relación de padres e hijos, la escuela de Cavanis se ha distinguido siempre por ser como una gran familia; y en ello hay que poner la causa de los evidentes frutos que ha dado. El fin de los ejercicios espirituales sólo pudo ser llevado por los fundadores en parte, al tener que hacer frente en todo momento a las estrecheces económicas y a la escasez de personal. En su intención era un complemento y ampliación de la tarea educativa.
No existe duda alguna que la espiritualidad del Instituto tiene inspiración calasancia; pero al mismo tiempo denota el ambiente temporal y local del comienzo de la obra. Para comprenderla hay que leer el principio de gratuidad. La juventud -dicen- si es especialmente pobre tiene la necesidad de alguien «que se afane por suplir en cuanto sea posible la impotencia y descuido de tantos padres que no atienden a las obligaciones para con sus hijos». Ellos se sienten llamados a hacer de padres y a aceptar la paternidad espiritual por amor de Dios y con todas las consecuencias que de ella se derivan. Una vocación, así entendida, pide el sacrificio heroico, como en los fundadores. Pero ella se basa en el convencimiento cierto de la paternidad de Dios. Este principio básico sustenta todo el modo de ser y actuar de los religiosos del Instituto. Desde él surge otro: la disponibilidad de sí mismo en relación con la enseñanza.
Hay que añadir también el trabajo desinteresado que se convierte para el religioso y para la Congregación en un tesoro ascético, sin contar con el valor de testimonio y la importancia pedagógica. Pedagógicamente, pues, el desinterés fue querido por una parte como salvaguardia de la libertad moral de los maestros del Instituto contra cualquier clase de presión externa; por otra, como reconocimiento práctico del derecho de los alumnos a ser considerados todos iguales, sin distinción de casta y de familia.
Desarrollo.
Al comenzar el año 1984 la Congregación contaba con 103 religiosos, 82 en Italia y 21 en Brasil, sin contar los profesos de votos temporales y novicios. Y las obras y casas de Italia se encuentran: 7 en la región de Venecia, 2 en Toscana, 1 en Trentino, 1 en Lombardía y 1 en Roma. Si bien la Congregación está dedicada a la educación por medio de la escuela, oratorios, asociaciones piadosas y actividades extraescolares y deportivas, también trabaja en educación del ocio; para ello usa, al tiempo que para el deporte, dos casas alpinas; una en Sappada (Belluno) y otra en Asiago (Vicenza).
En el ámbito sacerdotal, si actúan como capellanes y asisten pastoralmente a grupos de fieles concretos, últimamente se han responsabilizado de una parroquia en Corsico, diócesis de Milán, donde los religiosos dedican un cuidado especial a la formación de la juventud, no sólo en la parroquia, sino también en cualquier escuela estatal.
Las escuelas regentadas por los miembros de la Congregación en Italia son: 6 escuelas medias inferiores comprendiendo 34 secciones; 3 gimnasios o liceos clásicos con un total de 16 secciones; 3 liceos científicos con 20 secciones; 1 escuela profesional con 9 secciones; y cuatros cursos de informática. Además hay dos escuelas medias donde miembros de la Congregación colaboran.
Tras esta enumeración, que representa la situación presente, las obras más importantes son:
- Instituto Cavanis de Venecia. Contó siempre con una población escolar numerosa; la reducción obligada por leyes estatales en cada una de las aulas exigió que la población de alumnos disminuyera durante cierto tiempo. Actualmente el instituto ha renunciado a las clases elementales y ha multiplicado las secciones de los tres cursos de «Escuela media», que han llegado a ser 21; se ha ampliado la atención al «Liceo científico» y los religiosos han podido atender a otros institutos católicos de la ciudad. El «Gimnasio liceo clásico» cuenta actualmente con diez secciones; el científico con otras 10; y hoy se ha añadido el curso de informática. En total los alumnos son más de 1000 y los religiosos que atienden 18.
- Casa de Lendinara (Rovigo). La abrieron los fundadores en 1834. Fue a iniciativa de un buen hombre. Arrastró una vida difícil en varias ocasiones debido ya al carácter del bienhechor, ya a las persecuciones levantadas por algunos habitantes de la zona, ya a la escasez vocacional. Así que dejó de existir a finales del siglo pasado. Sin embargo, los religiosos se granjearon la estima de las gentes, tuvieron escuelas medias hasta la quinta gimnasial y se cultivaron numerosas vocaciones sacerdotales.
- Colegio Canova de Possagno (Treviso). Fue fundado en 1857 viviendo todavía el P. Antonio Ángel. Fue el primer rector el P. José da Col, que durante veintitrés años rigió también la parroquia. En 1880 el P. General lo cerró, pero en 1892, ante las muchas instancias de los habitantes y del obispo de Treviso la Congregación lo volvía a abrir y mandaba al P. Vicente Rossi, quien le dio nuevo impulso. Al terminar la primera guerra mundial hubo que reconstruirlo casi totalmente por los muchos desperfectos que había sufrido. Se debe al P. Agustín Zamattio el mérito de la obra y de haberlo levantado como institución educativa; con el tiempo, el internado del colegio adquirió una estima y confianza por la seriedad en el trabajo y el aprovechamiento de los jóvenes. Actualmente cerrado el internado se atiende a un gran grupo de medio-pensionistas. Respondiendo a las nuevas exigencias está abierta una escuela profesional para empleados de hacienda y cursos de informática.
- Casa del Sagrado Corazón en Possagno. Dedicada a ejercicios espirituales, fue fundada en 1936 como complemento de la tarea que se hacía en la Congregación y siguiendo el deseo de los fundadores. La construcción está levantada en un lugar ameno. Tiene una cabida de 45 personas y está abierta todo el año. A su lado se halla el noviciado para Italia.
Junto con estas casas habría que reseñar:
- Colegio internado Cavanis en Porcari (Lecce) con escuela media (1922)
- Seminario menor en Possagno (1923)
- Seminario menor en Lévico (Trento) (1946)
- Instituto Cavanis en Roma con escuela media (1946)
- Marianum Cavanis en Capezzano-Piànore (Lucca) con liceo científico e internado (1953)
- Escuela profesional Cavanis en Chioggia (Venecia) (1954)
- Seminario menor en Fietta (Treviso) (1958)
- Escuela media Cavanis en Solaro (Milán) (1962)
- Parroquia de San Antonio en Corsico (Milán) (1969)
- Internado Cavanis en Asiago (Venecia) (1970) para escuelas medias superiores
- Colegio Santa Cruz en Ponta Grossa (Paraná-Brasil) con seminario, noviciado, dirección de la catequesis diocesana y pastoral universitaria (1968)
- Parroquia en Ortigueira (Paraná-Brasil) (1970)
- Parroquia en Realeza (Paraná-Brasil) (1972)
- Parroquia en Pérola de Oeste (Paraná-Brasil) (1974)
Superiores generales
Persona | Año |
---|---|
A. Ángel Cavanis | 1820 |
Victorio Frigiolini | 1852 |
Sebastián Casara | 1852 |
J. Bautista Traiber | 1863 |
Sebastián Casara | 1866 |
Domingo Sapori | 1885 |
José da Col | 1887 |
Juan Chiereghin | 1900 |
Vicente Rossi | 1904 |
A. dalla Venezia | 1910 |
Augusto Tormene | 1913 |
Agustín Zamattio | 1922 |
Juan Rizzardo | 1928 |
Aurelio Andreatta | 1931 |
Antonio Cristelli | 1949 |
Joaquín Tomasi | 1955 |
José Panizzolo | 1961 |
Orfeo Masón | 1967 |
Guillermo Incerti | 1979 |
Bibliografía
- Cavanis, A.A. y M.A., Notizie intorno alla fondazione della Congregazione dei Cherici secolari delle Scuole di Carità. Milano 1838, 2.ª edic. Venezia 1967
- Zanon, F.S. I Servi di Dio P. Anton’Angelo e P. Marcantonio Conti Cavanis. Storia documentata della loro vita. Venezia 1925, 2 vols.
- Felici, I. Dal palazzo dei dogi alle scuola di Carità. Pisa 1952
- Dalla Santa, G. Cenni storici sui Cavanis segretari della repubblica veneta. Venezia 1902
- Chiereghin, G. Due eroi dell’educazione popolare. 3.ª edic. Venezia 1909
- Casara, S. Elogio funebre de M. P. Padre Antonangelo con. De Cavanis con aggiunta copiosa di note biografiche e storiche. Venezia 1954
- Anónimo (tal vez, Crepassi, A.) Cenni biografici del M. R. P. Marcantonio Cavanis, scritti da un suo estimatore e amico. Venezia 1854
- Salsi, A. Elogio funebre del P. Marcantonio dei conti Cavanis. Venezia 1853
- Galleto, B. / Conti Cavanis. Roma 1939
- Anónimo, Padri educatori. Venezia, Scuola tip. Cavanis 1950
- Puede darse más biografía en la misma Positio super introductione Causae et virtutibus dei due Cavanis prepara por el departamento histórico de la Sagrada Congregación para la causa de los Santos. Roma 1979.
Redactor(es)
- Aldo Servini, en 1990, artículo original del DENES I