FerrerSintesis/1SigloXVII/3Vida

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3. La vida religiosa escolapia

La restauración de la Orden no podía ser algo puramente jurídico o, quizá, un simple retorno a la situación anterior, ya superada en diversos aspectos. La reintegración era un reto para superar los viejos y casi endémicos males de las Escuelas Pías y también el intento de reducir al máximo las tensiones existentes desde los comienzos de la fundación.

La crisis de 1646-1669 había golpeado profundamente. Muchos abandonan su vocación. Pero la crisis fue un crisol que puso a prueba el ser escolapio y posibilitó que salieran a la superficie algunos problemas de fondo, como los que se enumeran a continuación:

a. Dificultades en conciliar la vida religiosa tradicional con el dinamismo nuevo y febril de la educación.
b. Definir la pobreza y la obediencia (ambas puestas a prueba durante esos años). La pobreza, por su relación con la expansión de la Orden, necesitaba una revisión (fundaciones, capacidad de poseer para sostener las casas de formación,etc.).
c. Redefinición del status escolapio "sacerdote-religioso-maestro".
d. Replantear de forma seria y estable el proceso de formación de los jóvenes escolapios, superando las negativas consecuencias de la precipitación formativa durante la época fundacional.
e. Superar la debilidad institucional y organizativa (competencias del P. General, Asistentes Generales, función de los Capítulos Generales,etc.).

Ya conocemos los intentos renovadores llevados a cabo por el P. General C. Scassellatti y su fracaso. Dos corrientes se afirmaron en la Escuela Pías: una que podríamos denominar tradicional (PP. García y Chiara, entre otros), defensora de la primitiva observancia calasancia; otra, que podríamos llamar innovadora, que pretendía adaptar la observancia religiosa a las necesidades prácticas del ministerio escolapio.

Se trataba de una opción de gran trascendencia para el futuro. Nadie pretendía atenuar la presencia de Calasanz, desde luego, pero cada vez era más evidente que una congregación apostólica debería tener unas estructuras más adaptadas a su misión.

Los vaivenes se sucedieron, como ya hemos visto, y los partidarios de la tradición, con sus recursos al Papa, bloquearon las posibles innovaciones.

Correspondió al P. General Carlo Giovanni Pirroni diseñar con claridad el programa de reestructuración de la Orden:

1º Potenciar la observancia regular, es decir, la vivencia de los votos, la consagración religiosa, como base indispensable de la misión y propagación del Instituto.
2º Clarificar la organización y robustecer las instancias de autoridad (Congregación General).
3º Establecer un plan de formación de los jóvenes escolapios, una verdadera "Ratio studiorum" adaptada a las necesidades de la misión calasancia.

Este esquema de gobierno con otros aspectos como el de la definición de la pobreza, recogían preocupaciones anteriores, pero el P. Pirroni y sus sucesores, entre ellos el P. Armini, corresponde el mérito de haberlo planteado con claridad y haberlo exigido en la práctica. Si la realidad, como se verá más adelante, no se ajustó a sus planes y más bien fue potenciando el carácter profesional de la enseñanza, hay que atribuirlo a otros enfoques y a otras situaciones ajenas a ellos. Pasemos ahora a examinar algunos temas de importancia para la vida religiosa.

3.1 La observancia regular.

a. Las Constituciones. Aunque no se publicaron oficialmente, se copiaban a mano, a veces resumidas. El P. Foci dio a conocer una "Sinopsis" de las Constituciones (1698). Era una especie de manual puesto al día de las leyes vigentes en la Orden. No tenía valor jurídico[Notas 1], pero sí práctico[Notas 2]. En el XVIII todavía eran conocidas[Notas 3].

Las Constituciones fueron constante referencia de los Capítulos Generales y de los PP. Generales. Alguno, como el P. Fedele, utilizó un cuestionario de 50 puntos sobre las Constituciones para hablar con los religiosos (sobre todo novicios y juniores) en sus visitas[Notas 4].

La observancia de las Constituciones, Reglas y costumbres fue una preocupación seria, ya que, acertadamente, creían que la vivencia de la vida religiosa era el fundamento de toda acción apostólica. Visitas, circulares, cartas, conferencias espirituales, avisos y reprensiones (con castigos, censuras, etc.) fueron los medios más utilizados por los Superiores para insistir en la observancia regular.

b) Votos. Sobre este tema contamos con un documento inapreciable[Notas 5]. Destaquemos algunos puntos y su evolución posterior[Notas 6].

Pone en primer lugar lo específico de nuestro Instituto: el llamado "voto de enseñanza" y distingue sus dos aspectos esenciales: Piedad y Letras, en estrecha relación práctica. Insiste en que este ministerio no se ejercerá bien sin una preparación o formación adecuada de los juniores. La importancia de este voto fue rubricada por el Capítulo General de 1683, al recordar que era perpetuo, frente a algunos que defendían su carácter temporal.

En cuanto al voto de obediencia, cree el P. Pirroni que es la misma esencia de la vida religiosa: "officium optimum ipsique Deo benedicto acceptissimum est illud, quod ipsae manus divinae nobis assignant et non illud, quod nos nobis aligimus"[Notas 7].

Al tratar del voto de castidad destaca su importancia en la educación.

El voto de pobreza es el más problemático. Según la doctrina de Trento distingue entre la capacidad de poseer del Instituto y los individuos. Subraya su dimensión comunitaria (no tener depósitos de dinero, vestido y comida iguales,etc.). En el asunto de la descalcez no la mitifica, pero recuerda lo mandado en los breves pontificios, aunque admite excepciones por el clima, la enfermedad, etc. Pide sencillez de vida, pero no miseria en las casas[Notas 8].

Se intentó resolver las cuestiones debatidas en torno a la pobreza[Notas 9], es decir, sobre la "incapacidad absoluta para poseer estos bienes, o herencias,etc.". Ya en 1659 se había quitado el adjetivo "suma" en la fórmula de profesión. El Capítulo General de 1686 pidió a Inocencio XI que la pobreza se interpretara según lo decretado en Trento[Notas 10]. El Breve "Exponi nobis" (1686) dice: "declaramos que la Religión o Congregación de las Escuelas Pías tiene capacidad de poseer a tenor del Sagrado Concilio de Trento". Esta resolución pretendía poner fin a las fundaciones precarias y a las insuficiencias económicas de las Casas de Formación. La misma Santa Sede ya exigía que no se autorizaran fundaciones sin una garantía de estabilidad económica.

Problemas como el de la descalcez, se zanjaron pronto[Notas 11]. Se insistió sobre la uniformidad del hábito[Notas 12]. Igualmente se recordó que se aplicara la pobreza al correo (entonces bastante caro), a los libros,etc.

c. Otros aspectos de la observancia regular[Notas 13]: oración mental y vocal; conferencias y capítulos de culpas; frecuencia de los sacramentos en los no sacerdotes; modo de celebrar la misa (rúbricas); cuidado de los lugares de culto; retiro, silencio, oración y estudio; apartamiento de los seglares; preeminencia de la caridad; fidelidad en las cosas pequeñas,etc. Valgo como resumen este fragmento de la citada circular: "Procure cada uno reformarse a sí mismo y privarse voluntariamente de aquellas cosas que sabe que son reprensibles e introducidas por el abuso, amor propio y fragilidad humana"[Notas 14].

A los Superiores les dedica una gran atención: deben ser los que cumplen con más empeño; no son tiranos (nada de títulos honoríficos); no imponer, sin más, penas: "el solo amor y deseo de la propia salvación deben ser estímulos suficientes para cumplir lo que espontáneamente han prometido al Señor"[Notas 15].

A los religiosos les recuerda su actitud básica: entrega plena a Dios. "Guiados por la cadena de Cristo, que es cadena de amor, deben sujetarse dulcemente al suave yugo de la religión"[Notas 16].

No deja de recordar a todos la devoción a la Virgen María. El "Sub tumm praesidium" es ya una oración típicamente escolapia.

La vida del escolapio, por su pobreza y exigencia, era dura. El ministerio también era duro. Hay varias observaciones en los Generales de la época sobre esa realidad fuerte y por eso insisten en el necesario descanso, el silencio, la sencillez, pero con un mínimo de comodidad de la casa,etc. La descalcez y el hábito indicaban una austeridad grande.

Desde la fundación hubo un notable rigor en el ayuno y abstinencia[Notas 17].

El ayuno, además de los días prescritos para la generalidad de los fieles, se tenía en las fiestas de Advientos, todos los miércoles y viernes del año (aunque los miércoles no fuera tan riguroso), las vigilias de las siete festividades de la Virgen (y cuatro días anteriores a la Asunción).

La abstinencia se practicaba los lunes y en los días de ayuno (tanto generales como particulares de la Orden). El Capítulo General de 1659 mitigó algo la abstinencia de los lunes y el ayuno de los miércoles.

Las prácticas penitenciales también tuvieron su importancia. El silicio (unas horas en los viernes y vigilias de las siete festividades de la Virgen); las disciplinas (en comunidad: lunes, miércoles y viernes); el Capítulo de Culpas (en comunidad).

3.2 La singularidad de la vocación escolapia.

El proceso de reorganización de la Orden, tras su restauración volvió a plantear y encauzar la singular opción calasancia (sacerdote, religioso y maestro). Hemos visto el fuerte impulso dado a la vida religiosa. Más adelante veremos cómo se planteó y vivió el ministerio escolar, que unía inseparablemente lo magisterial con lo sacerdotal.

¿Cómo surgió esta singular vocación escolapia? Tengamos presente que: 1º Calasanz era ya sacerdote cuando entró en contacto con la problemática educativa; 2º que esta vocación no fue un hallazgo teórico, sino que partió de la experiencia vital y apostólica. Su proceso histórico podría resumirse así:

a. Enseñar a niños pobres[Notas 18]: maestro.
b. Congregación secular sin votos (reglas y suma pobreza) con el objetivo de dar estabilidad a la escuela: religioso.
c. Unión con la Congregación Luquesa: contacto con religiosos "sacerdotes".
d. Congregación Paulina (1617): reúne los tres aspectos.
e. Orden de Clérigos Regulares (1621).
f. Capítulo General de 1637: los maestros serán clérigos o sacerdotes.

Con el tiempo, en la mente de Calasanz, los tres elementos adquieren una unidad vital y dinámica, no una simple amalgama. Se trata de un sacerdocio "especializado" en la enseñanza de la piedad y las letras[Notas 19].

Sin embargo, como ya hemos dicho, este nuevo y específico ministerio chocaba con formas religiosas de procedencia anterior (así la pobreza suma, el ser mendicantes,etc.), que fueron adaptadas por los Generales posteriores, aunque se sufrieran varios vaivenes entre las diversas corrientes ya descritas. San José de Calasanz se inclinó por lo más avanzado de su tiempo: ministerio sacerdotal especializado y dirigido a los niños y jóvenes. Era un verdadero "profetismo educativo"[Notas 20].

En el contexto de la teología del siglo XVII, deudora de Trento, el sacerdocio es una dignidad altísima por su vinculación a la Eucaristía y ser puente (pontífice) entre Dios y los hombres. Calasanz insiste en que esa dignidad debe ir unida a una profunda humildad. El sacerdote escolapio se dedicará a los niños, no lo "general" del ministerio sacerdotal (culto, predicación, sacramentos,etc.). El sacerdocio realza la dignidad del ministerio de la educación[Notas 21], precisamente en una época que no valoraba a los maestros.

En 1621 se alcanzaba el status eclesial de Orden de Clérigos Regulares. La condición de Clérigo Regular, novedad del siglo anterior, implicaba un ministerio sacerdotal, una misión apostólica bien organizada y apoyada por los aspectos esenciales de la vida religiosa. El carácter especializado de su misión da un fuerte sentido de cohesión y unión, aunque abiertos a todo el mundo y con gran movilidad, según la obediencia.

Las reformas de los PP. Pirroni, Armini y otros (pobreza, observancia regular, estudios) acercaron más a la Escuela Pía a su condición de Orden de Clérigos Regulares. El equilibrio práctico no fue fácil. Con frecuencia había excusas para no ejercer la enseñanza escudándose en la dignidad sacerdotal o en las necesidades de los fieles adultos. Otras veces, como veremos, prevaleció, lo pedagógico y profesional.

Con intuición clara algunos superiores, como el P. Pirroni, comprendieron que la formación adecuada de los novicios y juniores sería uno de los fundamentos de la consolidación de la vida religiosa y del acertado desempeño de nuestro ministerio, como veremos seguidamente.

3.3 La formación inicial: casas y planes de formación.

La Orden, ya desde sus comienzos, padeció unas carencias básicas en la organización de la formación inicial. Entre las causas hay que contar con la apremiante necesidad de personal para las numerosas fundaciones. La Orden restaurada en 1669 tenía estos problemas en el ámbito de la formación: falta de casas estables de formación; ausencia de recursos económicos para sostenerlas; no contar con formadores y profesores; escaso número de juniores; falta de un plan de estudios y formación.

La recta solución de estos problemas era muy compleja. Había que llegar a profundas modificaciones en el ámbito de la pobreza, por ejemplo, con el fin de poder poseer bienes raíces y asegurar el mantenimiento de las casas. Los Superiores Generales y los Capítulos fueron conscientes de estos problemas y trataron de darles solución adecuada en la segunda mitad del XVII.

a. Casas de Formación.

Su fundación y estabilidad preocupó siempre. Algunas, como la de Poli (1628), databan de los primeros años de las Escuelas Pías. La casa de Chieti (juniorato de las provincias de Italia), fundada en 1660, fue el primer esfuerzo serio en este sentido: superiores capacitados (el Rector fue el P. Angelo Morelli (1608-1685), buen religioso y científico; el Prefecto o Maestro fue el P. Pirroni). La casa contó con un grupo de doce juniores. El sostenimiento, siempre precario, se consiguió por los estipendios de misas y las contribuciones de las provincias.

Al año siguiente se establece en San Pantaleo (Roma) un juniorato interprovincial, con siete juniores seleccionados para el estudio de la Filosofía y Teología. El P. Pirroni (1673) será uno de sus miembros.

La creación de casas de formación se va produciendo con una cierta normalidad. Los núcleos esenciales están en Italia (Chieti, Cáller); Germania (Horn, 1664; Nikolsburg, 1665); Bohemia (Schlam, 1668).

A raíz de la fundación en España se tuvo muy pronto un pequeño noviciado y juniorato (Moià)[Notas 22].

Al terminar el siglo XVII las provincias ya tenían sus correspondientes casas de formación.

b. Organización interna de las Casas de Formación y de los estudios.

Los planes de estudio (Ratio Studiorum) se fueron perfilando desde la práctica y desde algunas normas compiladas, además de la legislación eclesial. Destacamos algunos de estos elementos:

"Reglas de los escolásticos" (1665)[Notas 23]. Eran normas elementales que insistían en puntos esenciales: el estudio debe ir acompañado de auténticas virtudes; el estudio es una seria ocupación; deben armonizarse la piedad y el estudio; se tendrá un plan de estudios progresivo con exámenes públicos.

"Ad propagandam in Religione Scholarum Piarum regularem observantiam"[Notas 24]. Este decretó determinó lo siguiente: número de casas para noviciados y junioratos; número de los que podían admitirse en cada Provincia; modalidad y materia de la prueba de admisión de los novicios y designación de examinadores; permiso para seguir estudios en el segundo año de noviciado; establecer junioratos de tres años, bajo la dirección de un Maestro de espíritu; establecer que las casas de formación estén bajo la inmediata jurisdicción del P. General.

Aunque este decreto sólo afectaba a Italia, sus disposiciones se fueron extendiendo a toda la Orden.

"Plan de estudios" (1681 y Capítulo General 1683). Fue preparado por el P. Pirroni. Comprendía los siguientes aspectos: Noviciado (duración de dos años; en el segundo año se estudiará gramática, aritmética y ejercicios literarios). Juniorato: 1ª etapa (dos años de Humanidades); 2ª etapa (dos años de Filosofía y Matemáticas); bienio de prácticas en la escuela; Teología (trienio). El paso de una etapa a otra exigía exámenes y testimonio escrito de buena conducta.[Notas 25].

c. Praxis: una realidad modesta.

La aplicación práctica de este plan y otras disposiciones, tales como la continuidad o no interrupción de los estudios, ya mandada por el Capítulo General de 1671, encontró serias dificultades: falta de juniores, pobreza de la Orden, escasez de religiosos preparados para formadores y profesores, urgencia de los colegios para incorporar a nuevos religiosos,etc.

Al igual que en otros campos, el P. Pirroni desplegó una intensa actividad para llevar adelante el plan de formación: mejorar la economía, construcciones nuevas, normas, profesorado[Notas 26], insistencia con circulares y cartas, promoción de los estudios de matemáticas, ciencias y literatura, recordar una y otra vez que la ciencia fundamental la alcanzarían en la contemplación de Cristo Crucificado; acendrada veneración por la doctrina de Santo Tomás de Aquino,etc.

Sus sucesores intentaron continuar su obra, pero a veces cedieron en algunos puntos, como el enviar a los colegios a los juniores sin terminar sus estudios.

Con todo fueron quedando algunas características propias de los escolapios en el ámbito de los estudios:

  • Seriedad de los estudios, con exámenes y academias públicas. Nombramiento de examinadores.
  • Control de los Superiores (visitas a las Casas).
  • Sistema progresivo: paso de una etapa a otra si se ha demostrado una preparación adecuada.
  • Importancia de la Biblioteca.
  • Discernimiento. Los que no pueden avanzar en los estudios, que se centren en alguna materia, por ejemplo aritmética, y la enseñen en las primeras clases.
  • Tomismo en Filosofía y Teología.
  • Disciplina en los estudios, incluso con castigos para los que no cumplan.
  • Importancia de las materias que después se van a enseñar en la escuela (aritmética, gramática, caligrafía,etc.).

3.4 Organización y gobierno de la Orden.

El largo proceso de reintegración produjo varios desajustes en la propia organización:

  • Falta de delimitación de funciones y atribuciones del P. General y los Asistentes Generales. Voto consultivo o deliberativo.
  • Interferencias de jurisdicción entre el P. General y el Provincial de la provincia Romana, por las casas de Roma, sujetas al P. General.
  • Duración del generalato (temporal o vitalicio).
  • Procedimiento para el nombramiento del P. General: interferencia de rescriptos pontificios con menoscabo de los Capítulos Generales.
  • Centralización del gobierno general y problemas con algunas provincias.

Algunas de estas cuestiones, como la relación P. General y Asistentes y la jurisdicción sobre las casas de Roma, significaron continuados recursos a la Santa Sede e, incluso, una cierta paralización del gobierno de la Orden en algunos períodos. El mismo P. Pirroni tuvo que batallar incansablemente para clarificar la primera cuestión, resuelta a favor del P. General, el cual no necesitaría para todos los asuntos el voto deliberativo, sino para algunos de mayor importancia. Precisar estos asuntos todavía llevó más de medio siglo.

Los Capítulos Generales (1659, 1665, 1671, 1683, 1686, 1692,1698 y 1700[Notas 28] tuvieron un marcado carácter electivo. Muchas de sus disposiciones no fueron otra cosa que fruto de corroborar con su autoridad lo que ya se venía haciendo o era propuesto por el P. General correspondiente.

Para los asuntos de cada demarcación se instituyeron los Capítulos Provinciales.

Las visitas generalicias fueron muy cuidadas, a pesar de las dificultades que representaban los viajes. Por sí mismos o por visitadores, conocieron la situación de las provincias de Italia, desde los primeros Generales; pero las de Europa Central sólo fueron visitadas por el P. G.F. Foci, a finales del XVII. El motivo fundamental de estas visitas era el examinar la observancia regular, las escuelas, el cuidado de las iglesias, culto,etc. Servían también para atajar abusos, corregir e impulsar un modo uniforme de vida escolapia. Entre otros asuntos, se preocuparon cada vez más por las casas de formación.

Las circulares y cartas particulares fueron un valioso instrumento de gobierno. El P. Fedele inició el registro de las cartas y documentos, haciendo constar el extracto o la copia misma de lo enviado. La temática más frecuente fue la observancia regular, los estudios, la admisión de novicios, problemas de jurisdicción,etc.

La Orden, al terminar el siglo XVII, presentaba un gobierno bastante centralizado, pero ya aparecían deseos de autonomía, como el caso de Polonia. Esta provincia ya había obtenido diversos privilegios, como el de presentar listas de candidatos para superiores. Esta tendencia disgregadora, alentada por la autoridad civil, triunfaría en el futuro.

Notas

  1. .El Capítulo General de 1698 no otorgó su aprobación, cf CO 2, p.5-6
  2. .CU 2 p.33-34; AU 4 p.27; G. Sántha:"P. Ioannes Franciscus Foci a S. Petro, octavus Scholarum Piarum Praepositus Generalis (1650-1699)" Ehp. Cal. 1963, p. 262 ss. y notas p. 273 y 274
  3. .Así L. Holstein las publicó en su "Codex Regularum", de 1759
  4. .S 9, p.35
  5. .Circular del 10 de julio de 1677 del P. Pirroni, vid. S 10, p. 78-86
  6. .S 10, p.24-31
  7. .Carta del 19 de noviembre 1681, en S 10 p.29
  8. .S 10, p.92, nota 73
  9. .CO 1 nº 145; DF p. 104
  10. .cap. III, sesión 25 sobre los Regulares
  11. .motu proprio de Alejandro VIII, 1690; cf S 11, p. 18-19 y 50-51
  12. .cf S 11 p. 19 y nota 45
  13. .cf S 10
  14. .S 10 p. 85
  15. .S 10 p. 85
  16. .S 10 p. 85
  17. .G 2 p.376-377
  18. .GI 2, p. 310 ss.
  19. .cf Mi 1 passim; Jesús Mª Lecea: "Ministerio especializado: el sacerdocio en las Escuelas Pías" AC n. 50 (1983), p.391-408
  20. .Jesús Alvarez Gómez: "Los religiosos, signos proféticos en la historia de España", en CONFER n. 104 (1988),p.597
  21. .ver su "Memorial" al Cardenal Tonti
  22. .Joan Florensa: "Primeros escolapios profesos en España y política vocacional (1683-1714)", AC n. 52 (1984), p. 585-609
  23. .Cf S 8, p. 88-89
  24. .Decreto de la Congregación de Regulares, 12 marzo 1676) (cf BRSP p. 69-74
  25. .S 10, p. 34-35
  26. .A veces algún no escolapio como el científico G. Alfonso Borelli, cf P. G.V. Stefani: "Memoria del célebre matemático Dott. Alfonso Borelli", RI n. 30, 1990, p.348-351; Wanda Morabito: "G.A.Borelli", ASP n. 12, 1982, p. 257-272
  27. .Rasgo importante de la tradición galileana, cf P 2).
  28. .Cf "Capitula Generalia Ordinis Scholarum Piarum a restituta religione, anno 1656", ASP, 1950, vol. IX, p. 3-17. Las actas están publicadas en MHSP 1936 ss.