General35/La situación política en Italia. Fascismo y II Guerra Mundial (1930-1945)

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La situación política en Italia. Fascismo y II Guerra Mundial (1930-1945)

El P. Del Buono, como la mayoría de los italianos de su tiempo, sentía una gran admiración por el fascismo y por su Duce Mussolini. Había puesto fin al desorden que siguió a la I Guerra Mundial, había dado ilusión al pueblo, había establecido con la Iglesia los Acuerdos de Letrán, devolviendo a la Iglesia la paz con el Estado Italiano. Mussolini devuelve durante unos años a los italianos el orgullo de ser descendientes del gran Imperio Romano. Un orgullo legítimo, que el P. Del Buono expresa en algunos de los apuntes de su Diario[Notas 1]. Todo su entusiasmo se desvanecerá cuando en el verano de 1943, tras el desembarco de los Aliados en Italia, el ejército italiano se disuelve, dejando el país en manos del ejército alemán. Escribe entonces el P. Del Buono en su Diario, el 10 de septiembre de 1943:

“La catástrofe de nuestra Italia es grande. Como un terremoto que hubiera durado muchos años, ha destrozado todo el país llevándonos a esta orilla ante un paisaje desolado de ruinas. Ruinas de todo tipo: de casas y de familias, de edificios y de economías sudadas y de monumentos. Todos vemos la profundidad del desastre. Tenemos un conocimiento del mismo perfectamente empírico, pues lo sufrimos personalmente, débiles actores y comparsas en el teatro de nuestras desgracias. ¿Cómo pudo Italia queda reducida a tales y tantas ruinas? Se dice que son las consecuencias de 20 años de fascismo: respuesta demasiado fácil o genérica, aunque sea verdadera, en la que se confunden las causas y los efectos y la responsabilidad de cada cual. Pues ¿quién dio efectivamente el poder al fascismo? ¿Cómo pudieron mandar durante tantos años? ¿Acaso la Monarquía, el Senado, el Parlamento, el Ejército, la Iglesia… no han convalidado de algún modo el sistema fascista?”

El 10 de junio de 1944 anota el P. Del Buono unas líneas más opotimistas en su diario:

“¡Después de cuatro años! El 10 de junio no es una fecha a recordar en la liturgia. Marca el crimen de un loco, el destrozo de una clase dirigente. Pero el 10 de junio de 1944 podrá ser una fecha luminosa en la historia de Italia si este pueblo, tan probado ya, sabe, como en el Piave[Notas 2], volverse a levantar. El alba del 10 de junio de 1944 encuentra Roma devuelta a Italia y de vuelta el nuevo gobierno, expresión de la democracia nacional. Las premisas para una recuperación existen; si la voz de nuestro país, que fue conducido a la guerra como un buey al matadero, es escuchada, podremos tener una vez más nuestra parte en la guerra de la completa liberación de nuestra Italia”.

Tremendo desengaño el que el P. Del Buono, como tantos otros italianos sufrió en aquellos trágicos momentos en que la guerra atravesaba todo el país, de sur a norte, llenándolo de dolor y ruinas. Desengaño que se muestra en otra entrada de su Diario, el 28 de octubre de 1944:

“¡Hoy, 28 de octubre de 1944, el pueblo italiano, caído de las cumbres de las alucinaciones jerárquicas fascista a los pantanos de la miseria y del hambre, mira a los pocos respiraderos de luz que pueden aún iluminar su mañana!

Restablecimiento de las relaciones diplomáticas normales de Italia con los Estados Unidos, Inglaterra, Rusia y con todas las repúblicas de América Latina. ¡Gracias a Dios!”

El P. Del Buono era consciente del peligro de la guerra, según su Diario, desde el momento en que Hitler había amenazado con incorporar los terrenos de Checoslovaquia con población alemana a partir del 1 de octubre de 1938[Notas 3]. En agosto de 1939 comienzan en Roma los ejercicios de oscurecimiento de la ciudad, previendo posibles ataques aéreos en caso de que Italia se viera envuelta en una guerra. El 1 de septiembre Hitler invade Polonia, y el 3 Francia e Inglaterra le declaran la guerra. Los sentimientos de los italianos (y los del P. Del Buono) están divididos: por una parte, Mussolini es un aliado de Hitler; por otra parte, Polonia y Francia son países católicos. Mussolini utiliza una táctica que salió bien a Italia en la guerra anterior: esperar a entrar en guerra a que los demás contendientes estuvieran ya desgastados, y entonces ponerse de la parte del que tiene mejores posibilidades de vencer. Por fin el 11 de junio de 1940 Italia declara la guerra a Francia. Para entonces posiblemente Mussolini sabía ya que el 22 de ese mes Francia iba a firmar su armisticio o rendición con el Tercer Reich. Pero esta vez Italia se equivocó de bando: la entrada de los Estados Unidos en la guerra cambió el equilibrio entre los combatientes, e Italia se vio obligada a firmar su propio armisticio con las tropas aliadas el 3 de septiembre de 1943. Más aún: Italia declaró la guerra a Alemania el 13 de octubre de 1943, por medio del Embajador de Italia en España al de Alemania en el mismo país. El mismo día en Brindisi el Vicepresidente de la Misión Militar Aliada ante el Gobierno Italiano entregó al Mariscal Badoglio una carta con la cual las Naciones Unidas declaraban reconocer a Italia como co-beligerante. Sin embargo, cuando al final de la guerra se reunieron los países vencedores para dictar las condiciones a los vencidos, Italia no figuraba entre ellos. Como consecuencia de ello, sufrió la pérdida de algunos territorios (Trieste), además de todo su “Imperio” africano.

Italia pronto comenzó a sufrir las consecuencias de la guerra. Sus principales ciudades comenzaron a ser bombardeadas. Por un aparte se quería impulsar a los italianos a pedir la paz; por otra se quería inutilizar los puntos estratégicos que pudieran servir al ejército alemán, como puertos y ferrocarriles. En Italia, con todo, las Escuelas Pías no salieron tan mal libradas: no hubo pérdida de vidas humanas, y el único gran destrozo fue el de Frascati (con daños menos importantes en el colegio de Cornigliano, en Génova, y el de Bellavista, en Nápoles), que luego ayudaron a reconstruir los mismos americanos.

La guerra llega a Nápoles en marzo de 1943. El 29 de ese mes el P. Cibarelli escribe al P. Del Buono narrando lo ocurrido, y el P. Del Buono lo anota en su diario con fecha 30 de marzo: “Ayer 28 de marzo por la tarde el Instituto de Donnaregina ha sufrido daños de una cierta gravedad: muros de separación demolidos, marcos de ventana arrancados, todos los vidrios rotos. También hay daños en nuestra iglesia [de San Carlo], por lo que no se ha creído oportuno, al menos esta mañana, abrirla al culto. También Bellavista ha sufrido la rotura de algunos cristales. Todos nosotros, gracias a Dios, estamos incólumes. Las dos secciones de tercero del liceo del Calasancio han funcionado esta mañana, 29 de marzo, regularmente”.

Sobre la destrucción de Frascati, escribe al P. General el P. Secondino del Signore desde Frascati el 13 de septiembre de 1943[Notas 4]:

“Nuestro hermoso Santuario y nuestra querida casa de Frascati solo son un cúmulo de ruinas. La misma Frascati ya no existe. Le doy esta triste noticia, que ya no es nueva para V.P., con el corazón destrozado. La noche del desastre, con medios de fortuna llegaron a Alatri los padres de mi comunidad tusculana. Por gracia particular de la Virgen, todos están sanos y salvos. Me enteré por ellos del inmenso desastre, y al día siguiente, 9 de septiembre, con el tren de cercanías fui a San Cesáreo; con un autobús del ejército hasta Monte Compatri, y después llegué a pie a Frascati.

Me enteré con placer de que el cuadro de nuestra querida Virgencita había sido encontrado, aunque en pésimas condiciones, por el P. Tedeschi y llevado a Roma. Viendo que era imposible para mí salvar las especies sagradas, puse al seguro documentos y valores pidiendo hospitalidad a los PP. Capuchinos, cuyo convento, aunque cayeron muchas bombas alrededor, resultó ileso. Con la única ayuda del H. Michele, que se había quedado espontáneamente y muy loablemente para guardar la casa, fui a salvar lo salvable, poniendo todo en la parte de la casa que ofrecía menos peligro: colchones, mantas, ropa blanca etc.

El domingo por la mañana vino a pie el junior Dionisi, y por la tarde los Padres Grandi y Germani. Con ayuda del Sr. Pompilio ( ), padre de nuestro junior, trabajamos en vano para intentar recuperar las especies sagradas. En lugar de ello encontramos la corona de oro que estaba en el cuadro de la Virgen, pero no la del S. Niño. Cosas de la iglesia. Cálices, casullas, ornamentos religiosos, reliquias, libros, etc. Todo enterrado y me temo que se pierda todo.

Yo no me decido a ir a Roma o a volver a Alatri, porque en todas partes hay controles alemanes y temo perder lo que he podido recuperar. Si V. P. quiere darme algún consejo estoy dispuesto a seguirlo.

Me he enterado de que amablemente ha puesto San Pantaleo a nuestra disposición, para hospedar a los padres de Frascati. Agradezco una determinación tan paternal, en la esperanza de poder encontrar trabajo para todos y continuar nuestra misión tan pronto como las condiciones lo permitan. Con todo, si es posible obtenga de las autoridades religiosas o políticas una casa o un colegio, aunque solo sea una escuela donde toda la comunidad tusculana, que este año está formada por mí y otros seis padres y el hermano Michele dispuestos a trabajar, ya que en Frascati no hay nada que hacer, porque faltan locales y niños. La ciudad está completamente despoblada, porque incluso las casas que han quedado en pie ofrecen peligro, y porque quedan todavía muchos muertos bajo los escombros, con gran peligro de epidemia.

Con renovado agradecimiento por su participación en el luto de nuestra Provincia, le ruego que nos bendiga, y mientras tanto beso su sacra diestra, y le envío respetuosamente mis saludos”.

Unos días antes, el 8 de septiembre de 1943, el día del bombardeo, el P. Del Buono había reflejado su dolor en su Diario:

“Tremenda incursión en la zona de los Castillos Romanos de cuatrimotores americanos, en 6 oleadas, cada una de 25 cuatrimotores, que han destruido el centro de nuestra Frascati. Se ha derrumbado la Iglesia Catedral, el Gesù, y ha sido destruida nuestra iglesia santuario y la casa anexa. ¡Cuántas lágrimas y cuántas ruinas! Todos nuestros religiosos pudieron salvarse en el refugio de la casa. ¡Cuánto dolor por la destrucción completa de nuestra hermosa iglesia, restaurada hace pocos años! El Altar Mayor, en el que se conservaba el Santísimo, se ha hundido a la bodega, recubierto de ruinas. El cuadrito de la Virgen pintado sobre cobre fue amorosamente buscado inmediatamente después de la incursión, y fue encontrado sin el marco de plata. La corona estaba retorcida, sin apenas señales de pintura. Algunos de nuestros Padres han ido a refugiarse a Alatri, otros a Roma, en un estado que daba pena. Ha quedado en Frascati y no quiso irse de allí el buen hermano Michele, para custodiar las ruinas de nuestras queridas Escuelas Pías de Frascati”.

Y tres días después del bombardeo, escribe el P. Del Buono una sentida oración:

“¡Señor, protege y bendice nuestra patria!

Después de casi un siglo de luchas por la independencia, por la unidad, por el poder, hoy dos ejércitos extranjeros combaten en el corazón de la tierra italiana, mientras nuestro ejército, que parecía ser verdaderamente digno de un gran país, se ha disuelto después de la doble crisis del 25 de julio y del 8 de septiembre. ¿Cuáles son las causas remotas y próximas que determinaron nuestra trágica desgracia, que ni siquiera una fantasía enferma hubiera podido imaginar cuando los soldados de Italia combatían intrépidos en Egipto y en Rusia, y cuando marineros y aviadores disputaban el dominio del Mediterráneo a la más grande potencia naval del mundo? ¿Qué será de nuestra Italia? ¡Dios grande y bendito, salva nuestra Patria!”

Alatri, aunque no ha sufrido ningún bombardeo, sí sufre las consecuencias de la guerra, como explica el P. rector Pietro Bucci al P. Del Buono en carta del 14 de enero de 1944[Notas 5]:

“Aquí las cosas no van bien a causa del momento. Los internos no vienen porque es casi seguro que será una zona de operaciones. ¿Seremos dispersos o bien nos sacarán fuera del colegio por requisición de los locales? Dos dormitorios han sido adaptados para los enfermos, pues el hospital de la ciudad ya no es capaz de recibir a tantos enfermos civiles de los pueblos vecinos. La Magione hace ya diez meses que ha sido requisada con toda la propiedad de las tierras, y ya no se reconoce su aspecto. Se ha convertido en un cuartel, lugar de selección, gran reunión de carros armados, de camiones, de caballos y de mulos. Hace pocos días debía ser bombardeada, pero las bombas por suerte cayeron dos kilómetros más lejos. Pero ahora un avión ha hecho más daños que nunca, y nosotros nos hemos quedado pobres, pobres. Que Dios y San José nos ayuden”.

Un par de meses más tarde el P. Bucci vuelve a dar noticias de Alatri[Notas 6]:

“Habrá sabido por el Rvmo. P. Provincial las condiciones de esta casa. Se han cerrado todas las escuelas después de un brevísimo tiempo de clase, y han sido ocupadas por los alemanes. En el portal del Colegio hay centinelas. Dormitorios de internos, comedor, cocina, despensa, jardín, pasillos, todo, en resumen, menos las habitaciones de los Padres, se encuentra en su posesión. Dicen que no se detendrán mucho tiempo, pero dicen también que Alatri será un lugar de selección de tropas y lugar de reposo para ellas. Por lo tanto, después de estos vendrán otros. Nosotros hacemos la voluntad de Dios e intentamos ayudar a los dispersos y a los enfermos que no han sido alejados del Colegio. El Obispo y las Autoridades están satisfechos de nuestro trabajo y de la colaboración que ofrecemos. Estamos también de acuerdo con los recién llegados.”

El 13 de septiembre de 1944 anota el P. Del Buono en su diario:

“El P. Provincial romano, de vuelta de una visita a nuestro colegio de Alatri, informa brevemente al P. General de las condiciones del colegio. En el cual está solo el rector P. Bucci. El internado ya está desalojado de los desplazados, y solo está ocupado por las escuelas municipales (en el primer piso), que podrán volver a su antigua sede, una vez restaurada y puesta en orden. Se desea volver a abrir el internado para el próximo curso, tanto más cuanto parece que la provincia suministraría los productos agrícolas”.

Podemos imaginar los meses de angustia sufridos por los escolapios italianos mientras va avanzando la guerra en Italia. El 4 de abril de 1944 escribe el P. Antonio Mangiapelo desde Frascati al P. General[Notas 7]:

“Ojalá gozáramos de tranquilidad, pero no. Los frecuentes bombardeos sufridos por la pequeña ciudad de Frascati han producido una agitación tal en nuestro ánimo que basta un pequeño rumor de avión para llenarnos de miedo para ir corriendo a la oscuridad y la humedad del refugio. Nuestro miedo no es abatimiento, incluso podemos decirle, y creemos que esto le sirva a Ud. de gran consuelo, que sabemos encontrar, como los nuestros de Nápoles y de Génova, fuerza en la fe y consuelo en la oración”.

Alejado el peligro, los padres recuerdan todavía el sufrimiento reciente. El P. Bucci escribe desde Alatri al P. Del Buono para felicitarle la Navidad, y le dice[Notas 8]:

“Es de nuevo la Natividad de nuestro Señor Jesús, de nuestro amado Jesús Redentor. ¡Cuántas gracias, Padre General, me ha hecho siempre, y muchas más en los años 1943 y 1944! Si debiera recordar, narrar a Vuestra Paternidad cuánto he visto, sentido y vivido y sufrido, y cuánto me he sentido incluso mortificado, no terminaría nunca (…).

Estoy vivo porque ha querido Jesús, y está en pie el colegio secular porque lo ha querido San José de Calasanz. Todos dicen que ha sido un milagro. Ha sido bombardeado, cañoneado, ametrallado, pero ha sufrido poco relativamente. Pero ¿por qué? Porque era cuartel de los alemanes primero; después Prefectura y con el Comando de los Carabineros y de la Policía. Yo nunca he abandonado el colegio. Cuatro meses sin dormir en una cama. Pero he visto a salvo el colegio, y he visto a salvo casi todas las cosas. Yo había escondido todo, repito, todo, dentro de los huecos adyacentes a la cúpula de la Iglesia y en las buhardillas más remotas. Si ha faltado alguna cosa, se debe a personas más o menos amigas e inocentes. Por eso puedo alegrarme de pasar con satisfacción la Navidad de 1944.”

La guerra atraviesa la Toscana. El P. Meucci, Provincial, escribe al P. Del Buono el 26 de septiembre de 1943, diciendo que el colegio de Via Cavour ha resultado dañado, aunque no han sufrido daños personales[Notas 9]. Ya no sirve para clases. Les han ofrecido otro local, y reparar los daños. El 4 de septiembre de 1944 escribe contando que la casa de Florencia de Via Cavour ha sido alcanzada de nuevo por la artillería alemana. También ha sido alcanzado el Observatorio Ximeniano. La Badia Fiesolana está ocupada por los alemanes[Notas 10].

El P. Del Buono anota sus inquietudes durante la guerra en su Diario. El 10 de agosto de 1944 escribe:

“Italia en estos días se estremece por la suerte de Florencia: la llamada civilización está a punto de dar otra prueba de sí misma… Ha ocurrido lo que no nos atrevíamos a temer, y que parecía incluso lejano de cualquier cálculo militar: la guerra recorre nuestra patria en toda su extensión, como un estremecimiento. ¡Y qué guerra! La muerte desde el cielo, desde la tierra, por manos amigas y enemigas, la muerte en las calles, en las plazas, en el campo… Fulmina tragedias en los caseríos: la delación, la emboscada, la incursión, la deportación, la familia dividida, el hambre en todas partes. Dramas y tragedias privadas componen la trágica hora italiana.

La guerra avanza en uno lugares más, en otros menos rápida. Esta detenida ahora a las puertas de Pisa y de Florencia… En Pisa, ¡silencio amenazador! En Florencia, la ciudad dividida, el frente en las orillas del Arno. Más allá, cientos de miles de esperan encerrados en sus casas que ocurra lo que tenga que ocurrir, sin saber que ocurrirá mañana, en suspense. Las autoridades nacionales y fascistas han huido. El Arzobispo pide agua, socorros, piedad. A los florentinos, oraciones. En medio del dolor inmenso, no falta la esperanza: ¡oremos!”.

La guerra llega, por fin, a Liguria. El P. Provincial G. Oberti escribe al P. Del Buono el 29 de octubre de 1943 los daños sufridos por el colegio Calasancio de Cornigliano[Notas 11]:

“Demos gracias a Dios porque todos estamos salvos. Jesús Eucaristía, encerrado en el sagrario-caja fuerte está intacto y lo hemos depositado en la capilla del internado. El lanzamiento (se dice que por aviones americanos) de no menos de 12 bombas rompedoras de grueso calibre, que tenían por objetivo evidente el colegio, tuvo lugar hoy a las 13 horas, a pleno sol. Se había dado la alarma poco después de las 12 y todos estábamos refugiados en la galería-refugio. La Iglesia ha recibido dos bombas. Una destruyó la cúpula, el altar mayor, y destrozó el pavimento del presbiterio. La otra cayó en el centro de la nave. El sagrario y la hermosa Virgen de mármol están a salvo; pocas cosas más. Dos bombas cayeron al norte de la casa vieja; una sobre la pileta en cuyo lugar ahora hay una sima; otra, un poco más al norte, ha desarraigado y destrozado árboles entre los cuales uno de grueso tronco. Cayó una a la derecha de la entrada del colegio; después de haber rozado la pared explotó en el suelo. El colegio está en pie, pero le dejo imaginar en qué estado, especialmente por el destrozo de cristales, ventanas y puertas. Una cayó sobre la gruta del camino. En el momento en el que escribo esta, de las ruinas de ella se han extraído cuatro heridos, de los cuales uno grave. Las otras bombas cayeron un poco más lejos, pero siempre en las inmediaciones del colegio”.

En noviembre el colegio es de nuevo bombardeado, como cuenta el G. Oberti al P. Del Buono en carta del 13 de noviembre[Notas 12]:

“El P. Ghersi trajo la triste noticia de que, a mediodía, durante un bombardeo aéreo, nuestro Colegio Calasancio ha sido nuevamente alcanzado. De vuelta ahora de Cornigliano le doy la noticia de que por desgracia los daños son gravísimos. Una o más bombas lo alcanzaron en el centro, destruyendo completamente la escalera y las habitaciones contiguas. La fachada sigue en pie, mientras la pared de levante está parcialmente destruida. Gracias a Dios no hay ni muertos ni heridos. Se trabaja para salvar lo salvable, con la esperanza de que no se repitan tan terribles fenómenos”.

El P. Secondo Mazzarello narra al P. Del Buono el paso de la guerra por Chiavari, que sufrió 30 incursiones aéreas[Notas 13]:

“La tragedia terminó el 25 de abril por la noche. La inútil resistencia germano-republicana duró del mediodía del 25 de abril hasta las 21 horas. Las granadas de los cañones nos pasaban por encima silbando. Los alemanes disparaban desde las Gracias y desde Portofino; los americanos respondían desde las rocas de Santa Ana y de Lavagna. Varias casas fueron destruidas, y entre otras el gabinete del Dr. Battilana en la plaza de las Carrozas, pero en conjunto fue bien la cosa, gracias también a la intervención del señor Obispo, que hizo de intermediario entre las dos partes. Por la noche bajaron los partisanos y a las 3 del 26 de abril todas las campanas de la ciudad anunciaron la liberación. A la mañana siguiente, entre el entusiasmo de la población y el ondear de las banderas, entraron los blindados americanos. Nuestra casa ha sufrido daños de pequeña entidad. Yo me he quedado siempre entre la bodega y la sacristía, sereno y tranquilo incluso durante el combate”.

Próximo ya el final de la guerra, escribe el 27.4.45 usando palabras entusiastas de un orgullo recobrado:

“Estos días nuestra patria revive algunos de las felices jornadas de nuestro primer Risorgimento y de Vittorio Veneto[Notas 14]. La insurrección de la Italia septentrional muestra al mundo la extensión nacional y el ímpetu arrollador de nuestra revancha. Enteras unidades alemanas se han rendido sin condiciones a los patriotas, abandonando de improviso todo propósito desesperado de resistencia. En Lombardía, Liguria y Piamonte se ha hundido la dominación extranjera y ha quedado pulverizada de un golpe la inconsistente República Social Italiana. Milán, Génova y Turín han vuelto a la gran familia italiana. El Véneto se ha rebelado”.

Notas

  1. 13.8.33. “‘El Crucero del Decenio’, triunfantemente concluido en el cielo y en el mar de Roma (sábado 12 de agosto a las 18 ½) reafirma frente al mundo las virtudes de nuestra gente y la magnífica eficiencia de la Aviación Italiana. Un estremecimiento santo de legítimo orgullo se extiende en este momento de un extremo al otro de nuestra nación, y brota de nuestro corazón un himno de agradecimiento a Dios, la oración de nuestra gratitud por estas altas virtudes que el Creador quiso verter sobre nuestra estirpe”. 18.11.35: “¡Fecha nefasta para nuestra patria! Hoy entran en vigor por parte de 50 naciones las sanciones económicas contra Italia [impuestas como respuesta a la invasión por Italia de Abisinia, sin previa declaración de guerra. Mussolini quería crear un imperio africano, y ya había conquistado parte de Libia, Eritrea y Somalia. No llegaron a tener efecto, y se retiraron de hecho el 4 de julio de 1936]. El Gran Consejo del Fascismo, reunido ayer por la tarde considera la fecha del 18 de noviembre de 1935 como una fecha de ignominia y de iniquidad en la historia del mundo. Denuncia las sanciones nunca antes aplicadas como ‘un propósito para sofocar económicamente al pueblo italiano y como una tentativa vana para humillarlo y para impedirle realizar sus ideales y defender sus razones de vida’”. 16.2.36: Guerra en África Oriental. Se anuncia una gran victoria en Amba Aradam que hace estremecer de orgullo y de exaltación el alma del pueblo italiano. Demostraciones populares de júbilo en todas las ciudades italianas por la gran victoria después de un combate que ha durado 6 días”. 9.12.37: “Por la tarde, por invitación de Mons. Bossio Riccardo Federici, de la Secretaría de Estado, he visitado la Muestra del Textil en el Circo Máximo. He podido admirar el esfuerzo que el actual Gobierno ha hecho para mantener a nuestro país independiente en todos los campos de primera necesidad. ¡Cuánto deben los italianos al Hombre Providencial, a quien el Señor conserve en buena salud para fortuna de nuestra patria!”. 9.1.38: “Solemne recibimiento en el Palacio Venecia dado por el Duce a los Arzobispos, Obispos y Sacerdotes venidos a Roma con motivo del reparto de premios de la Batalla del Grano. Han venido 60 obispos y 2000 sacerdotes. Gran impresión del discurso del Duce por su alto significado, por el cual el Papa expresa su alto agrado en el discurso tenido el día 12 de este mes al recibir a los obispos y sacerdotes”. Una figura destacada por su espíritu fascista es el P. Luigi Sbaragli, del colegio de Sordomudos de Siena, que cada verano acude a Roma como Capellán Jefe del campamento Dux, que reúne a las afueras de Roma unos 50.000 jóvenes vanguardistas, imitación de las Juventudes Hitlerianas de Alemania. Cuando Italia entra en guerra, se ofrece voluntario como capellán (tiene 52 años), esperando, como dice en una carta al P. General, dar buen ejemplo a la juventud, pues para servir a la Patria no hay límite de edad (RG 261 b, 16. 20.5.40). El P. Del Buono estaba dispuesto a ofrecer la Iglesia de San Pantaleo para que los Balilla (niños afiliados al fascismo; los mayores eran los Vanguardistas) cumplieran el precepto pascual de la comunión en 1930. La función en San Pantaleo no pudo efectuarse, pues los Balilla participantes eran 2000, un número demasiado grande para nuestra iglesia. Se tuvo en S. Pedro. (Diario, 4.5.30)
  2. Río al noreste de Italia, donde el ejército italiano venció al austriaco en junio de 1918.
  3. Diario 28.9.3
  4. RG 256 f, 49.
  5. RG 256 f, 60.
  6. RG 256 f, 56. 5.3.44.
  7. RG 256 f, 52.
  8. RG 256 f, 50. 18.12.44
  9. RG 261 e, 57.
  10. RG 261 f, 32.
  11. RG 259 a, 55.
  12. RG 259 a, 60.
  13. RG 259 c, 4. 28.5.45.
  14. La batalla de Vittorio Veneto, luchada entre tropas italianas y austriacas del 23 de octubre al 2 de noviembre de 1918, significó la derrota definitiva del Imperio Austriaco, que pidió el armisticio.