General36/El apoyo a las casas de Europa Central

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El apoyo a las casas de Europa Central

Tras la II Guerra Mundial, y toma del gobierno por partidos comunistas en los países tras el Telón de Acero, las cosas se ponen cada vez más difíciles en las provincias de Bohemia, Eslovaquia, Polonia, Rumania y Hungría. Cinco provincias representaban un tercio de las Escuelas Pías. Presentamos la situación de cada una de ellas.

En Rumania y Checoslovaquia el gobierno suprimió las Órdenes religiosas. Bohemia era ya una provincia muy decaída en sus fuerzas desde hacía mucho tiempo, por lo que fue diluyéndose hasta desaparecer. Tan solo el P. Cyril Berka enviaba saludos de vez en cuando al P. Tomek. Una de las pocas comunicaciones del P. Zampach (último Provincial) llega desde Mladá Boleslav el 5 de octubre de 1948. El P. Zampach da noticias de la provincia. Viven en tristes circunstancias, y serán peores. Habían preparado para enviar a Roma ornamentos litúrgicos, pero no podrán enviarlos. Está prohibido[Notas 1]. Los Padres, mientras sobrevivieron, se dedicaban al servicio pastoral en las propias iglesias de los colegios. El P. Alfonso Vercek, que ha huido de Bohemia y se preparara para ir a Estados Unidos, informa que desde el 14 de abril de 1950 los religiosos tuvieron que abandonar sus casas, y están en otras bajo vigilancia. No queda nadie en Nikolsburg. Convertida en escuela y cuartel. Quizás queda algún padre en Straznice (es parroquia). Litomysl: no sabe nada. Boleslav: Zampach pudo quedarse como encargado de la iglesia. Praga: no ha quedado nadie. Probablemente nuestros padres están libres, trabajando en parroquias[Notas 2].

Lo mismo se puede decir de Rumania, donde antes de la guerra una treintena de religiosos mantenían en funcionamiento cuatro casas. Los Padres se retiraron al trabajo pastoral en las iglesias que tenían asignadas, procurando salvar el patrimonio histórico (archivos, bibliotecas) y perseverando hasta morir, unos pocos después de liberarse el país del comunismo. El P. Vence Biró, Provincial de Rumania, escribe al P. Tomek desde Cluj el 13 de junio de 1948, informando sobre la provincia de Rumania. No puede enviar juniores a estudiar a Roma (el gobierno no les concede el pasaporte). Se ha prohibido dirigir escuelas a los religiosos. Parece que los obispos de Carei y Timisoara tomarán nuestras escuelas como seminarios menores (únicos centros religiosos permitidos); en Cluj y Sighet los obispos ya tienen su escuela. Intentarán que los religiosos puedan trabajar como maestros para el Estado. Si no, quedan la parroquia de Carei y las iglesias de Cluj y Timisoara. Se esfuerzan por buscar vocaciones. Necesitan vender tierras en Carei para pagar los impuestos elevados[Notas 3]. Pero las cosas iban a empeorar aún más.

En Eslovaquia, que se encontraba en una situación similar a Rumania, los Padres tuvieron que pasar también a actividades parroquiales, cuando el gobierno se apoderó de las escuelas y suprimió las órdenes religiosas. Pero los escolapios eslovacos no se resignaron a morir: siguieron buscando vocaciones, formándolas en la clandestinidad, llevando a los juniores ya formados con todo secreto a Polonia, donde eran ordenados sacerdotes por algún obispo colaborador, y luego volvían a su país para ejercer profesiones seculares, pasar desapercibidos y esperar tiempos mejores. Y así, en cuanto llegó la caída del Telón de Acero, estuvieron en condiciones de reivindicar los cuatro colegios que tenían antes de la guerra y ponerlos en funcionamiento como Escuelas Pías.

Polonia fue, en comparación con las otras provincias, un país privilegiado. El gobierno se incautó del colegio de Rakowice, pero permitió que la actividad escolar siguiera en un edificio alquilado de Cracovia (uno de los pocos centros católicos autorizados en el país: el gobierno quería dar imagen de “liberal” en cuanto a la enseñanza católica), no puso obstáculo a la actividad pastoral de los escolapios en varias parroquias, que servían como base para la formación catequética de la juventud, permitida también por el gobierno. De todos modos, la situación no era nada cómoda. Al P. B. Kadeja, Provincial, que le presenta la situación de la provincia en una carta del 31 de julio de 1952, el P. Tomek le responde: “Vivo constantemente persuadido de que, incluso en las angustias de los tiempos presentes, Dios dirige la suerte de los hombres y de los reinos, y espero pacientemente la evolución de las cosas en vuestra provincia”.[Notas 4] ¡Gran fe, la del P. Tomek! A pesar del relativo aislamiento de los escolapios de Polonia, la Provincia siguió creciendo durante los años del comunismo, para emerger en 1990 como una de las provincias más sólidas de la Orden.

En Hungría las cosas fueron peor que en Polonia, pero mejor que en Checoslovaquia y Rumania. La provincia era muy sólida en 1948: contaba con 273 religiosos, de los cuales 237 sacerdotes, 24 juniores y 12 novicios.[Notas 5] Atendían diez colegios en el país, y a pesar de que algunos religiosos estaban expatriados en países europeos y no podían regresar a Hungría, los escolapios húngaros miraban con esperanza el futuro. Pero las cosas empeoran rápidamente. El Gobierno decide nacionalizar las escuelas religiosas. Los religiosos intentan salvar la situación creando las Asociaciones de Padres Católicos para defenderlas, pero no sirvió de nada. El P. escolapio Ödön Lénárd jugó un papel muy importante en la federación de estas Asociaciones, que llegaron a ser casi dos mil, y lo pagó luego con 18 años de cárcel.

Los Escolapios tuvieron que afrontar una situación muy difícil, porque perdieron su trabajo y sustento. Se convirtieron en capellanes, sacerdotes de hospital, cantores, comenzaron a dar clases privadas o enseñaban en los llamados seminarios menores episcopales (escuelas preparatorias para estudios teológicos) e incluso en escuelas públicas.

Al ver la gravedad del asunto, el P. Provincial de Hungría, Sándor Sik, pidió al P. General Vince Tomek que fuera urgentemente a Hungría, para ver qué medidas tomar. En agosto de 1948 el P. General hizo un viaje de un par de semanas a Hungría (fue la última vez que pudo visitar su país), y se dio cuenta de la gravedad de la situación. Durante su estancia allí, el P. Provincial dirige una circular a la Provincia, haciendo frente a las nuevas circunstancias. Se trata de una circular extraordinaria, que intenta ver la realidad como una “oportunidad” más que como una “amenaza”. Suponemos que en ella el P. Tomek ha puesto una buena parte de las ideas. La reproducimos por su interés, por su espíritu profético (anunciando las Comunidades Eclesiales Calasancias del P. Ángel Ruiz, y la Educación No Formal) y por su validez en cualquier situación de apuro en que pueda encontrarse la Orden (el mismo autor hace referencia a la situación de las Escuelas Pías tras la muerte de Calasanz, como el peor de los casos)[Notas 6]:

“Queridos compañeros de Provincia:

Vivimos tiempos tristes y estamos ante días difíciles. La situación de nuestra provincia húngara casi se parece a la que tenía nuestra Orden a la muerte de nuestro Santo Padre: nuestra existencia parece estar en peligro. No busquemos ahora cómo hemos llegado hasta aquí; ante Dios puedo decir: yo y mis compañeros de trabajo también hemos hecho todo lo posible, lo que humanamente se podía hacer para salvar a nuestras escuelas. No tuvimos éxito. Ahora afrontemos los hechos con un realismo valiente y cristiano. Es gusto de Dios ponernos esta prueba. Que se haga su voluntad y que seamos dignos de la gran prueba que tenemos que pasar.

Porque así tenemos que concebir esta nueva situación: ésta es una prueba de la que tenemos que salir fortalecidos; es una tarea que tenemos que solucionar con valentía e inteligencia. Ésta es una época en la que se necesita heroísmo. Un joven y amable compañero de Orden escribe en su carta: "Si los tres últimos años fueron la época heroica para los escolapios húngaros, el próximo lo será con mayor razón. Si durante el tiempo transcurrido después de 1945 la renuncia fue la virtud principal de los escolapios, la próxima será el apoyo mutuo. Siento que, por necesaria que sea la solución central para nuestros problemas, no debemos renunciar al ingenio y sagacidad individual, en primer lugar, nosotros que estuvimos juntos en una época en el Kalazantinum y hoy formamos gran parte de la Provincia. Porque ahora tenemos que cuidar de los compañeros de Orden mayores que no pueden trabajar y de los jóvenes de la Orden que todavía no pueden ganar dinero.

Sí, en primer lugar necesitamos amor fraternal y unidad. Ahora más que nunca tenemos que contar con nosotros mismos. Los señores obispos nos apoyan con bondad paternal y la sociedad católica nos rodea con comprensión conmovedora, pero tenemos que tener claro que la ayuda que viene desde fuera, por su naturaleza parte de puntos de vista y se ajusta a intereses que no necesariamente son nuestros puntos de vista o intereses, y el entusiasmo y fervor de la gente con el paso de tiempo suele disminuir; Quis autem amicior, quam frater fratri?[Notas 7] Apretar nuestras manos, el calor de nuestro espíritu, la solidez y perseverancia de nuestra unión fraterna: después de Dios ésta será nuestra fuente de energía más segura.

Para lograr este objetivo, entra otras cosas, tenemos que hacer todo para salvar la totalidad de nuestros conventos. Si la cantidad de locales relativamente parece ser mucha, urgentemente hay que intentar ocupar los mismos de un modo adecuado (sin infringir la normativa). Aquí no hay que olvidar que los individuos que llevan a cabo un trabajo pastoral activo legalmente tienen derecho a dos habitaciones. La segunda habitación, eventualmente, puede ser usada – como antes, por ejemplo, en nuestras casas de Szeged y Tata – como comedor de estudiantes.

Por eso, ante todo la exigencia más importante en la programación de nuestra vida futura es proteger la comunidad de religiosos, la convivencia fraternal en los conventos y evitar la dispersión, lo que significaría la muerte de nuestra Orden.

La segunda fuerza, de la cual tenemos que vivir a partir de ahora, es el espíritu de la vocación sacerdotal, del fervor por el reino de Dios y del trabajo pastoral práctico. El desarrollo histórico indica que en el futuro la garantía de nuestra conservación y condición es urgente: echar raíces, mejor que hasta el momento, en el pueblo, en la comunidad de católicos creyentes; para esto el modo más seguro – puede ser lo único seguro – es la actividad pastoral. Con la ayuda de Dios hemos podido conseguir ya dos parroquias – en Kecskemét y en Nagykanizsa –; además hay planes similares, incluso hay negociaciones en marcha. Pero ya sea la parroquia, la espiritualidad local, sencillamente la capilla o el templo escolapio de nuestros conventos: tiene que tener un centro, alrededor del cual tiene que nacer una vida de comunidad religiosa o algo semejante que sea cálida, viva, compasiva con nosotros y los demás, y esto debe ocurrir alrededor de cada uno de nuestros conventos tal como vemos que ocurre alrededor de otras órdenes activas (Jesuitas, Franciscanos, Dominicos), pero por supuesto, el espíritu de esto debe ser un espíritu escolapio nuevo, fresco, moderno, íntimo, inteligente y moderado. Esta pequeña iglesia doméstica será nuestra base moral y material más segura.

El espíritu escolapio está caracterizado en primer lugar, por la vocación y el voto, en todo momento peculiaris cura circa puerorum eruditionem[Notas 8]. Muchas veces decimos que nuestra vocación, a diferencia de las demás ordenes dedicadas a la educación, es exclusivamente la enseñanza. Sin embargo, esta definición así no es exacta. No para la enseñanza, sino que hacemos voto por la educación de la juventud, y la educación no está conectada exclusivamente a la institución de la escuela, por eso la vocación escolapia tampoco se mantiene o se viene abajo con la escuela.

Justo aquí nos espera la nueva tarea que es magnífica, excitante e interesante: encontrar y elaborar las nuevas formas que hagan posible la continuación de nuestra vocación y el trabajo de educación de Calasanz en la sociedad que vive con formas cambiadas. Vocación conquistadora y artística dentro del educador. Y aquí nuestra base más natural y segura, de nuevo sólo el templo y la capilla, en la familia de la comunidad religiosa nuestro interés, trabajo ingenio y sacrificio – peculiaris cura – en primer lugar, en todo momento, va a abrazar a la juventud, - spiritu intelligentiae et pietatis.

Cómo va a ser todo esto en la práctica, con la piedad de Dios y con la creación de las condiciones vamos a mostrarlo. Sin embargo, ya podemos deducir de lo dicho, algunas reglas de procedimiento que se dan por sí mismas.

Así, ante todo, sólo la necesidad de subsistencia prescribe evidentemente que cada uno de nosotros debe ganar tanto como sea necesario para su subsistencia (si la edad o enfermedad no le impiden ser capaz de esto) – sin las pretensiones de Calasanz – y con lo cual pueda contribuir a la subsistencia común también, si de otra manera no, con cierto número de misas, ya que el denominado ingreso central de la Orden se suprime totalmente cada vez más y así, la educación de nuestros jóvenes, la manutención de nuestros mayores sin jubilación y de nuestros enfermos, el mantenimiento de nuestros edificios, la administración más necesaria de la Provincia y de ciertas casas, a partir de este momento, de un modo obligatorio recae sobre la comunidad.

Algunos, las casas y la dirección de la Provincia ahora mismo tienen la tarea de que, teniendo en cuenta las posibilidades, las ayudas, la habilidad y formación de algunos y las ocasiones locales, deben resolver la necesidad material doble indicada. Contamos con el ingenio y la inteligencia de todos. Todos los trabajos son buenos para este objetivo si no van en contra de nuestra naturaleza sacerdotal y religiosa. Y toda empresa común del convento es buena si consigue trabajo honesto y ganancias para los miembros de la casa. Todo esto es doblemente bueno si sirve a la sociedad, es el triple si es bueno para la Iglesia, es el cuádruple si es bueno para la juventud. Por eso el orden valorativo de las posibilidades de ocupación a considerar (parcialmente planificado) es el siguiente:

1.)Ante todo, la iglesia doméstica a crear entorno al convento y la capilla – en virtud de lo dicho anteriormente. Esto tiene que ir por delante de todo en importancia y tiempo. Hay que ponerse a trabajar ya sin importar el tiempo, lugar, personas y energía para que la vida de la comunidad religiosa se desarrolle cuanto antes y más plenamente. El nombre y la forma no es importante; ya sea su nombre comunidad religiosa, cofradía, congregación de María, tiene que surgir en torno al convento y su iglesia respectivamente un grupo para hombres, para mujeres, para chicas (y, ante todo) para chicos y eventualmente un grupo para cuidar el templo, para el canto eclesiástico y económico (para sufragar los gastos), etc. Y, a la cabeza de cada uno, una presidencia aparte y con un compañero de la Orden fervoroso, responsable y dirigente (quien, por supuesto, junto con esto puede realizar otros trabajos).
2.)Lo segundo que tiene más prioridad es el trabajo más propio de nuestra vocación, cualquier forma de enseñanza, en primer lugar, la enseñanza del catecismo. De todas maneras, tenemos que aspirar a que las autoridades eclesiásticas, en primer lugar, nos empleen para ello. Pero promete amplias posibilidades – morales y materiales también – la organización de la enseñanza del espíritu de inteligencia. En nuestro convento tenemos que probar a ofrecer conferencias científicas populares, cursos y la denominada universidad libre, en todas partes, en la forma aplicada a las condiciones locales; en un lugar de la comunidad religiosa propia o urbana, en otro lugar, el órgano cultural libre local, en todo caso en la congregación de María o en el marco de otras formas legales aptas. Pero algunos también pueden enseñar, ya sea en la enseñanza privada, ya sea cualquier posibilidad similar que se ofrezca. Con los ingresos de todos estos trabajos, la casa que los recibe puede devolver la suma mensual determinada uniformemente para toda la Provincia; sin embargo, sobre esto, el que da más, puede recibir más a su vez.
3.)Todas estas ocupaciones tienen una enorme ventaja porque pueden ser realizadas en el convento o en relación con el mismo y no relajan la comunidad religiosa. Después de esto, pueden seguir las posibilidades de ocupación que, en la ciudad, pero fuera del convento, nos ofrezcan, ya sean trabajos de enseñanza de catecismo, pastorales u honestos trabajos profanos. Incluso tenemos que elegir primero la ocupación plenamente profana, si no aparta de la comunidad del convento como la vida pastoral, que requiere una vida separada de la comunidad, porque en interés del objetivo más santo tampoco podemos eximirnos de la santa responsabilidad de mantener a la Provincia misma para el futuro, y la Orden vive en la comunidad.
4.)Sólo en el caso de que fallen todas estas posibilidades, o en caso de insuficiencia, parece justo aceptar tareas pastorales que suponen una vida fuera del convento. Podemos aceptarlas sólo en dos casos. Un caso es cuando el trabajo sacerdotal tiene lugar en la cercanía del convento, de manera que, tenemos acceso al mismo, en tren, en coche o en bicicleta, y desde el convento podemos atenderlo; esto se puede imaginar en caso necesario, de tal modo que el compañero religioso en cuestión una parte de la semana (el sábado y el domingo, a veces el viernes u otros días de la semana) la pasa en el lugar del trabajo y la otra parte la pasa en el convento. El otro caso es cuando nos dan una ubicación sacerdotal que hace posible (lo mejor posible) la vida de varios compañeros de Provincia en un lugar, es decir, donde se crea una pequeña comunidad religiosa. Ésta puede vivir nuestra vida comunitaria acostumbrada - en contacto permanente con la comunidad madre de la cual se separó. Un trabajo que obligara a vivir separados a uno (o dos) compañeros de Orden en una ciudad, sólo en caso grave o totalmente excepcional o de necesidad extrema puede ser aceptado – y después de medio año (para este tiempo puede dar permiso el Padre General) necesita ser regulado. Esta regulación puede ocurrir de un modo muy práctico; la persona en cuestión prepara la ubicación, en el mismo lugar, de uno o dos compañeros de Orden o más, es decir, crea las posibilidades de formar una comunidad.
5.)Asimismo, se puede permitir en caso totalmente excepcional y extremo que alguien se aleje a su tierra natal y aproveche las posibilidades de vida que se ofrecen allí. En este caso, después del permiso provincial, la persona en cuestión tiene que pedirle al obispo del lugar el trabajo y permiso para el mismo, de modo que su permanencia tenga una base jurídica legal. Por supuesto, los hermanos que viven separados (ya sea en posición pastoral externa o interna) también pueden contribuir a sufragar los gastos comunes de la Provincia – de un modo razonable y adecuado (a hablar con el provincial en cada caso) si de otro modo no es posible, con cierto número de santas misas.

Queridos compañeros de Provincia: vivimos un cambio histórico mundial. La sociedad y todo el mundo está sufriendo los dolores del parto y sólo Dios sabe hasta cuándo durará el parto. Para los escolapios húngaros ha llegado ahora el gran viraje. La cuestión está claramente planteada: ¿Podemos renovarnos en forma de vida para quedarnos como valor vivo en la nueva sociedad agitada todavía en el caos? ¿Somos lo suficientemente fuertes espiritualmente para crear cosas nuevas en el lugar de los marcos antiguos que ahora la historia ha roto? ¿Somos tan hombres, tan húngaros y tan escolapios para que este espíritu salvado pueda salvar para el futuro los valores magníficos seculares de los escolapios húngaros? Y ¿somos tan espirituales y tan cristianos como para renovar los antiguos valores para los nuevos tiempos? Esto espera de nosotros la Iglesia de la cual hemos nacido, el pueblo húngaro del cual venimos, la juventud por la cual hemos llegado y también Dios quien nos llamó y nos ayuda y quien ahora nos pone a prueba. Cum audieritis vocem eius, nolite obdurare corda vestra![Notas 9]

El Espíritu Santo pide la bendición de Dios para todos nosotros con amor.

Budapest, 10 de agosto de 1948”.

Vuelto a Roma, el P. Tomek hizo también lo posible para ayudar a los hermanos de su Provincia. Escribió una carta al Papa pidiendo ayuda en los términos siguientes[Notas 10]:

“Santidad,

Son los tiempos desastrosos y la extrema necesidad lo que fuerza al firmante Prepósito General de las Escuelas Pías a dar este paso. La Provincia de Hungría durante casi tres siglos de vida ha obtenido lo necesario para una vida moderada, y ha podido trabajar sin interrupción en la enseñanza, ayudando también materialmente a los alumnos pobres. Ahora se ve obligada a pedir limosna.

Terminada la ocupación rusa, con nuestros últimos esfuerzos y la ayuda material de algunas provincias, la Provincia húngara se recuperó apenas, y recomenzó la vida un poco normal. Y entonces, de repente, sufrimos un golpe más duro que la misma guerra: la estatalización de nuestras florecientes escuelas, que tienen más de dos siglos de vida. En nuestras almas es aún vivísimo nuestro agradecimiento a la generosidad de la Santa Sede, que con Santas Misas hizo posible a los Padres y Estudiantes continuar su trabajo aquí en Roma, y reunir a los Padres dispersos a causa de la guerra. No faltaba nada a nuestra esperanza de poder continuar la vida aún más regular, con nuestras propias fuerzas. El Señor ha permitido una prueba más fuerte, que solo somos capaces de afrontar con una gran generosidad de la Santa Sede.

Otras Órdenes dedicadas a la enseñanza en Hungría, menos numerosas que nosotros, disponen de parroquias (los Benedictinos tienen al menos 30), donde los Padres retirados de las escuelas pueden ser útiles, que proveen de Santas Misas a sus conventos. Nosotros, Escolapios, según nuestras Constituciones solo tenemos escuelas, edificios y mobiliario, todos los cuales, junto con los internados, un buen día fueron simplemente confiscados. Nos quitaron las bibliotecas. 230 Padres se han quedado sin ningún ingreso, sin mobiliario escolar y sin libros.

Debemos encontrar una solución:

1.obedeciendo unánimemente la prohibición del Cardenal de no ponernos al servicio del régimen actual,
2.preservando nuestra familia religiosa de toda dispersión, que sería el verdadero fin de la Provincia.

La nueva solución durará mucho tiempo, porque los colegios se encuentran en ciudades provistas de sacerdotes. De vuelta de la Provincia siniestrada siento el santo deber de exponer mi atrevida constatación: sólo una ayuda de la Santa Sede puede salvarnos. Además de al menos dos mil Santas Misas por mes, necesitaremos ahora también una generosa suma para estar en condiciones de mantener el noviciado, el juniorato, y continuar el intento importantísimo de abrir una escuela en América para húngaros refugiados allí; los Padres destinados a ello ya han hecho sus preparativos para partir. No me sentiría un verdadero Padre de mi Provincia si me hubiera callado la verdad de lo que aquí he expuesto.

Remitiendo todo ello a la bondad de la Santa Sede, prostrado al beso del Santo Pie me profeso de Vuestra Santidad hijo humildísimo en Cristo.

Roma, 30 de agosto de 1948. Vicente Tomek, Prepósito General de las Escuelas Pías”.

El 11 de septiembre llegó la respuesta del Vaticano: por medio de la Secretaría de Estado (Cardenal J.B. Montini) se ofrecieron al P. Tomek 3000$ en intenciones de misas[Notas 11]. Al año siguiente el P. Tomek renueva la petición, pero en esta ocasión recibe una respuesta negativa de la Secretaría de Estado: la ayuda anterior había sido una cosa excepcional; las intenciones de misas escaseaban cada vez más.

Las cosas siguieron empeorando en Hungría. Los Escolapios fueron deportados al amanecer del 8 de junio de 1950 de las casas de Szeged y Nagykanizsa al Palacio Episcopal de Vác; el 19 de junio de Mosonmagyaróvar y Tata al convento franciscano de Ujhatvan y el 31 de julio de Sátoraljaújhely y Tata al convento franciscano de Jászberény. Mientras los religiosos eran mantenidos como rehenes, comenzaron las negociaciones entre el Estado y algunos miembros de la jerarquía católica húngara. El Cardenal Midszenty, Primado de la Iglesia húngara, se encontraba detenido.

Como resultado del acuerdo firmado por las dos partes, el Estado suprimió las órdenes religiosas el 30 de agosto de 1950, pero permitió el funcionamiento de ocho escuelas católicas y de cuatro órdenes religiosas, incluyendo los Escolapios, que mantendrían las escuelas con un mínimo número de personal. Así que a los Escolapios se les permitió abrir de nuevo sus escuelas secundarias en Budapest y Kecskemét en septiembre de 1950. En Kecskemét además se abrió un internado para los estudiantes. De 248 escolapios húngaros que quedaban en Hungría, solamente se permitió enseñar a 34, y solamente a 90 se les permitió permanecer en dos comunidades religiosas. El número de candidatos (juniores y novicios) se limitó a 14, pero se les permitió obtener títulos en universidades estatales. Las escuelas escolapias de secundaria tenían que seguir el currículo del Estado, incluida la enseñanza obligatoria del ruso, lengua que fue enseñada por anteriores profesores de latín y alemán.

La mayoría de los Escolapios que fueron excluidos de sus comunidades tomaron oficios eclesiales, pero los obispos fueron obligados a despedirlos en 1951. Dos docenas de ellos se convirtieron en profesores en escuelas estatales; algunos se hicieron obreros en fábricas, otros trabajaron como contables o vigilantes de noche. Los más valientes hacían servicios pastorales fuera del campo oficial de la Iglesia. Muchos tuvieron que sufrir largas sentencias de prisión por tales actividades “ilegales”, incluyendo György Bulányi, Miklós Juhász, Jenő Török y Ödön Lénárd.

El P. Tomek está muy preocupado por la situación de sus hermanos en Hungría. Sabe que sufren necesidad, y les apoya todo lo que puede, durante todo su mandato. En los primeros años les envía muchas intenciones de misa (en 1950, 12.102; en 1951, 15.275. En 1952, 9.495.). Además, como consta en la correspondencia oficial del P. Tomek, envía a Hungría abundantes paquetes de comida (café, cacao, arroz, sardinas), por medio de una agencia especializada. Por medio del Provincial de Austria hace numerosos envíos de comida, ropa, material escolar, etc. Su correspondencia con los dirigentes provinciales es frecuente. Dada la situación anómala de la Provincia, pide y obtiene de la Santa Sede que no se celebren en Hungría capítulos locales ni provinciales, y que sea la Congregación General la que nombre a los superiores al final de cada trienio. Mantiene como Provincial al P. Sándor Sik, hombre de prestigio cultural, hasta su muerte en 1963; le sucedió al frente de la provincia el P. Istvan Albert hasta 1979.

También por la provincia de Austria está preocupado el P. Tomek En unos apuntes manuscritos[Notas 12] dice, entre otras cosas: “En 4 casas hay 17 Padres, 2 Hermanos operarios, 2 novicios y 3 Padres de Hungría. A saber: 1 Padre en Horn; en Maria Treu, 5 Padres, 1 Hermano, 2 novicios y 3 Padres húngaros. En Santa Tecla, 3 Padres. En Krems, 3 Padres y 1 Hermano. En la escuela de Maria Treu tienen 8 clases con 300 alumnos; en la parroquia, 12.000 fieles. En Santa Tecla, 10.000 fieles. De los 17 Padres, 8 son sexagenarios y casi incapaces de trabajar. En Maria Treu tienen una deuda de 500.000 Sch., pero la pagarán con los ingresos de la escuela. Las otras casas no tienen deudas, pero necesitan reparaciones. Algunas cuestiones urgentes a resolver: aumentar el número de religiosos. Se hace lo posible para que venga al menos un Padre de Hungría para suplir al P. Zellhofer en Maria Treu. No sirven de otras provincias si no hablan bien el alemán. Como no podemos ayudarles con 10.000 $, habrá que buscar otros modos. Por ejemplo, con estipendios de misas, obteniéndoles el privilegio de reducir las misas obligadas, enviándoles algunos Padres de otras provincias, que paguen su pensión, enviarles alguna ayuda con ocasión del Año Santo desde Roma, Florencia, etc. Se les pueden enviar los libros y suscripciones a revistas más baratos…”

Notas

  1. AGSP. Fondo Tomek, Prot. 590/1948.
  2. AGSP. Fondo Tomek, Prot. 1275/1954.
  3. AGSP. Fondo Tomek, Prot. 409/1948.
  4. AGSP Tomek, Prot. 1250/1952.
  5. Cf. BURGUES J. Memorias y presente de Hungría.
  6. AGSP Tomek, Prot. 406/1948.
  7. ¿Pues quién es más amigo que el hermano para el hermano?
  8. Atención prioritaria a la educación de los niños.
  9. Cuando escuchéis su voz, no endurezcáis el corazón (Sal 95, 7-8).
  10. AGSP Tomek II, 477/1948.
  11. AGSP Fondo Tomek III, 532/1948.
  12. AGSP Fondo Tomek, 1571/49.