GinerMaestro/Cap05/04

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05.04. Los jesuitas y la Universidad

En las Constituciones universitarias del 1563 se dieron disposiciones contra los alumnos que salieran a oír lecciones fuera de las aulas del Estudio General en las horas en que tenían las suyas los catedráticos, y también contra los profesores que impartieran tales lecciones. Pues desde hacía cierto tiempo solían los universitarios abandonar sus aulas para ir a escuchar a otros profesores en los conventos de franciscanos, agustinos y carmelitas, como ocurría también en Salamanca con el convento de dominicos de San Esteban.[Notas 1]

En 1544 los jesuitas fundan en Valencia el Colegio de San Pablo, el primero que tuvieron en España. El edificio —hoy Instituto 'Luis Vives'— quedó prácticamente terminado en 1564. Y en 1567, con el beneplácito de la Ciudad, abrieron escuelas públicas de teología tanto para sus propios estudiantes como para los de fuera. La iniciativa partió seguramente del P. Gil González Dávila, nombrado Visitador por San Francisco de Borja, General de la Compañía. En agosto de 1567 escribía el P. Gil al Provincial de Aragón: “Las escuelas de teología de Valencia me desagradan muchísimo. Más parece aquello interpretar a Terencio, que enseñar teología y explicar a St. Tomás”.[Notas 2] Este juicio crítico iba contra la Universidad por su marcado aire humanista, reflejo del tiempo, pero tal vez fuera injusto, pues en ninguna otra universidad española se daba tanta importancia ni había tantas cátedras tomistas como en Valencia, como acabamos de constatar comparándolas con las universidades señeras de Salamanca y Alcalá. No obstante, consecuente con su juicio, y para obviar el inconveniente señalado, el P. Gil llamó a “dos buenos maestros de teología, el P. Juan de Ribera y el P. Pedro Ruiz, los cuales debían empezar su enseñanza el día de San Lucas, 18 de octubre de 1561... Estas clases de teología levantaron mucho el mérito de la Compañía en Valencia”,[Notas 3] y los alumnos universitarios tuvieron otro colegio más para acudir a oír lecciones de teología, desertando de las aulas del Estudio General.

La reacción no se hizo esperar mucho. En 1569, un nuevo estatuto renovaba las disposiciones de 1563 contra quienes leyeran públicamente teología fuera de la Universidad, declarándoles inhábiles para ocupar cátedras en la misma; y a los alumnos que oyeran tales lecciones en horas en que impartieran las suyas los catedráticos de la Universidad fueran también inhabilitados para obtener grados académicos.[Notas 4] Y empezó un drama.

Los alumnos de San Pablo, y de otros conventos religiosos, formularon protestas oficiales, reclamando la facultad de elegir profesores y lecciones. En cierto modo era una campaña por la libertad de enseñanza.[Notas 5] Los jesuitas salieron también por sus fueros con un largo memorial dirigido al Virrey de Valencia o al Vicecanciller de Aragón, apelando por una parte a sus privilegios pontificios de impartir clases públicas y conceder grados académicos a propios y extraños, aun en ciudades en que hubiera Universidad; por otra parte, mal se podrían cumplir los estatutos, pues en la Universidad había clases todo el día, desde la mañana a la noche, y ni los jesuitas ni otros religiosos podían leer en sus casas en horas en que no se leyera en la Universidad, y por ello, los jesuitas habían puesto 'sus dos lecciones a horas que menos dañan al Estudio'. De todos modos, intentan a la vez una solución pacífica, proponiendo diversas iniciativas, como la concesión de dos cátedras de teología en la misma Universidad sin estipendio alguno.[Notas 6] No hay, sin embargo, en todo el memorial palabra alguna que intente rebajar el nivel científico de las aulas universitarias como razón del absentismo de los alumnos, ni tampoco éstos apelan a otros motivos que no sean la libertad de elección de cátedras y la conveniencia de oír variedad de opiniones.

Catedráticos y jurados de la ciudad formaron frente común, especialmente contra los jesuitas del San Pablo, en defensa del prestigio del Estudio General, que sentían menospreciado. Y en esta contienda intervino el recién llegado arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, complicando todavía más el conflicto.

Notas

  1. Cf. R. ROBRES LLUCH, o.c., p.131.
  2. Cf. A. ASTRAIN, ‘Historia de la Compañía de Jesús en su Asistencia de España’ (Madrid 1902-1925) vol. I, p.262. El autor aclara en nota a pie de página: 'Habla de las escuelas de la universidad, pues los Nuestros no tenían aún clases de teología.'
  3. Ib., p.263.
  4. Cf. R. ROBRES LLUCH, o.c., p.133-134.
  5. En uno de los memoriales de los estudiantes se decía: 'De justicia los dits studiants habent liberum arbitrium, facultat e electió en les llisons que ouhen e poden hoyr hon los par. E de aquella persona de qui millor concepte tenen. E no poden ne deuen esser necessitats a haver de hoyr en la Universitat e Studi General, si fora de aquell y ha llisons que mes los convinguen en los monestirs o altres qualsevol parts, com etiam per que es etiam interés de aquells que y haja multiplicats lectors e multiplicades llisons en una mateixa facultat...' (ib., p. 134, n.67).
  6. Cf. ib., p.134-137.