GinerMaestro/Cap23/07

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23.07. Rebeldías y complicaciones políticas

Entre todos los 'galileyanos', el más denostado y acusado de heterodoxia por Mario había sido el P. Michelini, 'el matemático ' por antonomasia en la viperina pluma de Sozzi. Contra él, particularmente iba el gravísimo memorial presentado primero al Inquisidor florentino y luego, al cabo de unos meses, al santo oficio de Roma, junto con otro memorial semejante, centrado también en el P. Michelini.[Notas 1] Igualmente, en el ‘Memorial calumnioso’ de 1643, al recodar la paliza que le habían propinado en el carnaval de 1641, al único que cita expresamente es al 'matemático', insinuado que él fue uno de 'los delincuentes': 'fue golpeado y apaleado –dice- por los mismos PP. del Convento, entre los cuales estaba el 'matemático'.[Notas 2] De nuevo vuelve a citarle solamente a él, dejando a los demás en el anonimato cuando habla de su regreso a la Provincia. Y en este caso, es indignante su cinismo, pues teniendo en cuenta los trastornos que causó con tanto cambio antes y después de llegar, éste fue su apasionado juicio

'… fue necesario que el P. Mario volviera a Florencia para ejercer su cargo [de Provincial], aunque contra su gusto, pues conocía muy bien la cualidad de los sujetos que debía tratar, muchos de los cuales era imposible cambiarlos por la gran protección de S. A. S. y sobre todo el P. Matemático, viviendo en la Corte con su libertad; de modo que toda su autoridad y orden de poder cambiar familia fue en grandísima parte frustrada'.[Notas 3]

No es cierto que quedaran 'muchos' sin cambiar. Prácticamente habían desaparecido todos los 'galileyanos', empezando por los más señalados, como Settimi, Ambrosi, Morelli, Romani… Pero quedaba Michelini, el más odioso, y a la vez el más significativo, el más encumbrado, el intocable. Llama poderosamente la atención que, a pesar de ser el más acusado por Mario, y cuyo nombre, por tanto, leyeron Muzzarelli, Albizzi, Barberini y los demás cardenales del Santo Oficio, e incluso el papa, no fuera molestado por nadie, ni mandado a Roma una sola vez por el Inquisidor florentino, como mandó a Settimi y a otros, ni fue requerida expresamente su presencia por el airado cardenal Barberini. Y era tan 'delincuente' o más que los otros, según las denuncias de Mario. Esta especie de 'inmunidad política' es la mejor prueba de que gozaba de la decidida protección de la corte de los Médicis.

La aversión entre Mario y Michelini era mutua, y desde el nombramiento del primero para Provincial de Toscana, el Santo Fundador estaba muy preocupado por la reacción personal del segundo y por la indudable repercusión que su conducta de rechazo tendría en los demás. Por ello, apenas firmada la patente de Provincial, se esfuerza el Santo en inculcar a Michelini resignación, prudencia, paciencia, obediencia y esperanza de que el nuevo Provincial le tratará a él y a los demás con caridad y que le dejará las manos libres para que siga al servicio del príncipe Leopoldo y de la corte. Incluso, a finales de diciembre, le propone soluciones legítimas para esquivar la autoridad directa de Mario, temiendo con sinceridad que, a pesar de las promesas de éste, no se van a entender. Y en este sentido escribe también al príncipe Leopoldo el 11 de enero, confirmando todos los permisos concedidos a Michelini para seguir en su servicio.[Notas 4]

Con todo, cuando Mario llegó a Florencia a fines de enero de 1642, Michelini estaba de comunidad en la nueva casa de Pisa, fundada hacia solamente un año, gracias sobre todo a la intervención del propio Michelini ante el Granduque Fernando II, que es quien la solicitó con interés.[Notas 5] Su presencia en Pisa fue causa de que la comunidad se manifestara contraria al P. Mario, negándose a reconocerle como Superior Provincial y a prestarle obediencia desde el principio. El 8 de febrero escribe el Santo a Michelini: 'He recibido una carta firmada por cuatro Padres de los nuestros y creo que no debían haber tomado decisión alguna hasta ver en la práctica el gobierno del P. Mario, que me ha prometido comportarse con todos con mucha benignidad y caridad'. Y al rector, P. Scassellati, le decía en la misma fecha: 'Siento que ya desde el principio se hayan inquietado los ánimos de nuestros religiosos de esa casa'.[Notas 6] Desde entonces, en las cartas al rector y al Provincial no deja de preocuparse seriamente de esta rebelión, urgiendo al rector que calme los ánimos y consiga obediencia y sumisión al Provincial, y a éste que tenga paciencia y confíe en que le reconocerán, haciéndole ver, además, que no cesa de exhortarles a que se sometan y obedezcan.[Notas 7]

Mario previó, sin duda, que su provincialato no sería bien acogido por los religiosos, ni tampoco por la corte del Granduque, y que no sería fácil contrarrestar la protección que ésta última ejercería sobre sus opositores. De aquí que, antes de salir de Roma, tomó sus precauciones, corroborando su autoridad frente a sus religiosos y a la corte misma, como comunicaba el P. Settimi al príncipe Leopoldo el 21 de diciembre de 1641: 'Dicho P. [Mario], al besar los pies de S. Santidad, habló de VV. AA. SS., pero no sé de qué; y dijo a un amigo suyo que no tendría miedo de la Serenísima Casa, porque llevaba una embajada al Srmo. Granduque'. Y a mediados de enero volvía a escribir: 'La Sda. Congregación ha concedido al P. Mario otra patente para demostrar que es benemérito del Tribunal [del Santo Oficio], y en ella hay esta clausula: ‘communicantes ei nostras vices et voces’, que en resumen no parece significar más que esto: que, teniendo miedo de algo en Florencia, podrá invocar al Sto. Oficio y manifestar que es su hombre'.[Notas 8]

Por su parte, Michelini y los de Pisa alegaban que esa casa, desde la fundación, había sido sometida directamente al P. General y al cardenal Protector, y por consiguiente el Provincial de Toscana ni era su superior, ni tenía derecho a visitarla. Tal prerrogativa no es afirmada ni negada por el General, quien sigue insistiendo en que deben obedecer y someterse al Provincial.[Notas 9] El cardenal Cesarini, por su parte, según escribe el embajador toscano Niccolini desde Roma al secretario del Granduque, reconoce el privilegio, pero cree que, dada la autoridad que Mario ha recibido del Santo Oficio, lo más prudente es que le dejen visitar la casa y le reconozcan y obedezcan para evitar males peores, dado que el P. Mario promete ser benévolo y prudente y hacer visita muy breve. Ruega también Cesarini al Granduque que intervenga para conseguir que los rebeldes se sometan, y confiesa que esta actitud de los de Pisa le ha hecho pensar ya algunas veces en dejar de ser su Protector, 'pues le parece no poco extraño que cuatro descalzos le tengan en vilo con infinitas inquietudes'.[Notas 10]

No falta una alusión a Michelini, como principal causante de todo el conflicto, para cuya solución el cardenal ha llegado a (prometer al Padre Matemático del Srmno. Sr. Príncipe Leopoldo satisfacciones deseadas, ya que S. Emcia. sabe que es él quien se obstina más que los otros religiosos'. La afirmación es muy importante, tanto por reconocerle como cabecilla de la rebelión como por la insinuación de darle 'satisfacciones deseadas', pues a los mismos extremos llegará también Albizzi añadiendo amenazas gravísimas, que serán en definitiva el final de este drama.

Ni las apremiantes exhortaciones del P. General a los rebeldes, pidiéndoles sumisión y obediencia, ni los intentos del Cardenal Protector por forzar la intervención efectiva de la corte granducal mediante el embajador Niccolini, consiguieron conmover a los pisanos ni a Michelini.

Como nuevo Provincial, en el mes de abril, el P. Mario decidió visitar otras tres casas de su Provincia, situadas fuera del Granducado de Toscana, que eran las de Fanano, Guglia y Pieve di Cento. Fue recibido con corrección, pero fríamente y con alguna que otra protesta. Terminada la visita, se volvió a Florencia. Y en junio hubo en Fanano una reunión de representantes de estas tres casas, que decidieron sustraerse de la jurisdicción del P. Mario, proponiendo la creación de una nueva Provincia, llamada de Lombardía. Nombran ante notario, como Procurador, al P. Domingo Barberini para que vaya a Roma a tratar el asunto con el P. General, el Cardenal Protector y el represen ante del Duque de Módena, en cuyo territorio está Fanano.

El 12 de julio, el P. General da permiso al P. Barberini para que vaya a Roma a tratar el asunto y le promete que será recibido por el Cardenal Protector, que decidirá lo que convenga. El mismo día escribe también al rector de Pieve di Cento, P. Lucas Bresciani, en términos muy duros, diciéndole: 'Siento muchísimo que hayan tomado semejante decisión sin consultarla antes con Roma.' Y le comunica que el P. Mario estaba ya allí,[Notas 11] lo cual sugiere que el Provincial se había enterado de la reunión secreta de Fanano y se adelantó a ellos para hablar del asunto en Roma, tanto con el General como con el Santo Oficio, pues era una nueva baza a su favor para probar la rebelión general en toda su Provincia contra su persona y… contra quienes le habían procurado el provincialato y seguían protegiéndole.

No hay duda de que el Santo Fundador protesta por este nuevo acto de rebeldía, como vuelve a manifestarlo en otra carta del 16 de julio al P. Simón Bondi, rector de Fanano, diciéndole:

'… siento muchísimo que en esas casas se hayan alterado tanto los ánimos y hayan tomado una decisión en materia tan grave para religiosos, pues antes de tomarla debían consultar y pedir remedio a Roma. Mas ya que han cometido el error, tranquilícense todos y atiendan a la observancia con gran fervor, y aquí todos nosotros procuraremos librarles del temor que han concebido de estar bajo la obediencia de un Padre que no depende del P. General'.[Notas 12]

No les promete librarles 'de la obediencia' del P. Mario, sino 'del temor' que les causaba esa sumisión. Y era lo mismo que estaba tratando de conseguir con los de Pisa, insistiendo en las supuestas buenas disposiciones y promesas de Mario. No obstante, Mario mismo acusó al P. General de haber aprobado en secreto la decisión de los de Fanano,[Notas 13] y, sin duda, se ingenió para que se divulgara la idea de que fomentaba en toda la Provincia la desobediencia e insumisión al Provincial. El P. Apa se lo comunicaba desde Florencia y el pobre General le escribía el 2 de agosto, indignadísimo, estas durísimas palabras:

'Respecto a la opinión falsísima e indigna de mi oficio, que ha inventado alguna pésima lengua, de que yo deseo que por ahí estén inquietos los nuestros para probar que el P. Mario no sirve para Provincial, respondo que deseo que todos tengan un solo corazón y una sola alma al servicio de Dios y que el P. Mario sea un Ministro que responda a su oficio, pues de ello me seguirá a mí utilidad y honor y de lo contrario reproche- Y pensar igualmente que yo tengo a esos religiosos nuestros como miembros amputados del cuerpo de la Religión y como si no existieran y que quien no se rebela contra el P. Mario será reprobado por mí, esto me parece indigno que V. P. no sólo lo crea, sino incluso qué lo escriba, pues ni V. R. ni nadie han visto jamás en mí cosas semejantes, sino todo lo contrario'.[Notas 14]

Notas

  1. p.2523-2527
  2. Ib., p.2529.
  3. Ib., p.2530.
  4. C.3811, 3841, 3850, 3851, 3873,3814.
  5. Cf. O. TOSTI, ‘Gli Scolopi a Pisa’: Ricerche 15 (1985) 281-285; EGC X, p.290 y 301; EC, p.698.
  6. C.3917 y 3918.
  7. C. 3923, 3924, 3932, 3937, 3939, 3944, 3945, etc.
  8. Cf. L. PICANY0L, o.c., p.149-150.
  9. Cf. las 25 cartas del general dirigidas a Pisa o al Provincial Mario desde diciembre de 1641 a agosto de 1642.
  10. Cf. L. PICANY0L, o.c., p.156-157.
  11. c.4018,4019.
  12. C.4020.
  13. En el Memorial calumnioso dice que en Fanano 'si ribellarono e nominarono un nuovo Provinciale… ussurpandosi in questo I’autoritá del P. Generale, ‘con secueta intelligenza del quale ció fecero' (EC, p.2530).
  14. C.4028.