Montevideo (UY) Colegio de los Apóstoles Felipe y Santiago

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Presencias no oficiales

(1836-1875)

Razones de una fundación.

A raíz del ataque liberal contra las Órdenes religiosas en España, en 1834, muchos miembros de aquéllas no encontraron otra solución a sus vidas que la exclaustración, si querían permanecer en su trabajo apostólico dentro de una posible paz. A tal causa se debe la fundación del colegio de Montevideo; no pertenecerá jurídicamente a las Escuelas Pías, aunque sí debe considerarse con toda justicia «como primera presencia calasancia en Sudamérica» y, en cierto modo, como puerta para años más tarde, de las «Escuelas Pías Sudamericanas».

Los escolapios de Cataluña, Pedro Giralt, Antonio Masramón, Sebastián Llobateras, Ángel Singla tras su exclaustración marcharon hacia la Argentina; llegando a Uruguay se presentaron en la Curia eclesiástica de Montevideo; la situación política argentina estaba oscura; era febrero de 1836. Se encontraron con D. José Gestal y D. Miguel Antonio Vilardebó, ambos de ascendencia catalana. Todos se presentaron al Vicario apostólico, Dámaso Larrañaga. Este encomendó al Sr. Vilardebó buscase un lugar apto para el establecimiento de la obra de las Escuelas Pías. Llamaron a distintas puertas, incluso a la de un ministro del gobierno, con resultado negativo. Finalmente llegaron hasta el general Oribe, presidente de la República. Le presentaron un memorial que encargó estudiar a personas competentes; en él se decía que el gobierno tomaba el colegio bajo su protección y cedía un local (concretamente el antiguo hospital militar de la plaza); se indicaban los medios de recaudar fondos para su mantenimiento y los medios para su recta administración; se formulaban los principios pedagógicos, los de organización escolar, los de didáctica que iban a dirigir la tarea de la enseñanza; se hablaba de los exámenes y de las vacaciones; finalmente, se presentaba el internado, su función e importancia, su finalidad y el modo de actuar en él.

El gobierno uruguayo vio en tal proyecto un gran instrumento social y político, por lo que aprobó la apertura de obra el 27-5-1836, surgiendo a este hecho múltiples reacciones en contra, al tratarse de una escuela confesional católica. No obstante y a pesar de todo el 1 de agosto de ese año se abrieron las puertas del colegio en calle San Sebastián, hoy Buenos Aires.

En todo momento los fundadores se sintieron apoyados por el gobierno, que puso en práctica todas las peticiones formuladas en el memorial. A los arriba citados hay que añadir los ex-escolapios Joaquín Riba, Fernando Cabanas, Marcelino Noriega y José Revenios; todos ellos junto con los Sres. Francisco de la Mata, Damián Seguí y Joaquín Pedralbes constituyeron el primer claustro.

Historia y actividades.

Con todos los medios y posibilidades en sus manos, sin una tradición y costumbres existentes y tratándose de un grupo rector joven y con ilusión se consiguió un colegio y, al poco tiempo de su funcionamiento, sus más acérrimos detractores salieron en su defensa. El internado era modélico, la disciplina del centro se mantenía en favor del alumnado, jamás apareció deseo de lucro en los directores; los textos empleados -se conserva la relación de los mismos-eran tomados de los usados en los colegios escolapios en España; al año se solicitó abrir cátedra de filosofía, que, debido a los resultados tan favorables alcanzados, se concedió para que pudiera impartirse en dos cursos; en 1842 abrieron las aulas de taquigrafía, para alumnos pobres, siendo la enseñanza gratuita, lo cual también fue muy aplaudido.

Junto a las autoridades colegiales, se puede encontrar al P. Giralt en una cátedra de latinidad en la Universidad, como inspector de la enseñanza estatal, miembro de la Comisión nacional de bibliotecas y museos, miembro del Instituto de instrucción pública; desde este cargo pudo conseguir que San José de Calasanz fuera nombrado patrono de las escuelas departamentales de varones. El P. Singla estuvo muy vinculado a la tarea pastoral diocesana, incluso con la categoría de párroco; lo mismo el P. Masramón, antes de su retorno a la Orden en España. El P. Riba fue director del colegio, luego fiscal de la Curia eclesiástica y rector de una escuela estatal.

Prácticamente con la muerte o desaparición de los fundadores se cerró el colegio.

Bibliografía

  • Archivo Argentina

Redactor(es)

  • Juan Langan, en 1990, artículo original del DENES I