Nápoles (IT) Casa de formación y colegio Duquesca

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Campania

(1626-1822)

Historia

Esta primera casa escolapia de Nápoles la abrió el mismo Calasanz, iniciando las clases el 2-11-1626. El historial de su fundación lo dan ya con riqueza de detalles los biógrafos del santo. Los principales bienhechores fueron el regente Carlos Tapia, marqués de Belmonte, el arzobispo cardenal Francisco Buoncompagni, el filipense P. Antonio Bell'Arbore, D. Valerio Lampiero, llamado Fiorillo, que donó varías casas, y los llamados «complateari» que abonaron los 1.130 ducados necesarios para la adquisición del edificio mayor: eran los señores Víctor Jacobo Ferraiolo, Dr. Juan Andrés de Auxilio, Dr. Juan Bautista Aurilia, Ángel Rocchino, Mucio Grosso y Pedro Antonio Incoronato. Calasanz informa que a los 8 días eran 400 los alumnos, finalizando diciembre con 600 y no hubo más por falta de espacio. El entusiasmo despertado por las Escuelas Pías en Nápoles se comprueba también con el afluir de jóvenes al noviciado: en el trienio 1627-1629 ingresaron en la Orden 46; otros 54 vistieron la sotana entre 1630 y 1640. Paralelamente con la escuela nació la congregación de los artistas (artesanos) fundada en 1629 por Antonio Battaglia. Esta cofradía, que existía aún a principios del siglo XIX, se erigió canónicamente el 12-6-1631, con el nombre de «congregación de la Asunta». El primer superior de la casa fue Calasanz. El edificio creció con la compra de casas vecinas, que bien o mal se incorporaban al núcleo primero. En 1652 se hallaba terminada la iglesia dedicada a Santa María del Pesebre. De 1646 a 1656 la vida de la comunidad no fue fácil, principalmente por la división interna, pues los napolitanos no pararon hasta alejar a los forasteros y aun algunos naturales del propio reino. En 1656 había en el colegio siete escuelas, y la comunidad era bastante numerosa, pero la peste acabó con catorce religiosos y los barrios vecinos quedaron casi despoblados. La restauración no fue fácil. En 1659 son diez los religiosos, de ellos cinco sacerdotes; los alumnos eran muy pocos. En 1669 funcionaban cinco escuelas; se ignora con qué alumnado. Económicamente no parece que anduviera mal el colegio, pues consta que se hacían obras de reparación y mejora y se arreglaba la iglesia. En 1674 el P. Fedele, General en Visita, quedaba satisfecho del estado de la casa, iglesia y sacristía, mas no del modo en que se llevaban las escuelas, especialmente las inferiores. Allí residía el Provincial y allí se celebraban los Capítulos provinciales. En 1682 aparecen lectores de filosofía y teología, que enseñaban lo mismo a clérigos escolapios que a externos. En 1698 cursaban allí doce clérigos; después de 1702 ya hay un verdadero juniorato, aunque poco numeroso. Parece que hacia 1730 los clérigos fueron enviados a otra parte a causa de la pobreza de la casa y de la necesidad de restaurar el edificio. Fue el P. Felipe Perrey quien supo hallar los recursos necesarios, pero dejó no pocas deudas. Por ello fue de gran interés la aportación económica de ciertos religiosos que eran capellanes del ejército, como el P. José Antonio Vogler (1694-1768). Un terremoto en 1733 arruinó en parte los edificios recientemente restaurados y le tocó al P. Domingo Mazzella remediar los daños, si bien se acabaron las obras bajo el nuevo rectorado del P. Perrey. En 1738 casa e iglesia se hallaban en buen estado, las escuelas funcionaban con regularidad, se tenían los oratorios festivos para los mayores y los pequeños, por separado, y se practicaba la oración continua. Había más de quince religiosos. Parece que hacia 1753 retornaron los clérigos estudiantes. En la segunda mitad del siglo se atendieron mucho más las escuelas superiores. No obstante el colegio se hallaba floreciente y era muy apreciado como atestigua el profesor Zazo hablando del año 1785.

Se sabe que el colegio seguía su marcha los años 1802, 1805, 1808; luego se produce el vacío absoluto. El profesor Zazo afirma que en 1816 era rector un tal P. Antonio Adamo. En 1824, al reunirse la Provincia de Nápoles con la de Apulia, nada se dice de la Duquesa. D. Vicente Improta informa que, en sus locales habitaron los siervos de María hasta 1870, en que los expulsó el Gobierno, aunque les cedió alguna habitación y el cuidado de la iglesia. En 1898-1899 todo se derribó por razones urbanísticas. En 1904 se colocó una lápida en una de las callejuelas del barrio para recordar la primera escuela calasancia de Nápoles; hoy ni la lápida queda; en las cercanías, una calle lleva el nombre de San José de Calasanz.

Bibliografía

  • Regestum Religiosos, 10-12
  • Regestum General, 8-14, 129-182
  • Improta, Cenni storici dell’Addolorata e del Calasancio alLa Duchesca in Napoli, Nápoles 1907
  • De Frede, C., La fondazione delle prime Scuole Pie in Napoli nelle lettere di S. G. Calasanzio: en Archivio Storico Napolitano, nueva serie, vol. XXXIII (1951-1952) 242-246 (separata)
  • La settimana sacra, a cura di Vicenzo Improta (Nápoles 1899), p. 56 ss. MO, 121-124.

Redactor(es)

  • Giovanni Ausenda, en 1990, artículo original del DENES I