Oviedo (ES) Colegio Loyola

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Castilla

(1946- )

Antecedentes históricos.

Las Escuelas Pías de Castilla habían puesto sus ojos en Oviedo con intención de abrir una casa en dicha ciudad, pues era universitaria y podían cursar los estudios los jóvenes religiosos. A tal fin realizó varias visitas desde Santander el P. Simón Ruiz. Y pareció más oportuno tomar un pequeño colegio que estuviese en funcionamiento y reconocido oficialmente. Así pues se pensó en el colegio «San Ignacio de Loyola», propiedad del sacerdote Francisco González Bardón. El Sr. obispo, Benjamín Arriba y Castro, discípulo de «San Antón» de Madrid dio los correspondientes permisos siempre y cuando atendiesen los grupos de Acción católica ya existentes (20-9-1946). Se firmó la escritura pública en Madrid (30-4-1947) por un valor de 800.000 pesetas incluyendo en dicho precio el mobiliario e, incluso, un autobús. Como gozaba de gran fama los escolapios no le cambiaron el nombre.

Buscando sus orígenes en tiempos anteriores hay que decir que tras expropiar la República a los jesuitas su colegio de Oviedo, un grupo de adictos lo volvió a abrir en octubre de 1937 cerca de las estaciones de ferrocarriles; y luego lo trasladaron al paraje del Naranco. Su capellán era un jesuita; de ahí el nombre de «Loyola». En el momento de la adquisición por parte de los escolapios era propietario y capellán dicho D. Francisco González.

La situación en los terrenos a los que fue llevado el centro trajo diversos problemas con el municipio y con el dueño.

Por otra parte, en él funcionaba enseñanza primaria, bachillerato, internos, mediopensionistas, externos; era regentado por seglares, siendo el director el Sr. Prendes. Al cambiar la propiedad y la dirección también se provocaron situaciones de fricción que se hubieron de salvar con diplomacia y habilidad: el profesorado y el alumnado se dividió, unos integrándose con los escolapios, otros creando un centro nuevo y paralelo.

Desarrollo histórico.

Superadas las primeras dificultades se detectó la insuficiencia de locales. El P. Aurelio Isla levantará un nuevo pabellón en nueve meses; creará una sección para gratuitos; alcanzará la separación de internos y externos y habilitará una tercera planta para las habitaciones de los religiosos. El P. Germán López de Juana aumentó de 16 a 45 mil los metros cuadrados de la finca. En 1949 los alumnos se acercan a los 500 y nuevamente se hacen pequeños los locales, por lo que hubo de alquilarse un chalet en la calle Altamira para instalar en él la enseñanza primaria. Se le bautizó con el nombre de «Loyolín»; funcionó sólo el curso 1949-1950, que por insuficiente se pasó a otro local de la calle Fray Ceferino, perteneciente al obispado y construido para las escuelas del Ave María. Ahí se mantuvo hasta 1962 en que se pudo disponer del nuevo colegio.

Era necesario, pues, emprender obras para la reconstrucción total; previamente se hicieron reformas con el fin de poder conjugar la tarea de la enseñanza y la remodelación del edificio. La obra comenzó en mayo de 1959 y tras colocar la primera piedra en julio del mismo año quedó finalizada el 29 de septiembre de 1962. Una empresa constructora asturiana se responsabilizaría de todo. El 31-12-1962 fue la fecha del traslado de la portería. El desembolso económico fue sufragado a base de empréstitos.

El nuevo pabellón está adosado al antiguo; consta de semisótano y cuatro plantas: las dos primeras para aulas e instalaciones académicas, las dos de arriba para internado y dependencias anejas. En la cuarta se instalaría la comunidad. La iglesia ocupa un espacio perpendicular al colegio; es amplia y sin ninguna columna. El grupo escultórico de San José de Calasanz con un grupo de niños, obra del escultor Rodilla, estuvo expuesto en Madrid; las imágenes de los altares laterales son del mismo autor y material, aunque de menor inspiración. Cuenta de un magnífico polideportivo y canchas para la práctica de distintos deportes.

En 1972 se adquirieron 20.000 metros cuadrados al otro lado del arroyo; con ello y a base de permutas se pudo rellenar la «vaguada» quedando una finca amplia, regular y nivelada.

A partir de 1977 y con las nuevas exigencias se va reduciendo el internado de 400 alumnos a ninguno. Los locales inicialmente preparados para ellos se adecúan para otros menesteres; de ese modo habrá una reordenación de locales y una nueva distribución de secciones; como el inmueble era grande se ha podido dar cabida a huecos para múltiples actividades educativas.

Desarrollo pedagógico y educativo.

La atención al movimiento de Acción católica, según la recomendación del Sr. obispo fue grande, hasta que en los últimos tiempos se ha transformado o modificado por otros movimientos juveniles. Sirvieron de espaldarazo al colegio las fiestas programadas a raíz de la visita del P. General (enero de 1949) y la llegada de las Reliquias de San José de Calasanz. En tales actos conviene citar a D. Eduardo Menéndez de Blas, a quien se le otorgó la carta de hermandad, antiguo alumno de «San Antón», y al maestro del orfeón, Ruiz de la Peña.

Una de las mayores preocupaciones de los responsables fue crear un centro que gozara de todos los adelantos de la pedagogía, pudiera usar los mejores servicios académicos y estuviera en buena relación con otras instituciones de enseñanza. Así se mantuvo amistad con los catedráticos y hombres de gobierno de la Universidad como Torcuato Fernández Miranda y Benjamín Dugnol. En el colegio se ha trabajado en la formación espiritual de los alumnos y de los vecinos del barrio; en la formación artística y musical, con la creación del orfeón; en el seguimiento a los antiguos alumnos; en los últimos tiempos en las escuelas de padres.

También ha publicado la revista «Calasanz», que posteriormente se convirtió en «Boletín oficial»; en ella se recensionaban todos los acontecimientos y sucesos del centro a lo largo del mes. La «Memoria escolar» fue anual.

Así las cosas el colegio ha crecido superando las cincuenta personas que trabajan en él para atender a cerca de cien alumnos en preescolar, mil en EGB y 400 en BUP.

Superiores

Persona Año
Germán López de Juana 1946
Aurelio Isla 1946
Germán López de Juana 1947
Marciano López 1955
Pedro Ruiz 1964
José Luis Palazuelo 1967
Manuel D. Montoto 1972
Manuel González 1975
Antonio Martínez 1976
Isidro García 1979

Bibliografía

  • Archivo Castilla
  • Archivo de la Casa
  • Memoria escolar (varios años)
  • Revistas del colegio (varios años).

Redactor(es)

  • Marciano López, en 1990, artículo original del DENES I