ViñasEsbozoGermania/Cuaderno07/Cap45

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Capítulo 45º. Tras narrar los acontecimientos de la guerra, trata sobre el Comisariado de Hungría bajo el Rvmo. P. Juan Francisco Foci de S. Pedro.

El año 1687 los turcos invadieron Hungría con un poderoso ejército, para recuperar lo que los nuestros habían tomado con la espada el año anterior. Pero tras perder a veinticinco mil de los suyos, y toda la maquinaria bélica, y dejando muchos miles más en cautividad de los cristianos, el gran visir se echó a llorar, y el emperador Leopoldo recobró para la fe Eslavonia, Transilvania y Valaquia.

El año 1688 fue tomada la provincia de Alba Regia (Székesfehérvár), y las fortalezas de Petrovarad y otras se entregaron a los vencedores por miedo a los imperiales. El 10 de agosto el comandante supremo Conde Carlos de Lotaringia conduce el ejército a Savum, cerca estrechamente Zemun y el 6 de septiembre la ataca con tanta fuerte y tantas víctimas entre los enemigos que parecía que ninguno había escapado a la muerte. Al vencedor, cargado de despojos tan ricos, se le vio besar las heroicas heridas por las cuales se había obtenido tanto botín, y la cristiandad se encontraba a las puertas de Belgrado. Esta pérdida irreparable tiene graves repercusiones para su emperador en Constantinopla: Mehemet IV es depuesto, y en su lugar asume el imperio su hermano Solimán III. Este envía un embajador a Viena para negociar la paz, pero en Austria el gobierno del Emperador prefiere esperar hasta que se hayan curado las heridas causadas cruelmente a los nuestros durante tantos siglos. Los nuestros ocupan Serbia; entran en Bulgaria; pueblan Sofía; se instalan en Nisa y Vidin; venir y vencer fue lo mismo. De una multitud enorme sobrevivieron dieciséis mil turcos, de los cuales cinco mil eran indios. Los mató el marqués de Baden, para que los demás no se atrevieran a mostrarse ante el campamento. Pero interrumpió el curso de la victoria el que siempre fue gran envidioso Luis XIV, rey de Francia y gran protector del Corán, para que la casa de Austria no instale su trono sobre las ruinas de la Puerta otomana, y puso su mano traidora para resistir al Imperio. Era un excelente pescador en aguas revueltas.

En el mes de agosto de 1690 los turcos llegan con un ejército de 80.000 hombres y sitian Vidin y Nisa, y las toman. Durante los sitios de los dos castillos Tököly mata a tres mil germanos que encuentra de guardia en Transilvania, se une a los turcos y los tártaros y entra en el principado, y es nombrado príncipe de Transilvania por los turcos, pero no mucho después es expulsado por el Marqués de Baden. El 1 de octubre los turcos con un potentísimo ejército atacan Belgrado, que estaba defendida por soldados germanos y húngaros, y las tropas auxiliares imperiales del Duque Croy, y aunque el prefecto tenía suficientes espadas y organizó salidas frecuentes contra los turcos, cuando los enemigos comenzaron a golpear las murallas con gran cantidad de piedras, lograron derribar tres arcos, y con máquinas lanzaron fuego, de modo que la torre se llenó de polvo, y buena parte del fuerte con mil soldados fue destruida, y un violento incendio destruyó las murallas alrededor, y casi todas las defensas de los sitiados quedaron reducidas a ruinas. Aunque las murallas habían caído, no fue así con el ánimo de los soldados; resistieron vigorosamente el asalto, cayeron seis mil turcos. Finalmente el 8 de octubre se lanzó el ataque decisivo, y como encontró pocos vivos, el bárbaro descargó su rabia sobre los exánimes, y entró vencedor en el valeroso fuerte como en Troya humeante y reducida a horribles carbones. Se diría que estos asiáticos se habían convertido en sepultureros que habían venido a enterrar a los valientes soldados cristianos caídos por la patria, y para construir sus sepulturas. Apenas encontrarías quien salvase la vida de este incendio, aparte de cuatrocientos soldados que nadaban bien y tres oficiales.

En el año 1691 el emperador Leopoldo acampa con un ejército muy numeroso, comparable al enemigo, frente a Petrovaradin, y el ladrón musulmán no elude la lucha con cien mil de los suyos y cae sobre los nuestros rompiendo las líneas, aunque son pocos los que son puestos en fuga. Luis de Baden viene a reforzar con óptimos jefes y soldados, y una vez restablecido el orden, con su ejemplo levanta el ánimo de los soldados que huían, y ataca al enemigo y a los suyos, con tanta pertinacia que la lucha sigue hasta la noche, y finalmente, no pudiendo soportar durante más tiempo el enemigo la lluvia de fuego, prefieren mostrar la espalda mejor que la frente y el pecho, y Machmet se retira a su campamento, dejando para los vencedores un opulentísimo botín y veinticinco mil de sus soldados. Sevaskier, hijo del Gran Visir, y el Gran Agá de los jenízaros, entre otros muchos, cayeron. Pero la victoria también nos costó muchos muertos a nosotros: se perdieron unos diez mil soldados, y fueron muchos valientes oficiales, magnates y tribunos cuyas grandes almas partieron a través de sus heridas. El gran héroe Haisler cambió con el marqués Doria y otro conde la cautividad de Tököli por su libertad original a cambio de veinticuatro mil áureos. En el mes de noviembre Tököli y Petrocio con sus seguidores, que bajo la protección turca controlaban la enorme extensión de su patria, fueron hechos objeto de sospecha e insidia; fueron desarmados por los turcos y llevados cautivos por los tártaros. Eran merecedores de servir en la esclavitud bárbara quienes por la traición habían renunciado a la dorada libertad de su madre Hungría.

Esta victoria católica de Varadín dio una gran alegría a nuestros religiosos, y fue ocasión de organizar una gran fiesta. Encuentro esta noticia en S. Pantaleo de la ciudad (1690-1710): “El 18 de junio de 1692 Su Santidad Inocencio XII mandó que se entregaran como caridad a esta casa cuarenta libras de carne (y el mismo Pontífice envió otras porciones a nuestro noviciado, y a otros religiosos), para celebrar la octava de la fiesta de S. Antonio de Padua, el nombre que le pusieron en el bautizo (Antonio Pignatelli), y el anuncio de la toma de Gran Varadin por la armas imperiales”.

De las mismas memorias: se celebró una Academia el 17 de agosto de 1692 en la iglesia de S. Pantaleo, dirigida por el P. Pedro Francisco Zanoni de la Inmaculada Concepción de la B.V.M. y realizada brillantemente por los escolares, y por la cual recibieron muchas alabanzas del Ilmo. Embajador imperial ante la Santa Sede, a quien se dedicaba la academia. Asistieron cincuenta y seis prelados, y mucha gente de la nobleza.

Mientras tanto fue elegido Prepósito General de las Escuelas Pías por los padres reunidos en el Capítulo General de 1692 el P. Juan Francisco Foci de S. Pedro.

Este varón había nacido en Maserno el 1 de agosto de 1650, e ingresó en nuestra Orden el 25 de marzo de 1666. Durante su vida ilustre y piadosa desempeñó los cargos de rector, provincial, procurador general y General con insigne caridad, prudencia, santa observancia, celo por el instituto y toda clase de virtudes. Fue nombrado por S.S. Inocencio XII entre los Diputados del Hospicio Apostólico, en cuanto misericordioso protector de los pobres, y fue confirmado para el generalato por el mismo con un decreto en 1698. Semiparalizado durante diez meses, lo sobrellevó con insigne paciencia y devoción, especialmente hacia la Santa Familia de Nazaret, después de recibir todos los sacramentos, después de terminar los trabajos que incansable había prestado por el crecimiento de nuestra Orden y por el bien del prójimo, vivió plácidamente su último día, el 9 de junio de 1699, en Roma. Su biografía está escrita en el vol. I de la obra Vida de los Arcades difuntos, del P. Nicolás M. Avanzini de Sto. Domingo de las Escuelas Pías.

En tiempo del generalato del Rvmo. P. Foci se hizo la separación de Hungría de la provincia polaca. Aunque desde el año 1666 Hungría estaba unida a la provincia polaca, y con ella nació y creció, decidieron el P. General Juan Francisco de S. Francisco y sus asistentes generales que en el Capítulo General de aquel año, en el punto 9, se separara de aquella provincia, a petición del Emmo. Cardenal Leopoldo de Kollowicz. Así, pues, con patente fechada 16 de mayo eligió y nombró Comisario General para Hungría al P. Lucas Mösch de S. Edmundo, antiguo rector de Prievidza, lo cual se hizo público por primera vez en Prievidza el 30 de junio por parte del ex provincial de Polonia y Hungría, P. José Varzecha de la Madre de Dios, y en este acto fue secretario el P. Vicente de S. José, que había sido nombrado provincial de Polonia, y volvía del Capítulo General en Roma.

Espero que pensarás que vale la pena escribir brevemente la vida del Rvdo. P. José Varzecha de la Madre de Dios, que entre los superiores de la Provincia de Germania ocupa el sexto lugar de los Provinciales de Polonia (desde 1665 a 1692; el 1º, Wenceslao Opatowsky del Stmo. Sacramento; el 2º, el P. Pablo Frankowicz de la Natividad de la B.V.M.; el 3º Miguel Krausz de la Visitación de la B.V.M.; el 4º, Adalberto Siemierkowicz de Sta. Teresa; el 5º, Francisco Haligowski de Jesús María).

El P. José de la Madre de Dios, en el siglo Francisco Varzecha, era natural de Rzeszów, Polonia, diócesis de Przemysl. Nació el 19 de enero de 1643. En su necrología se lee: “Varón insigne por la modestia, la paciencia y el buen ejemplo; después de cumplir todas sus tareas en la vida religiosa, debilitado por las enfermedades, falleció piadosamente a causa de la fiebre en la casa noviciado de Podolín el 25 de junio de 1695”. El Hemerologio añade: “Lleno de méritos en la provincia de Germania”. En el Archivo General de Roma se conserva una obrita escrita por su mano titulada Corona de flores sagradas y civiles en alabanza del Doctor de las Gentes el Apóstol Pablo, como signo de filial obsequio al Muy Rvdo. Pablo Frankovicz de la Natividad de la B.V.M., Provincial de Polonia y Hungría, terminada el 19 de junio de 1672. El Ven. P. Juan Crisóstomo Salistri describe así al P. José de la Madre de Dios: “Alto de estatura y delgado, de voz y complexión débil; hombre celoso y de sentimientos, comienza a tener canas, y se le enrojecen un poco los ojos”.

Cuando se constituyó el Comisariado había en Hungría tres casas nuestras: la de Prievidza con un colegio formal, y las residencias de Brezno y San Jorge, y en total había entre las tres casas 9 sacerdotes, 5 clérigos profesos, 1 hermano operario y 2 novicios clérigos. En el año 1693 había en las tres casas de Hungría 14 sacerdotes profesos, 1 sacerdote novicio, 6 clérigos profesos, 1 hermano operario, 4 novicios clérigos y 1 novicio hermano. En total, 27 religiosos nuestros.

El P. Lucas Mösch de S. Edmundo desempeñó su cargo de Comisario hasta el año 1695, en el que la Congregación Romana erigió las casas de Hungría en Viceprovincia. Desde ese año hasta 1721, en que fue constituida con el derecho y honor de Provincia, hubo seis viceprovinciales, a saber: 1º, P. Lucas Mösch de S. Edmundo (1695-1698); 2º, P. Andrés Baiar de la Conversión de S. Pablo (1698-1709); 3º, P. Ignacio Cservenka (1709-1712); 4º, P. Eustaquio Bonn de la Stma. Trinidad (1712-1715); 5º P. Leonardo Zajkanyi de S. Eustaquio (1715-1721). En aquel tiempo hubo siete provinciales en Germania, a saber: 1º, P. José Bruckner de Sta. Catalina; 2º, P. Plácido Feir de S. Bernardo; 3º, P. Clemente Teng de S. Felipe Neri; 4º, P. Bernardo Bartlik de S. Felipe Neri; 5º, P. Ignacio Kreimel; 6º, P. Inocencio Braunhoffer de S. Clemente; 7º, P. Joaquín Bartsch.

Notas