Viena (AT) Colegio-internado de Löwenburg

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Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Austria

(1748- )

Historia

En sus disposiciones testamentarias de 1731 el conde Juan Jacobo de Löwenburg, señor de Hainburg, legó toda su fortuna y su señorío a los escolapios para que fundaran un colegio en Hainburg y un colegio-internado para nobles austríacos y húngaros en Viena. Al morir el conde surgieron largas contiendas por la herencia, dado que parte de ella estaba condicionada al hecho de que su única hija muriera sin sucesión, como así fue. Se llegó a un acuerdo por el que los escolapios renunciaron al señorío de Hainburg y no pudieron fundar casa en él, a pesar de sus intentos. Con los bienes testamentarios edificaron y dotaron el internado, que en honor de su fundador se llamó de Löwenburg, para el que consiguieron permiso imperial en 1746. El edificio fue construido frente al colegio josefino, formando con él y con la iglesia de María Treu un único conjunto arquitectónico. En 1748 abrió sus puertas, antes de concluirse las obras. En el mismo internado se constituyó el ciclo completo de clases elementales y gimnasiales, según el sistema y métodos peculiares que se seguían en los demás colegios escolapios. Pero dado el carácter especial de la fundación, destinada a nobles, se añadieron al programa académico normal otras asignaturas como francés, italiano, cronología, genealogía, heráldica, danza, esgrima, dibujo, pintura, caligrafía, música, piano, violín, arquitectura, etc. Muy pronto se añadieron a los fondos fundacionales otras notables donaciones testamentarias para aumentar el número de internos. En la segunda mitad del siglo XVIII había en torno a cincuenta internos, pasando de cien en el siglo siguiente en que las dificultades económicas aconsejaron admitir también a algunos de pago. Los religiosos adscritos al colegio y encargados de las clases, prefecturas y asistencias del internado fueron aumentando progresivamente, llegando al máximo, a veintisiete, en 1770. Durante el siglo XIX oscilaron en torno a quince sacerdotes. El prestigio que adquirió pronto el Löwenburg durante el reinado de María Teresa fue enorme; no había en todo el imperio otro centro que lo aventajara. En una audiencia concedida por el heredero al trono José II (1764) entre los cuarenta y ocho internos del Löwenburg se contaban un príncipe, dieciocho condes, veinticuatro barones y cinco caballeros del Imperio. Mientras vivió Francisco I, esposo de María Teresa, los alumnos del Löwenburg, junto con los de la Academia saboyana, dirigida también por escolapios, solían ir a palacio a felicitar a los soberanos en su día onomástico, y los de la Academia teresiana, igualmente dirigida por escolapios, iban a felicitarles las fechas de cumpleaños. Al morir Francisco I, su hijo José II unificó tales audiencias, concediendo una sola a todos, el primer domingo del año. Pero al empezar su propio reinado abolió la costumbre. Más grave fue su decisión de cerrar todos los internados del imperio, por creerlos perjudiciales para la formación de la juventud por su alejamiento de la propia familia y el sistema de clausura y rigor disciplinar. Además, todos los fondos fundacionales fueron incautados por el Estado. Por ello el 29-10-1782 fue cerrado el Lówenburg, sus alumnos mandados a sus casas, toda la servidumbre despedida, los religiosos distribuidos en diversas casas y el colegio mismo amenazado de venta forzosa para pagar deudas.

Hasta esta fecha habían pasado por el Lówenburg 725 internos. Los escolapios recurrieron al recién nombrado canciller de Bohemia, conde Koteck, exalumno del colegio, quien consiguió que el emperador cambiara de opinión, por lo que en 1783, por decreto imperial, se abrió de nuevo el internado. El Provincial se comprometió a pagar las deudas por su cuenta. Los internos en adelante no deberían ser exclusivamente nobles e incluso deberían pagar todos una cuota anual, pues los fondos fundacionales no fueron devueltos. Incluso el Lówenburg debería cambiar de nombre y quedar unido al colegio josefino para las clases. En 1784 se presentó improvisadamente José II y su hermano Leopoldo en María Treu y visitó la parroquia, el colegio josefino y el Lówenburg. Con el sucesor de José II cambiaron las cosas. En efecto, Leopoldo II quiso restablecer la Academia teresiana de nobles, suprimida por su hermano, pero en vez de ocupar el antiguo y grandioso edificio, pidió a los escolapios en 1791 que admitieran en el Lówenburg a treinta internos con beca del Estado, pasando además a dicho colegio los fondos fundacionales de la suprimida Academia, que se llamó desde entonces teresiano-leopoldina, con clases internas como antes de la supresión Josefina. Pero al no bastar los locales, determinó el emperador que los alumnos, al terminar el quinto curso de gimnasio, pasaran al Barbaraeum, antiguo colegio de jesuitas, para acabar sus estudios de derecho. La dirección del Barbaraeum dependía totalmente del rector del Lówenburg. Así duró la situación desde 1794 a 1797. En este último año el nuevo emperador Francisco II restableció en su histórico edificio la Academia teresiana, a la que acudieron los alumnos de Barbaraeum y del Lówenburg, becarios del Estado. Con ello el Lówenburg volvió a ser lo de antes, pues Francisco II le restituyó los fondos fundacionales (1803). En 1804 había 126 internos. En 1848 fue cerrado el gimnasio académico, dirigido por escolapios, en donde vivían los diez niños cantores de palacio (Hofsángerknaben), que pasaron al Lówenburg y permanecieron allí hasta 1919 en que se abolió la monarquía. En 1872 quedaron suprimidos definitivamente los ingresos fundacionales, que escasamente se habían mantenido a pesar de las restricciones de 1848, y desde entonces el colegio empezó a llamarse «Piaristenconvict» (Internado escolapio). El gimnasio pasó a la administración y dirección del Estado, dada la imposibilidad de atenderlo por las nuevas exigencias estatales. La escasez de religiosos obligó además a admitir ayudantes seglares en el internado, que tenía tan sólo cuarenta y dos niños en 1873, por lo que fueron cedidos en alquiler al Estado muchos locales, ya inútiles. En 1920 las dificultades económicas obligaron a cerrarlo por completo. Años más tarde volvió a abrirse, pero sólo como simple residencia de universitarios sin ninguna responsabilidad educacional. En 1980 se cerró la residencia universitaria y se abrió un parvulario modernísimo junto a la parroquia.

Bibliografía

  • Groubauer, F. Die Nachtigallen aus der Wiener Burgkapelle, Horn, 1954
  • Nomina DD. Convictorum ingredientium et egredientium Convictum Löwenburgicum, ms., Archivo Provincia Austria

Redactor(es)

  • Severino Giner, en 1990, artículo original del DENES I