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03.06. La profecía de las acémilas

Las evocaciones anteriores tenían un testigo directo, presencial: don José Marquet. Pero hubo otra anécdota de origen más tardío, que se incorporó a las narraciones tradicionales de la infancia, y que indudablemente ha de tener un fondo histórico, pues no podía mantenerse su recuerdo —si era falso— más de un siglo. Se la contaron al P. Luis Cavada al pasar por Peralta en 1680 y él la evoca en una carta del 5 de agosto de 1690, y dice:

Ahora me acuerdo que estando en Peralta de la Sal, me contó un anciano sacerdote de allí, que había oído decir a su padre, que sintiéndose muy afligido el padre de N.V. Padre por causa de ciertas personas de Cataluña a quienes había adelantado dinero para que le trajeran hasta su casa la cantidad de trigo que necesitaba para su provisión, y habiendo fallado a su palabra, no tenía de dónde proveerse. Pensando en ello y lamentándose paseaba por la plaza, delante de su casa. Y en esto, volvió de la escuela su hijo, esto es N. Ven. Padre, de quince años más o menos, y sabiendo la causa de la aflicción de su padre, le consoló diciéndole que no se preocupara, sino que confiara en Dios, que cuanto antes le proveería. Aquella misma tarde llegaron algunos de los esperados con acémilas cargadas de trigo. Y se tuvo por profecía. Lo dicho por este sacerdote (sobrino o nieto del Maestro Ibáñez que fue condiscípulo de N. V. Padre desde la gramática) podrán confirmarlo otros sacerdotes jóvenes...'.<ref group='Notas'>RegCal 28, p.466-468.</ref>

Más que provisiones para su propia casa, es probable que se tratara de algo relacionado con su oficio de Baile General de la baronía de Peralta, pues la cantidad de provisiones que sugieren las mulas, en plural, parece exceder las necesidades de una sola familia, aunque fuera numerosa, como lo era la suya. Por otra parte, no son compatibles la edad de quince años con el venir de la escuela local, pues a esa edad debía estar ya estudiando latines o Artes, como era frecuente,<ref group='Notas'>El P. Jerónimo Nadal, S.I., visitó en 1554 el Noviciado de Gandía y en la lista de candidatos incluyó al siguiente: 'A. Capilla, valenciano, de 14 años, muy salado y reposado, bachiller en artes, de muy buen talento' (cf. Epistolae P. H. Nadal, S.J. ab anno 1546 ad 1577, v.I (1546-1562) [Madrid 1898], Apéndice, n.VI, p.758-761). Se trata del futuro obispo de Urgel, gran amigo de José Calasanz.</ref> y en Peralta, como diremos luego, no había escuela de latín. La misma anécdota en sí adquiere más verosimilitud aplicándola a un niño pequeño, cuyas gracias y ocurrencias se recuerdan luego con simpatía, e incluso como genialidades —profecía en este caso—, más que las de un mozalbete de quince años. Es, pues, más acertado poner el acento en el detalle de que el niño venía de la escuela y no en la edad concreta de los quince años.

Notas