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La fundación de Mesina no tenía solución. Por lo visto, el vicario general lo había tomado como algo personal. El Senado de la ciudad había recurrido a Roma a mediados de enero de I 626, pidiendo la intervención del cardenal Antonio Barberini y de la Congregación de Obispo y Regulares.<ref group='Notas'>De ello escribe Calasanz en sus c.392 y 396. </ref> El23 de marzo volvía a suplicar la intervención del cardenal Magalotti.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA I, p.112. </ref> Y había surtido efecto positivo, pues el 3 de abril la mencionada Congregación escribía al vicario general, alabando el celo del Senado de Mesina por querer introducir las Escuelas Pías, y constatando el consentimiento de los Padres Generales de los jesuitas, dominicos, carmelitas, agustinos y conventuales, 'parece dice-no hay dificultad alguna para permitir la erección de la nueva casa. No sabiendo, pues, Sus Señorías Ilmas. si había otros religiosos que se opongan, me ordenan que le escriba que, si no hay signos contradictorios, les deis la licencia oportuna, y si los hubiere, mandéis aquí los nombres y las razones de cada uno'.<ref group='Notas'>Cf. CCP, p.38. </ref>
 
La fundación de Mesina no tenía solución. Por lo visto, el vicario general lo había tomado como algo personal. El Senado de la ciudad había recurrido a Roma a mediados de enero de I 626, pidiendo la intervención del cardenal Antonio Barberini y de la Congregación de Obispo y Regulares.<ref group='Notas'>De ello escribe Calasanz en sus c.392 y 396. </ref> El23 de marzo volvía a suplicar la intervención del cardenal Magalotti.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA I, p.112. </ref> Y había surtido efecto positivo, pues el 3 de abril la mencionada Congregación escribía al vicario general, alabando el celo del Senado de Mesina por querer introducir las Escuelas Pías, y constatando el consentimiento de los Padres Generales de los jesuitas, dominicos, carmelitas, agustinos y conventuales, 'parece dice-no hay dificultad alguna para permitir la erección de la nueva casa. No sabiendo, pues, Sus Señorías Ilmas. si había otros religiosos que se opongan, me ordenan que le escriba que, si no hay signos contradictorios, les deis la licencia oportuna, y si los hubiere, mandéis aquí los nombres y las razones de cada uno'.<ref group='Notas'>Cf. CCP, p.38. </ref>

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19.05. El fracaso de Mesina y el regreso del Fundador a Roma

La fundación de Mesina no tenía solución. Por lo visto, el vicario general lo había tomado como algo personal. El Senado de la ciudad había recurrido a Roma a mediados de enero de I 626, pidiendo la intervención del cardenal Antonio Barberini y de la Congregación de Obispo y Regulares.[Notas 1] El23 de marzo volvía a suplicar la intervención del cardenal Magalotti.[Notas 2] Y había surtido efecto positivo, pues el 3 de abril la mencionada Congregación escribía al vicario general, alabando el celo del Senado de Mesina por querer introducir las Escuelas Pías, y constatando el consentimiento de los Padres Generales de los jesuitas, dominicos, carmelitas, agustinos y conventuales, 'parece dice-no hay dificultad alguna para permitir la erección de la nueva casa. No sabiendo, pues, Sus Señorías Ilmas. si había otros religiosos que se opongan, me ordenan que le escriba que, si no hay signos contradictorios, les deis la licencia oportuna, y si los hubiere, mandéis aquí los nombres y las razones de cada uno'.[Notas 3]

A mediados de mayo llegaba a la isla el P. Casani, pero no parece que consiguiera nada positivo. No mucho después fue nombrado arzobispo de Mesina don Blas Proto,[Notas 4] que adoptó la línea intransigente de su vicario general. Quizás hubo otra intervención del Senado contra la actitud incomprensible del arzobispo, pues la mencionada Congregación romana, hacia mediados de agosto, escribió al arzobispo diciéndole que todos los Regulares aceptaban la fundación de las Escuelas Pías, salvo los monjes de San Bernardo, pero la Congregación juzgaba que 'por razones muy graves dicha contradicción no debía tenerse en cuenta', y dejaba en sus manos la decisión de permitir la fundación.[Notas 5] De esta resolución de la Congregación daba cuenta Calasanz al P. García el 1 7 de agosto, y como el arzobispo estaba en Roma, decía Calasanz: “procuraremos que le hablen y recomienden nuestro asunto algunos amigos suyos”.[Notas 6] No se pudo conseguir nada.

A los pocos días de l-legar Calasanz a Nápoles recibía cartas de Mesina en las que le decían: 'que los Padres de San Bernardo no han hecho ni hacen instancia alguna contra nosotros, sino que todo fue asunto del Vicario General Capitular, que iba buscando motivos para oponerse a nuestro Instituto'.[Notas 7] El Santo habla de recurrir a la acción persuasiva de los cardenales Sacchetti y Borja, así como al embajador de España y a un tal Sr. Saavedra, amigo del P. García.[Notas 8] Y nada. En Navidades pasó por Nápoles el arzobispo camino de Sicilia, y tuvo que detenerse casi un mes por enfermo. Se mostró “muy amable” con los escolapios que fueron a verle, e incluso al Fundador le hizo “grandes ofertas”.[Notas 9] AI llegar a su sede se mantuvo contrario.

A fines de marzo de 1627 escribía Calasanz a Graziani: 'De Mesina me escriben que el arzobispo ha dejado entender que no quiere nuestra obra en dicha ciudad'. Y el mismo día, a García: “De Mesina me avisan que el arzobispo ha dicho que, no obstante que en Roma le haya sido recomendada nuestra obra por muchos, aun por el Papa, está decidido a no admitirla en Mesina y nos es contrario un Barón, llamado Bonvicino, muy íntimo de dicho arzobispo, que es jefe de los Jurados de este año, así que en el primer pasaje espero a todos los nuestros”.[Notas 10]

Ya desde finales de enero manifestaba deseos de volver a Roma el P. Fundador, pero esperaba la llegada del P. Casani desde Mesina para que se hiciera cargo de la casa de Nápoles.[Notas 11] Tal como estaban las cosas, el P. Casani debió esperar un poco por si había que abandonarlo todo, marchando todos juntos a Nápoles. Calasanz lamenta su tardanza, y todavía a fines de marzo dice: 'espero que estará aquí pronto, habiéndoselo yo ordenado, pues no se puede dejar esta obra, estando con tanto crédito en Nápoles, si no es en sus manos, en las que más bien aumentará que disminuirá'.[Notas 12] Y por fin llegó el P. Casani al puerto de Nápoles el 14 de abril, con sus compañeros de Mesina. No fue posible ablandar el ánimo del arzobispo, tercamente obstinado en impedir que las Escuelas Pías siguieran en su ciudad, sin razón de peso alguno y contra la opinión y recomendación de tantos personajes empezando por el Papa.

No consta que los pobres escolapios sacudieran el polvo de sus sandalias al salir de Sicilia, porque en 1633 volvió el P. Alacchi por segunda vez y fue la definitiva, empezando entonces por Palermo y no por Mesina. Lo que sí consta en las crónicas de Caputi es que el H. Francisco Noberasco, cuando fue a despedirse del arzobispo, le dijo: 'Monseñor, vos echáis de Mesina las Escuelas Pías, pero luego será echada también V. S. Ilma. Las Escuelas Pías volverán y quedarán en Mesina para gloria de Dios, pero Monseñor no volverá'. Y comenta Scoma: “Y así fue: las Escuelas Pías se fundaron en Mesina seis años más tarde, pero monseñor fue expulsado de la ciudad, dando vueltas por la diócesis, muriendo en Milazzo”.[Notas 13] Sin duda, el comentario es más verídico que lo comentado, aunque tampoco puede decirse que la anécdota de Caputi sea inverosímil.

Antes de salir para Roma, el P. Fundador nombró al P. Casani rector de la casa de la Duquesca y Provincial de la que constituyó Provincia de Nápoles. Con fecha del 30 de enero de 1627 había nombrado Provincial de la Provincia Romana al P. Jacob o Graziani, rector de la casa de San Pantaleón.[Notas 14] Eran ya tres Provincias: Liguria, Romana y Nápoles.

Pensaba salir de Nápoles por mar, pero el mal tiempo impidió zarpar a las galeras y tuvo que cambiar de proyecto. No quiso tampoco viajar por el correo de postas, porqué explica él mismo-'como tiene esta semana muchos viajeros, se hace pagar mucho más de lo ordinario”, y por tanto decidió volver 'en una carroza de cuatro caballos que espero saldrá mañana domingo [día 25 de abril] sin falta y llegará, con la ayuda del Señor, en cinco jornadas, al máximo seis, o sea el viernes próximo, con un solo acompañante”.[Notas 15] Y así fue, pues el día primero de mayo, sábado, escribía: “llegué de Nápoles ayer por la tarde”.[Notas 16]

El 7 de septiembre del mismo año se abrió una segunda casa en Nápoles, en el barrio de Caravaggio, junto a la llamada ‘Puerta Real’, mientras la de la Duquesca estaba junto a la Puerta Capuana. Antes de acabar el año, el 21 de diciembre, se fundó otra casa en Bisignano; el 9 de febrero de 1629 fueron admitidos oficialmente en la nueva fundación de Campi Salentina, en el extremo sureste de la península; el 20 de noviembre de 1630 se aceptó otra fundación en el pueblecito de Somma, a los pies del Vesubio, y la terrible erupción del volcán, el 16 de diciembre de 1631, destruyó el pueblo y ya no volvieron los escolapios. El 5 de agosto de 1631 se tomó posesión de una nueva casa en Cosenza, que se abandonó a consecuencia del terremoto desolador de 1638. El 13 de septiembre de 1633, el cardenal Boncompagni dio licencia para habitar en otra fundación de Nápoles, en Polísipo, destinada a los religiosos enfermos y convalecientes. Finalmente, en 1636 se aceptó una fundación en Chieti, en los Abruzos, cuyas escuelas se abrieron en 1640. Y ésta fue la última casa de la Provincia Napolitana abierta en vida del Santo Fundador.[Notas 17]

La bajada a Nápoles fue el último largo viaje de su vida. En adelante sólo montará en sus asnillos para trasladarse alguna que otra vez a los pueblecitos cercanos a Roma, como Poli, Moricone, Frascati. Su avanzadísima edad le impidió desplazarse para fundar o visitar las casas que iban surgiendo por toda Italia y por Europa. Pero desde su minúscula habitación de Roma -conservada intacta hasta hoy[Notas 18] dirigió una por una todas las nuevas fundaciones y mantuvo las riendas del gobierno de la Orden con una entereza y minuciosidad incluso extremada. Y para ello se valió de la correspondencia epistolar, interviniendo en todos los problemas de carácter provincial, local y personal casi hasta el límite de lo increíble. Debió de escribir de 10.000 a 12.000 cartas a juzgar por las que se han conservado y por las alusiones suyas o de sus corresponsales a otras desaparecidas', Hasta ahora han sido publicadas cerca de 4.900,[Notas 19] siendo uno de los casos excepcionales entre los personajes históricos cuya correspondencia se conserva con tanta abundancia.[Notas 20]

Notas

  1. De ello escribe Calasanz en sus c.392 y 396.
  2. Cf. SCOMA I, p.112.
  3. Cf. CCP, p.38.
  4. Cf. Hier Cath, IV, p.239.
  5. Cf. CCP, p.39.
  6. C.495.
  7. C.549.
  8. Cf. c.495,549, 550-559, etc.
  9. Cf. c.569 y 575.
  10. C.601 y 609. El P. Scoma, citando otras fuentes, dice que Mons. Proto proclamaba 'que las Escuelas Pías no eran necesarias en Mesina, porque ya estaban los jesuitas, que bastaban; que había demasiados Mendigantes; que él no había consentido nunca, a pesar de habérselo pedido en Roma el card. Sacchetti, y en Nápoles el Marqués Regente Tapia; así que no pensasen nunca el obtener permiso; si les bastaba, que se lo diera el Senado. Esto lo decía por adherirse a los contrarios de nuestros Instituto, estando casi siempre en casa de los jesuitas y porque estaba reñido con el Senado' (SCOMA I, p.123-124)
  11. Cf. c.575, fechada el 16 de enero de 1627.
  12. C.597, fechada el 20 de marzo de 1626. El 6 de marzo se quejaba: 'nuestro P. Pedro tarda tanto que dudo me obligará a quedarme más de lo que creía' (c.593) 'No puedo ir hasta el fin del mes presente o principios del otro, porque hasta entonces no habrá llegado el P. Pedro' (c.594).
  13. Cf. SCOMA I, p.125. La razón de esta expulsión la cuenta Caputi y la recoge de nuevo Scoma: el celo indiscreto e imprudente del arzobispo le indujo a abrir un buzón en su palacio donde todo el mundo podía meter acusaciones secretas contra los concubinarios, premiando a los delatores. Y muchos por enemistad, interés o celotipias difamaron a las mejores familias. Las protestas, desórdenes y querellas llegaron hasta Roma, que obligó al arzobispo a quitar el buzón. Con ello se ganó la odiosidad del senado, de los nobles y de la ciudad, que le obligaron a abandonarla (cf. ib., p.124).
  14. 'Le mando una patente de Provincial para todas las casas de Nursia, Narni, Moricone, Frascati y Roma, a fin que todos le correspondan con la obediencia que se debe, recomendándole cuando puedo el bien y aumento de la Religión y cuando esté yo ahí no sentirá tanta fatiga, con la ayuda del Señor (c.582, fechada el 30 de enero de 1627).
  15. Así escribe el 24 de abril de 1627 al P. Graziani (c.609).
  16. C.610. El acompañante fue el Clº. profeso Benito Salinieri de Jesús (cf. MORANDI, o.c., p.16-17).
  17. Cf. MORANDI, o.c., p.17,22-24,26; L.PICANYOL, ‘Brevis Conspectus’, p.120-123
  18. Cf. C. VILA, 'Cella dormitionis de N.S.P.: ‘algunos datos sobre su historial: EphCal 1 (1984) 19-38; ID., ‘Sobre la 'cella dormitionis de N.S.P. y sus puertas’: ib., 5 (1984) 226-230.
  19. Componen un cuerpo de 10 vol~menes, con el título de ‘Epistolario di S. Giuseppe Calasanzio’. A los nueve primeros publicados por L. Picanyol en los años 1950-1956 se añade el décimo, publicado por C. Vilá en 1988, con óptimos índices complementarios.
  20. Entre los Fundadores todavía hay quien le supera en cartas conservadas y publicadas, como San Ignacio de Loyola, de quien se han editado unas siete mil en doce vols., o S. Juan Bosco, de quien se conservan unas veinte mil, no todas editadas aún.