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Última revisión de 15:00 21 may 2022
La Casa de Escritores de Madrid
Los mismos Provinciales españoles que se había reunido en Roma tras el Capítulo General de 1947, vieron la conveniencia de abrir una casa en Madrid dependiente de la Delegación General para responder a necesidades comunes de las Escuelas Pías en España[Notas 1]. En septiembre de 1947 se alquiló a tal fin un piso en la calle Fernández de los Ríos, 104, y se constituyó y erigió la primera comunidad el 24 de diciembre del mismo año con religiosos de diversas provincias. Se convirtió en la residencia del Delegado General de las Escuelas Pías en España. En ella residirían aquellos escolapios que trabajasen en los textos E. P. como coordinadores o administradores; se encomendó a la comunidad organizar el viaje de las Reliquias del Fundador a España y los festejos en honor del centenario; fue deseo primitivo regentar una residencia universitaria, que habían de financiar los exalumnos. La sede de la calle Fernández de los Ríos se cambió por unos locales adjuntos al monasterio de las MM. Bernardas en la calle Sacramento, n. 7, y propiedad de estas religiosas; el traslado se verificó el 29 de marzo de 1949.
El P. Tomek apoyó con todas sus fuerzas esta fundación; quienes no la apoyaron tanto fueron los mismos provinciales de España, que no siempre enviaban a las personas más cualificadas para la tarea prevista. Por ella pasaron escolapios de gran valor, como los ya citados PP. Bau de Valencia, Poch y Castelltort de Cataluña, el P. López Navío, de Aragón; el P. Valentín Caballero de Vasconia, el P. Enrique Iniesta de Castilla… Todos ellos eran ciertamente escritores, pero estaban más bien dedicados a sus propias investigaciones que a la tarea de producir o revisar buenos libros de texto para los colegios españoles. Es una lástima que faltara la decisión de crear un equipo que produjera libros de texto de calidad, no solo para las Escuelas Pías, sino para otros potenciales clientes del mundo español e hispano parlante. Pronto empezaron a llegar quejas de colegios nuestros sobre la calidad de los textos E.P., y a pesar de la voluntad del P. General, y del Delegado General, la editorial se fue hundiendo con los años, hasta desaparecer. La casa desapareció cuando en Madrid se creó el ICCE en 1967. Por desgracia, tampoco el ICCE, iniciativa brillante, tuvo una larga vida, por las mismas causas. Pero de esto hablaremos más adelante, cuando corresponda.
Poco antes de la desaparición de la Casa Pompiliana, el P. Francisco Llenas, Delegado General, envía un informe el 10 de enero de 1964 al P. Tomek, que reproducimos[Notas 2]:
“Esta casa vive económicamente de Textos E.P., pues los ingresos provenientes de otras fuentes (limosnas de misas, servicios ministeriales y alguna colaboración literaria de los Padres) representan una aportación mínima a los gastos de la casa. Parece, por tanto, natural que esta comunidad viva principalmente para Textos E.P. Mas en realidad solo el P. Fermín Ramo trabaja exclusivamente para esta finalidad. El P. Rector es el mismo tiempo Delegado General y, aunque estos dos cargos pueden compaginarse, no puede entregarse completamente a la labor de director de aquellos textos y necesita servirse de colaboradores. Además, al llegar aquí desconocía completamente este campo de actividades y debe capacitarse sobre la marcha. El P. Seco está bastante ocupado por el cargo de Secretario Interprovincial y no parece que sienta espontáneamente mucha inclinación hacia los trabajos de edición de textos. No obstante, creemos que tiene cualidades y su cooperación puede ser útil. Los PP. Poch, Castelltort e Iniesta tienen vocación para otras cosas. No se niegan cuando se les pide algún trabajo de poca importancia relativa a los textos, pero lo suyo es la investigación o la creación literaria. Su labor en este aspecto puede honrar a la Orden y caben perfectamente en una casa de escritores, pero no sirven para Textos E.P. Si los Superiores quieren que la Escuela Pía tenga textos de enseñanza propios (cosa, a mi juicio, muy conveniente y que puede darnos prestigio y dinero), es preciso que adopten los medios necesarios para conseguirlo. Ante todo, es necesario formar un conjunto o equipo de individuos dedicados exclusivamente a Textos E.P. Los Padres que se escojan, además de las cualidades necesarias y conocimientos propios, deben tener afición a la edición de libros de enseñanza; no basta con que estén dispuestos a hacer lo que se les mande: han de tener iniciativa propia en multitud de detalles. Con estas disposiciones, creemos que en poco tiempo podrían capacitarse en la técnica y práctica editorial. Para la redacción de los originales habría que buscar a los Padres más preparados en cada una de las materias, y los Padres Provinciales deberían acceder a que se trasladaran por el tiempo que fuera necesario (uno o dos años) a la Casa Pompiliana. Cuando tuviéramos preparado el personal suficiente, sería el momento de independizarnos de la Compañía Bibliográfica Española y constituir una editorial propia. Sin esta condición no creo que podamos nunca equipararnos y menos superar a otras editoriales existentes en España. Es esta una obra de envergadura que supone
- a)La formación de un grupo de padres especializados;
- b)Cierto número de empleados seglares para los trabajos materiales;
- c)Un local amplio adecuado (el que ocupa actualmente la Pompiliana es insuficiente);
- d)Un capital considerable. El capital necesario para el funcionamiento de la empresa lo tenemos ya en Textos E.P., al menos en parte.
Se podría proceder por etapas, la primera de las cuales debería ser la preparación del personal escolapio. Creemos de absoluta necesidad proceder a la reorganización de nuestros textos. Muchos de ellos son realmente inferiores a otros muchos que existen en el mercado español. Hemos perdido clientes, es decir las Madres Escolapias ya no nos compran casi nada y, de no mejorarlos, tampoco los comprarán nuestros colegios. Pero el mejoramiento deseado no es posible sin escolapios que se entreguen con cariño a esta obra. Tal vez mis palabras suenen algo duras, pero creo que reflejan la realidad y no tienen otro objeto que contribuir al mejoramiento de un aspecto de nuestra misión escolapia”.