BartlikAnales/1632

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Año 1632 de Cristo. Trigésimo quinto de las Escuelas Pías. Décimo de Urbano VIII.

Ephemerides Calasactianae XI (1942, 99-101)

Empezamos el presente año con un diploma apostólico editado a favor de nuestro P. Fundador y sus cuatro asistentes, que dice como sigue:

“Urbano VIII, Papa, para memoria futura.
Llamados por el misterio de la divina providencia inescrutable al gobierno de la Iglesia Universal sin mérito por nuestra parte, entendemos que estamos llamados a prestar los cuidados apostólicos vigilando atentamente para que los fieles de Cristo que viven bajo el suave yugo de la religión dedicados a Dios se rijan de manera próspera y sean gobernados felizmente. Como nos hemos enterado de que la Congregación de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías ahora está carente de superior general, Nos, queriendo servir en cuanto podemos en el Señor para el feliz régimen y gobierno de esta Congregación, después de madura reflexión y estando bien informados, con un motu propio, a tenor de las presentes, con autoridad apostólica, hacemos, constituimos y nombramos a nuestro querido hijo José de la Madre de Dios, fundador y clérigo de esa Congregación, que ya antes fue llamado a llevar laudablemente el cargo de Ministro General de dicha Congregación, Superior General vitalicio de esa Congregación, con todos y cada uno de los privilegios, facultades, poderes, derechos, gracias e indultos que en el tiempo fueron dados a los ministros generales de dicha Congregación, por derecho, uso, costumbre, privilegio o de cualquier otro modo, o pudieran ser dadas, y también que acepte y tenga a nuestros queridos hijos Pedro de la Natividad B.M.V., Francisco de la Purificación, Santiago de S. Pablo y Juan de Jesús María, clérigos de dicha Congregación, como Asistentes o consultores suyos. Mandamos además que, bajo pena de nuestros castigos, todos y cada uno de los profesos de dicha Congregación reciban y reconozcan al citado José como Ministro General de dicha Congregación, y que reciban sus mandatos y avisos saludables, y procuren cumplirlos humilde y eficazmente. Y declaramos que la presente es válida y firme, y lo será, y que produce sus efectos plenos y completos, y que si algo, con cualquier autoridad, de manera consciente o inconsciente, atentara contra ella es nulo e inválido. No obstante las constituciones y ordenanzas apostólicas, y de dicha Congregación, incluso con juramento, con confirmación apostólica, o cualesquier otro tipo de razones apoyadas en estatutos, costumbres o cualesquier otro tipo de cosas en contra.
En Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el 12 de enero de 1632”.

Así Su Santidad en relación con nuestro P. Fundador y el gobierno de nuestro instituto de las Escuelas Pías.

Y como por aquel tiempo llegó una carta llamando al P. Pedro Asistente a Nápoles, pidiéndole que volviera lo más pronto a Nápoles, el P. General respondió a D. Vito Jacobo, médico, que parecía ser el encargado de los demás para tratar este asunto, con las palabras siguientes:

Muy ilustre y digno de respeto en el Señor,
En nuestro presente Capítulo General que, a causa de venir los padres necesarios a causa del contagio, se ha resuelto a pie, como se dice, con orden de Su Santidad el General fue confirmado en su oficio de manera vitalicia, y se nombraron cuatro Asistentes que deben residir en Roma, y ayudarán con sus consejos al P. General en el gobierno del instituto. Y entre los cuatro el primero es el P. Pedro, Provincial de Nápoles, en cuyo lugar he enviado ahí al P. Esteban de (la Reina de los Ángeles), que estoy seguro de que agradará a todos porque es un religioso muy observante. Roma 13 de febrero de 1632”.

Es difícil decir si los señores napolitanos recibirían consuelo con esta; al menos consta que el P. Esteban<ref group='Notas'>“de la Reina de los Ángeles”: Brusdaghi; no Cherubini, que era “de los Ángeles”, N.del T.</ref> de los Ángeles fue hecho el segundo Provincial de la provincia napolitana. Acerca del resto de estos 4 asistentes nombrados en el breve apostólico, no encuentro ninguna anotación sobre cuándo vinieron a Roma y cuánto tiempo permanecieron allí.

El día 22 de marzo el P. Nicolás M. del Sto. Rosario salió hacia Milán, Pavía y otros lugares vecinos, pero ¿con qué motivo? Así lo dice la patente que copiamos a continuación:

“José de la Madre de Dios, Superior General de los CC.RR.PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías.
Enviamos con obediencia a las ciudades de Milán, Pavía y otros lugares a donde conviniese, a nuestro querido hijo R.P. Nicolás del Smo. Rosario, sacerdote profeso de nuestra religión con un compañero también profeso por negocios relacionados con la causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Glicerio de Cristo, en el siglo Glicerio Landriani, milanés, y también Abad de S. Antonio de Piacenza. Declaramos que sobre ellos no pesa ninguna censura ni impedimento canónico, de modo que en cualquier lugar el supradicho P. Nicolás en tanto sacerdote puede celebrar misa, y su compañero recibir los sacramentos, y además los recomendamos como siervos de Dios y legítimos pobres de la Virgen, a todos que lean las presentes. En fe de lo cual firmamos la presente, y ponemos nuestro sello acostumbrado. Roma, 22 de marzo de 1632. José, como más arriba.”

Mientras tanto llegaron muchas cartas de Nikolsburg de Moravia a Roma, comentando el estado y progreso de nuestro instituto, y la vestición de dos candidatos. Y, como el P. Antonio del Smo. Sacramento, estaba agitado por algún espíritu nuevo, el Rvmo. Gramay se inclinaba a que, examinada la cosa por el mismo Emmo. Fundador, ciertamente se volviera a Italia (como el año anterior el H. Juan de Sta. María a Suiza). Con fecha 16 de marzo le llegó una petición para que enviara a aquellas partes gente de Italia, de la misma que, de nuevo, el mismo Cardenal Fundador envió el 20 de marzo una petición para que enviara uno nuevo en lugar del P. Antonio.

Ephemerides Calasactianae XI (1942, 132-133)

Poco después de la última del Cardenal llegó una del Ilmo. Conde de Magnis, que dice como sigue:

“Rvmo. Padre y muy digno de respeto,
El instituto de las Escuelas Pías, fundado piadosamente por vuestra paternidad, que recientemente apareció en nuestras tierras, engendrado como una pequeña grey, para mí es sin embargo muy grande, y a mí me ha conquistado totalmente, en particular la vida ejemplar de estos buenos padres, entre los cuales brilla el que más el P. Superior, a quien muchas veces comuniqué mi deseo. Lo que más aprecio es gran celo por el honor divino y el bien público, a los cuales sirve extraordinariamente, como demuestran los hechos. Por tanto no sin fundamento me atrevo a suplicar a Vuestra Paternidad que acceda a que él pueda, con el permiso de vuestra paternidad, aceptar la posesión de un lugar en mis dominios. Espero pues que de los muchos lugares de esta provincia ese sea útil en el futuro, y muy provechoso. Acerca del lugar, me remito al juicio y relación que le hará el citado P. Superior, para que no parezca que busco el aplauso para mi propia causa. Ni le urjo insolentemente para que le escriba, le conozco muy bien. Aseguro a vuestra paternidad que no sólo verá que soy un devoto y celoso de su religión, sino que podrá comprobarlo en todo tiempo y lugar. Strasnize, 15 de marzo de 1632. Francisco, Barón de Magnis.”

Así dice; lo que resultó de la carta presente se verá claramente más adelante. Ahora copiamos la carta de respuesta del P. General, que suena así:

“Ilustrísimo Señor,
Nuestra mínima y novísima religión da muchas gracias a su señoría, por lo que siente y dice de manera tan brillante sobre ella, y porque intente con todas sus fuerzas promoverla, y desee que se extienda en esas vastísimas regiones de Germania. Recibirá de Dios Omnipotente el fruto de tanta piedad, y de tanto esfuerzo en favor nuestro. Sin embargo nuestra pequeñez nada puede hacer para responder a vuestra voluntad tan inclinada hacia nosotros, aparte de nuestras pobres y tal vez ineficaces oraciones, las cuales aunque no nos las pidiera su Señoría, se las debemos como justa gratitud. Para que podamos satisfacer a quienes quisieran servirse de la obra de nuestro instituto, rogaremos al Dueño para que envíe obreros a su mies tan abundante, y para que nos conserve sano durante mucho tiempo a Vuestra Señoría. Roma, 4 de junio de 1632. Siervo en Cristo de vuestra Señoría ilustrísima, José de la Madre de Dios, Superior General.”

El mismo mes de junio está fechada otra carta del mismo Ilmo. Señor, en la cual se trata de manera resumida de la fundación de Strasnize, la cual escrita con gusto con el estilo del Rvmo. Sr. Gramay, copiamos a continuación:

Reverendísimo Padre en Cristo,
En cuanto al negocio de la fundación de Strasnize, que he escuchado de boca del Ilmo. Barón, cuyo intento de fundación firmado por su propia mano remito incluido en esta, se trata de lo siguiente. Es un pueblo en la frontera de Moravia y Hungría, bastante remoto de colegios y escuelas de la Compañía, habitado por mucha gente, situado junto a un río rico en peces, bosques frondosos, tierras fértiles y de famosas vides, entre pueblos, municipios, casas de nobles, feliz y muy rico, al cual están sometidas muchas aldeas. En el territorio que depende de manera directa del Pretorio o fortaleza de los señores y en las zonas vecinas no hay ningún monasterio ni religiosos. Se hablan la lengua morava y la alemana. El lugar asignado a los padres está en la misma orilla del Morava, fue antes un colegio y templo de los Picarditas, al cual nada o poco le falta, pues como lo requiere la perfección de un monasterio, el señor Barón reedificó completamente los muros dañados por las guerras, de tal modo que todas las obras se terminarán este verano, y las ventanas y arreglos interiores y mobiliario estarán listos totalmente en invierno, totalmente apto para que puedan venir a vivir en él. Por lo cual desearía dicho señor Fundador que enviase dos aquí, para que residieran un mes y supervisaran para que no falte nada en cuestión de mobiliario, y haya las menores incomodidades posibles para los que han de venir, para que fácilmente se pueda abrir después de Pascua una y otra escuela, con la ayuda de seglares que hablen la lengua del lugar. Digo, con las mismas palabras que el Fundador, de qué modo deben y podrán sustentarse dichos padres: se obliga él y sus sucesores herederos del Señorío de Strasnize (que se considera uno de los mejores de esta provincia) a proveer de todo lo necesario perpetuamente a los mismos. En Nikolsburg, 15 de junio de 1632. Juan B. Gramay.”

Ephemerides Calasactianae XI (1942, 169-174)

Para no salirnos de la Provincia, quise anotar también la provisión ordinaria anual de las limosnas de nuestra casa de Nikolsburg para alimentación y otros gastos, las cuales están redactadas en resumen en el público instrumento que dice como sigue:

“Como el 1 de noviembre del año 1630 del parto de la Virgen, fiesta de Todos los Santos, se estableció un acuerdo para alimentar, vestir e instruir a niños lauretanos y a otros jóvenes por medio de maestros eclesiásticos y seculares en diversas artes liberales entre el Emmo., Revmo. y Excmo. Príncipe y Señor Francisco, por la misericordia de Dios Cardenal S.R.I. con el título de Sta. María del Trastíber, Príncipe de Dietrichstein, Obispo de Olomuc, Conde de la Capilla Real de Bohemia, Consejero íntimo de Su Cesárea Majestad y de sus Reinos y Protector de las Provincias Hereditarias por una parte, y el Revmo. Sr. Gramay, Prelado de Ahrend, nombrado arzobispo de Upsala, Consejero y Limosnero de Su Cesárea Majestad por la otra, por una y otra parte se han puesto de acuerdo para establecer un cambio, pues la otra, menos detallada y explicada, fue origen de muchas dificultades; por lo cual, para que no quede en el futuro ningún punto de controversia, tanto la mencionada Excelencia y Reverencia como el citado Sr. Prelado renuevan el convenio de nuevo, y se ponen de acuerdo de nuevo, después de hacer los cambios, sobre lo que debe hacerse para erigir una escuela con maestros seglares o eclesiásticos para educar a la juventud, asumida por los religiosos Padres de las Escuelas Pías.
El Emmo. Príncipe, como antes, igual ahora, promete para alimento, vestido y conservación de dichos padres y hermanos de las Escuelas Pías, y los 9 niños lauretanos, para su preceptor y un criado lo que ya se estableció hace tiempo, que se concederá a dicho prelado la casa asignada al principio para los niños citados, las viñas, los campos, los réditos y productos agrarios, y también los que en otro tiempo correspondían al Hospital de S. Juan de Nikolsburg; también se le entregarán algunos campos especificados de los anabaptistas expulsados. Y además mil florines cada año, de modo que se les den quinientos en la próxima fiesta de S. Wenceslao, o quince días más tarde, y a la fiesta de S. Jorge inmediata siguiente, o quince días después, otros quinientos, y así cada año, según esos plazos.
Para la educación de los niños lauretanos, se procurarán y entregarán cuatrocientos anuales de la fundación lauretana del Venerable Capítulo de Nikolsburg, entregando doscientos según los plazos anteriores. Por su parte el Sr. Prelado se obliga, compromete y está de acuerdo para depositar ese dinero mil florines para las necesidades de los Padres de las Escuelas Pías cada año, en una caja situada en el convento de dichos Padres, cerrada con dos llaves (de las cuales una la tendrá el Sr. Prelado, y la otra el P. Superior de ese convento), para los vestidos y demás necesidades de todos y cada uno de los padres citados, de modo que todo lo que los padres pidiesen, sin tergiversación o excusa, les sea entregado al momento. Si después de pasar algunos de los plazos de un semestre quedara alguna cantidad del dinero depositado, se le entregará al Sr. Prelado para que disponga libremente. También la suma de dinero entregada en cada plazo al Sr. Prelado para alimentar a los niños lauretanos, será contada y repuesta, y lo que haga falta para las necesidades de los niños. Lo que para beneficio suyo corresponde calculado en dinero de los campos, huertos, viñas, fincas, animales, diezmos y otras rentas que llegan al Sr. Prelado; lo mismo en especie que en dinero, por venta de los frutos, y todo lo que se adquiere para las debidas exigencias de comida y vestido y otras necesidades, tanto de dichos padres de las Escuelas Pías como de los niños lauretanos. En cuanto a vender vino y trigo se observará la ley, y de lo que de ambas especies será necesario hasta la próxima cosecha o vendimia para los padres y niños, no se venda nada, sino que se conserve siempre para dicha exigencia de alimentos hasta que llegue el tiempo de las futuras cosecha y vendimia. Lo que sobre cada año después de reservar tal cantidad de trigo y vino, quedará a la libre disposición de dicho Señor, deducidos antes los gastos debidos para el mantenimiento de las familias campesinas, el cultivo de las viñas, y de los obreros). Para que no surjan algunas dificultades, especialmente para los niños lauretanos, al hacer la presentación de todas estas cosas, prepare el citado Sr. Prelado todas las cosas que son necesarias para comida, vestido y otras necesidades, tal como están especificadas en esta convención entre el Eminentísimo Príncipe y él mismo.
Se dará a los niños lauretanos dos comidas al día, por la mañana y por la tarde, que según las exigencias del día, serán de carne o de pescado, con legumbres para acompañar. El día que dichos niños quisieren ayunar, y lo pidieren (pues no están obligados a los ayunos), se les dará una sola comida, y en lugar de la cena se les dará una merienda. En los días de carne, para los nueve lauretanos, y para una décima persona, el preceptor, tanto para la mañana como para la tarde se suministrará un total de 7 libras de carne, que serán acompañadas de caldo y legumbres simples.
Los días de pescado se les dará a la comida caldo, con un par de peces o de huevos y legumbres. Para cenar, se les dará caldo y un plato de legumbres. Se les dará pan bueno y bien cocido en las dos comidas, en tanta cantidad como quieran. Para estas comidas se darán cinco medidas y media de cerveza (que el Sr. Prelado guardará en recipientes), pero el día de pescado durante la comida se añadirá una medida de vino para todos. Pero si se observa el ayuno, como se ha dicho más arriba, se ofrecerá para todos una medida de vino en la comida, y otra en la cena o merienda.
Se suministrará un vestido nuevo inferior de buen paño cada año (contando con los remiendos necesarios si se rompen), y uno superior de paño similar en color de cera, que tendrá la forma de toga clerical, y cada dos años un abrigo, que se pondrán los niños según lo exija la necesidad. El mismo vestido (pero de color negro según el hábito común de los eclesiásticos) se dará a su preceptor. A los niños se les darán también zapatos nuevos, cada vez que los necesiten, y dos pares de medias, uno de lino y otro de lana, cada año. La ropa de cama, camisones, ligas, toallas, y cosas similares hechas de tela, además de las servilletas, serán entregadas a dichos niños por sus propios padres o amigos, de modo que cada uno duerma en un lecho separado. Dos veces a la semana se entregarán servilletas blancas por el Sr. Prelado. El Sr. Prelado alimentará también al cocinero y al servidor para esos niños, y sean tales que, como el preceptor citado antes, sean del agrado de los padres, y si no lo son, ellos mismos procuren encontrar otros sujetos. Al preceptor, a tenor de la fundación, cada año se le pagarán 40 florines; a este le incumbe como parte de su oficio el acompañar a los niños citados cuando van al templo, y enseñarles el canto, tanto individual como coral, y no permita que dichos niños acudan a sus padres o amigos suyos para pedirles cosas sin permiso de los Padres de las Escuelas Pías. Y para que no pasen frío en la estación invernal, procurará que funcione en invierno una estufa separada para ellos, y que se retire de ella toda basura.
Y estas cosas, y cada una en particular, se obliga a cumplirlas el Sr. Prelado, de modo que lo que se ha prometido más arriba se consigne en el tiempo y términos establecidas según el modo debido. En Nikolsburg en el palacio de Su Eminencia el 22 de agosto de 1632. Cardenal Francisco Dietrichstein. Juan Bautista Gramay.”

Así dice el contrato de la fundación de Nikolsburg por nuestros primeros religiosos, y con los niños lauretanos tomados a cargo.

Y como el Ilmo. y Excmo. Conde Adolfo de Althan enviaba muchos niños pobres a estudiar a nuestro colegio de Nikolsburg, enviaba alguna limosna semanal de su dominio próximo de Oslava; esta liberalidad suya promovió mucho nuestro colegio. Solían ser enviados setenta panes, que eran distribuidos cada día entre los pobres, la cual limosna acostumbró a practicar durante algunas semanas. Después los oficiales del señorío se enteraron de que no había el mismo número de pobres enviados del dominio a estudiar que el de panes entregados, de modo que después se daban panes de acuerdo con el número de personas. Así, pues, este presente año se contaban 120 pobres, y cada día se enviaban otros tantos panes. El Ilmo. Sr. Conde también creó en su dominio escuelas para los pobres, y quiso que nuestros padres fueran a visitarlas e inspeccionarlas tres veces al año. No consta ni cuándo, ni si este oficio fue aceptado y practicado, pero es de creer que nuestros padres lo llevaron a cabo, mientras estuvieron allí sirviendo, según escribió el P. Peregrino, pero como después vinieron las guerras, y los nuestros y sus discípulos se dispersaron hacia varios lugares, se dejó de hacer ese servicio.

Ya hemos visto por una carta anterior cómo se deseaba que enviaran muchos de los nuestros de Italia a Moravia, y como en efecto fueron enviados, oigamos alguna de respuesta del Emmo. a nuestro P. General para agradecerle el envío de tantos hombres:

“Reverendísimo Padre,
Por carta del pasado 26 puedo entender cuánto celo tiene V.P. por el progreso y promoción de su religión, según me muestra el efecto con un evidente testimonio. Pues han sido enviados a nuestra tierra hombres religiosos y ejemplares, y como promete enviar otros en el futuro, no puedo sino recomendarle diligencia; crea que los que vendrán serán para mí carísimos, y que serán recibidos con todo afecto, apoyados y protegidos. En Nikolsburg, a 23 de septiembre.”

Y con fecha 19 de noviembre:

“Los padres enviados a nuestra tierra llegaron sanos y salvos, y los vi y recibí con singular afecto por mi parte, y espero de ellos todo provecho espiritual en el ejercicio del bien público”. Así dice la carta del Emmo. Cardenal.

Los otros que llegaron nuevos fueron: el P. Juan Bautista de Santa Tecla, el P. José de Jesús María español, en lugar del P. Antonio del SS. Sacramento, que se había vuelto poco antes; el clérigo Pedro de S. Agustín, el clérigo Carlos de la Concepción, el clérigo Carlos de S. Gaspar y el H. Bernardo de Jesús. Y esto por lo que concierne a Germania.

Volviendo a los asuntos de Italia, primero hablaremos de Fanano, donde el P. Santiago de S. Pablo, asistente general por nombramiento pontificio, escribió que nuestro instituto era deseado en Castel San Pedro, para cuyo lugar quería que se le enviaran ya 12 religiosos. Pero el P. General, teniendo en cuenta todas las circunstancias, y viendo la escasez de sujetos, respondió que primero debía proveerse a la fundación de Florencia, donde por tantos actos piadosos llevados a cabo por los nuestros durante la peste, nuestros padres habían sido muy alabados ante la autoridad ducal, por lo cual no sólo le habían pedido más, sino que, algo que no se esperaba tan rápidamente, se había obtenido un decreto ducal con el permiso para extenderse por todo el estado. Así lo cuenta la carta del P. Fundador con fecha 29 de agosto.

Como el P. Fundador quería dar satisfacción a aquella provincia antes, por esta vez canceló lo de Castro San Pedro, y como no podía enviar sujetos allí a causa del calor, ordenó que se enviasen allí algunos de la casa de Fanano, a los cuales seguirían otros de la ciudad cuando disminuyese el calor.

Y como el P. Francisco de la Purificación fue provisto de tantos sujetos, y la familia creció tanto, el oratorio doméstico ya no era capaz por practicar las devociones; tuvo necesidad de pedir alguna iglesia pública en la ciudad para uso de los suyos y de los escolares; hubo quienes le persuadieron de manera muy oportuna de lo adecuada que sería para su intento la iglesia de la Santa Virgen de Riccis. Así, pues, suplico con un memorial a la Serenísima que se le concediera para sí y su instituto esa iglesia.

Ephemerides Calasactianae XII (1943, 8-11)

El memorial presentado por el P. Francisco de la Purificación a Su Serenidad decía así:

“Serenísimo Duque y Señor,
Los Padres de las Escuelas Pías, humildísimos siervos de Vuestra Serenidad exponen reverentemente que, pasados ya casi tres años desde que se les concedió el gracioso permiso para residir en esta ciudad residencial de Vuestra Serenidad, y fueron provistos de habitación para el ejercicio de su instituto durante ese tiempo, con el fruto y pago de que se ocupan con su obra de instruir a los alumnos de la república cristiana, que fácilmente alcanzan una cifra de quinientos, con la esperanza de que aumentarán mucho más. Deseando continuar con este esfuerzo, a causa de la estrechez del oratorio doméstico, se han dado cuenta de que ello es imposible. Por lo cual, viendo que en la ciudad hay un lugar más oportuno, concretamente el oratorio de Sta. María Virgen de Riccis, sin título de beneficio, y que les parece que, teniendo interés en disponer de él, sería fácil que se les concediera este lugar para el uso y ejercicio del instituto de las Escuelas Pías, por lo cuales los suplicantes citados ruegan a Vuestra Serenidad que se digne clementísimamente dar su acuerdo para que se pueda llevar a cabo lo expuesto, y que si los prefectos de ese lugar impusieran algunas condiciones, las expongan, entre otras gracias que esperan recibir.”

Así el P. Francisco. Y no fue en vano, pues el Serenísimo resolvió a favor nuestro con fecha 27 de noviembre, a partir de una relación hecha por D. Alejandro Vettori, a quien había nombrado comisario para este negocio, en la que no se veía ninguna repugnancia a lo solicitado.

Tan pronto como se obtuvo el decreto, se indicaron las condiciones por medio del rogado D. Felipe Valentini, canciller de las parrillas, en un instrumento público, y fueron enviadas a Roma para ratificación y confirmación por el P. General, quien no sólo las aceptó en su nombre y en el de toda la religión, sino que también para mayor aumento del honor de Dios y de gloria de la Santa Virgen, las hizo firmar y validar por medio de un instrumento público preparado por la mano de Félix de Todis. Por uno y otro puede verse de qué modo se concedió a nuestros padres el uso de la citada iglesia de la S. Virgen de Riccis desde el principio. De qué modo comenzaron a celebrarse nuestras funciones allí, lo escribiremos en el año próximo para noticia de los que vengan después.

Volviendo a los concierne a la provincia romana, en primer lugar diremos que en el mes de mayo el Rvmo. y muy ilustre D. Brandimates Tomás de Ripa, arcipreste y vicario general del Emmo. Card. Marcelo Lanti, obispo de Frascati, con autoridad delegada, puso en una ceremonia y con rito solemne la primera piedra de fundamento de nuestra iglesia de las Escuelas Pías de Frascati con el nombre de S. María Virgen, que sería erigida en el Burgo San Pedro, estando presentes el Ven. Cabildo de la iglesia catedral; el Ilmo. Lugarteniente; el ínclito magistrado; el muy Rvdo. P. José de la Madre de Dios, nuestro fundador y Padre General; el P. Santiago de Sta. María Magdalena, superior local; el P. Bernardino de la Presentación, el P. Francisco de la Madre de Dios, el H. José de Sto. Tomás de Aquino, el H. Miguel Ángel de S. Agustín, el H. Juan de S. Carlos, el H. Lorenzo de la Anunciación, el H. Andrés de S. Carlos y el H. Pedro de S. Bartolomé, religiosos profesos nuestros.

Hay una lápida con una inscripción que dice así: “Bajo Urbano VIII, siendo el Cardenal Marcelo Lanti Obispo de Frascati, este templo fue dedicado a la Virgen María con limosnas de los piadosos el 9 de mayo de 1632”. Se hizo un documento público sobre lo anterior que dice como sigue:

“En el nombre del Señor, amén.
El año 1632 de la natividad del Señor, XV de la indicción, el 9 de mayo, en el pontificado de S.S. Urbano VIII, Papa por la gracia de Dios, el muy ilustre y Rvmo. Brandimates Tomas de Ripa, protonotario apostólico, vicario general de Frascati, en lugar y en nombre del Emmo. Cardenal Obispo de Frascati, según carta enviada por el citado Emmo. de Roma con fecha 24 de enero pasado, que me entregó a mí etc. Con el fin de insertarla en este instrumento según folio etc., junto con el cabildo y canónigos de la iglesia catedral de Frascati, presentes en un cierto terreno del Burgo San Pedro de la ciudad de Frascati, junto al convento de los RR. Padres de las Escuelas Pías, en el cual los mismos RR.PP. intentan edificar una iglesia nueva con el título de la Santa Virgen María, con asistencia de una gran multitud de gente, y también del Sr. Lugarteniente y el Magistrado de dicha ciudad, vestido con los hábitos pontificales, con aspersión de agua bendita, habiendo sido convenientemente observados todos los ritos, solemnidades y ceremonias por los intervinientes, después de invocar el nombre de Cristo, puso y colocó la primera piedra del cimiento de esta iglesia en honor de la B. María Virgen, declarando el mismo Rvmo. Vicario citado que ponía y hacía todas las cosas citadas antes sin prejuicio de los derechos de la iglesia catedral y la parroquia de Frascati, con declaración y prohibición de que dichos RR. Padres en la iglesia citada que se va a edificar no pueden establecer sepulturas para el servicio de los laicos sino con permiso expreso del Emmo. y Rvmo. obispo de Frascati, sino solamente para servicio de los mismos padres, y nadie más ni de otro modo, etc. En testimonio de lo cual dicho Rvmo. Sr. Vicario me mandó a mí, notario, y dichos RR. Padres me rogaron, que hiciera un instrumento con lo citado. Hecho en Frascati, en la sacristía de dichos RR. Padres y ante el Rvmo. Padre José de la Madre de Dios, General de dichos padres, estando presentes el Ilmo. y Exc. D. Antonio Porresario, doctor en el arte de la medicina, y D. Marcio Luciani, procurador fiscal de la curia diocesana de Frascati, testigos de Frascati.” Y hasta aquí por lo que se refiere a noticias de Frascati.

Acerca de la construcción de la fundación de Ancona, para preparar la cual el P. Esteban de los Ángeles había salido de Roma el 9 de junio con el H. Francisco de S. Juan Evangelista, se tomaron algunos acuerdos, especialmente para prorrogar el plazo para comenzar realmente y para tomar posesión del lugar, puesto que los fundamentos estaban retrasados, y debían terminarse en un semestre, se vio que la cosa era ciertamente imposible, por lo cual fue necesario alargar el semestre a un año entero, lo cual fue fácilmente obtenido del Ilmo. Sr. Ordinario del lugar, como consta por instrumento firmado a este fin el 2 de junio. La cual prórroga fue muy grata al P. General a causa de la falta de sujetos, pues aunque ese año profesaron 23, sólo 9 de ellos tenían experiencia y estaban capacitados por el ejercicio de las escuelas, por lo cual la escasez cerró el camino para tantos lugares, causando más bien insuficiencia.

Por lo demás, de entre los fallecidos merece hacerse mención del H. José de S. Nicolás Tolentino, llamado en el siglo José Apa. De Nápoles, clérigo profeso. Fue el primer navegante que murió en aquella tierra desconocida, Nikolsburg, y durmió placidísimamente en el Señor en el día que había predicho, a saber en la vigilia de la Asunción de la Santa Virgen. Así lo testifica el P. Peregrino, primer superior del lugar citado. Lo notifica escribiendo con fecha 18 de agosto, cómo, según lo había predicho para aquel día, con singular ejemplo de paciencia, y tomando obedientemente las medicinas prescritas por el médico, salió plácidamente de esta vida después de 13 días sufriendo los dolores de la enfermedad. De este mismo José, véase lo que escribió el P. Vicente en el Tomo I, p.3, cuál fue su fe y su esperanza, pues después de salir de Nápoles por barco y estando en peligro de naufragar, después de hacer el acto de contrición, junto con quienes le acompañaban, mostrando a la tempestad surgida en el mar la sencilla cruz que llevaba al cuello, proclamó con pasión ante las ondas: “Por la señal de la cruz nos libre Dios de nuestros enemigos; Cristo reina, Cristo impera, Cristo vence, Cristo nos defienda de todo mal”. La tempestad el mar se calmó, y lo que es más asombroso es que emergieron fulgores de esa cruz que guiaron felizmente a la orilla al navío citado entre los peligros. Así en el lugar citado, fol. 41.

Falleció en Narni otro, llamado Vicente de S. José, el 19 de agosto, honrado por el elogio del P. General como un hombre de singular modestia y virtudes. Como se ve en carta de fecha 27 de agosto. Murió siendo sacerdote a los 29 años de edad. Como no hay nada especial que anotar de las demás cosas, cierro el año presente, y comienzo otro.

Notas