BartlikAnales/1630

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Año 1630 de Cristo. Trigésimo tercero de las Escuelas Pías. Octavo de Urbano VIII.

Ephemerides Calasactianae X (1941, 98-104)

Le place a este año, el doscientos de las Orden de los Caballeros del Vellocino de Oro, comenzar con el nuevo título con el que los Rvmo. Sres. Cardenales recibieron de la Sede Apostólica. Y este título es el de Eminentísimo. Pues en un consistorio en presencia de Su Santidad se dio el decreto de que en lo sucesivo usaran el particular título de Eminentísimo, para que los señores cardenales antecedan en grado de honor a otras personas a las que siempre se les había dado el título de Ilmo., bastante eminente. Por lo que a partir de este año comenzaron a usar el título y llamarse Eminencia. Véase Spondano.

En cuanto a noticias de nuestro instituto, el presente año es bastante fecundo, y lo comenzamos con la apertura del Colegio Nazareno, poniendo delante lo que se dice de su fundación con las palabras que figuran en la minuta con las palabras que siguen:

“En el palacio en el que vivía en Roma últimamente, situado en el barrio de la Columna en la calle llamada Bubali, dejado libre por el Ilmo. Sr. Horacio Caetano Docmicelli, romano... mandó erigir y fundar un colegio, llamado Nazareno, el cual erigió, instituyó y fundó de la mejor manera posible con lo que había reservado, y quiso que en él se educaran doce adolescentes de origen pobre, de buena carácter, que quieran dedicarse al estudio de las letras, y que sean en lo posible de gran ingenio y aptos para cursar estudios, de los cuales dos sean siempre oriundos de Rímini, su patria, los cuales adolescentes, recibidos y admitidos en ese colegio, recibirán una habitación conveniente, y de los frutos y rentas de toda su exheredad, alimentos adecuados, y vestidos; y que por la ciudad vayan acompañados por los RR. Padres infrascritos vestidos con cimarra de color honesto, y en el colegio serán educados bajo la disciplina de los citados RR. PP. Religiosos de las Escuelas Citadas de la ciudad con sumo temor de Dios. Durante mucho tiempo el mismo Ilmo. Sr. Cardenal concibió y preparó en su mente una obra suya de este estilo, sin embargo como en el presente se siente indispuesto en su cuerpo a causa de la enfermedad, y no puede firmar las constituciones a ser observadas en dicho colegio, deseó en cierto modo asegurar su mantenimiento, de modo que vistas y estudiadas por los infrascritos ejecutores testamentarios suyos, o por la mayor parte de ellos, muchas reglas y constituciones de colegios similares, elijan, determinen y firmen unánimemente la mejor para el buen funcionamiento de ese colegio con los citados RR. Padres de las Escuelas Pías de la ciudad, de modo que establecida y firmada en sus actas me la muestren con sus disposiciones, y procuren que sea confirmada por la Santa Sede Apostólica... y mandó que los escolares citados y los demás que serán destinados y permanecerán en dicho colegio a su servicio deberán actuar según lo indicado en las citadas Constituciones. Quiso que todos los estudiantes adolescentes fueran instruidos y educados y se consagraran a los estudios bajo el cuidado y la disciplina de los citados RR. PP. Religiosos, de los cuales RR. Padres debían destinarse al máximo 4 para el cuidado y gobierno de dicho colegio, y otros cuatro a lo sumo debían destinarse como maestros y profesores de dichos escolares, y mandó que fueran alimentados en el mismo colegio con los citados escolares a cargo de su heredad y de los gastos de su colegio, según las reglas de los mismos RR.PP.
Y, puesto que la elección de los escolares se parecía de suma consecuencia e importancia, hasta ser el principal fundamento de la obra pía, por ello el Ilmo. Sr. Cardenal, confiando en los Rvmos. Sres. Prelados de la Santa Rota de la ciudad, ahora y en el futuro, por su sabiduría e integridad, y humana experiencia de las cosas, les destinó y concedió la elección de los estudiantes, a los cuales rogó de todo corazón que se dignaran aceptar según su piedad acostumbrada y humanidad la carga de la elección, y recibir y conservar siempre bajo su singular protección a todos y cada uno de los escolares de ese colegio. Y quiso que en materia de elecciones se procediera de modo que, reunidos todos los citados RR.SS. Padres Auditores, lo mismo la primera vez que todas las sucesivas cuando aconteciera que hubiere puestos vacantes, elijan y presenten como escolar de dicho colegio al más pobre, al mejor y de más excelente índole, ingenio y costumbres, y otras cualidades y condiciones, según la prescrita y firmada Constitución también por los citados padres de las Escuelas, por los cuales deben ser examinados antes, y mandó que hagan llegar un documento con la relación de los dotados, declarando y señalando con la mayor parte de los votos la elección y la presentación por los RR. Auditores preparada por ellos, y firmada por al menos la mayoría de ellos, y dirigido al rector en aquel momento del Colegio, el cual deberá admitirlos allí inmediatamente, y que esas actas me sean mostradas a mí y a mis sucesores en el futuro.
Para el tal colegio y para uso de los escolares que haya y otros que vivan allí, y para mayor comodidad y devoción, mandó construir en su mismo palacio o junto a él en la casita vendida en otro tiempo al citado D. Horacio Caetano una capilla u oratorio bajo la invocación de Sta. María de Nazaret, en cuyo altar quiso que se pusiera y conservara un cuadro con la imagen de la B. Virgen María de Loreto, traída de la ciudad nazarena.
Al cual colegio el Imo. y Rvmo. Cardenal hizo, instituyó y con sus propias palabras y solemnemente nombró su heredero universal de todas y cada una de sus propiedades, y de todas las demás cosas suyas, bienes muebles, inmuebles y que se mueven por sí, presentes y futuros, en cualquier lugar que se encuentren, también en las oficinas de la Curia Romana, y en los lugares de los Montes, tanto exentos como no exentos, lo mismo a nombre de otras personas que a su nombre, y sus demás créditos, derechos, acciones y todos los nombres de sus deudores, también bajo la citada donación a su hermana la Ilma. Sra. Casandra Tonti, y todas las cosas hechas a favor de los demás comprendidos y citados en él (testamento), y revocados como se dice más arriba por él mismo, también de las sumas contenidas en cualquier lugar, de cualquier género y denominación, y a dicho colegio dejó lo que quedara de su herencia, de cuya herencia todos y cada uno de los réditos, frutos e ingresos en el futuro, tal como se vayan produciendo y madurando, serán exigidos y administrados por el Rector elegido y nombrado en su tiempo por los citados RR.PP. de las Escuelas Pías (una vez satisfechas todas las deudas y legados), y lo escribirá diligentemente en un libro particular separado de otros con las cosas y negocios de su religión, y mandó que al final de cada año debía mostrarlo al predicho auditorio de la S. Rota, para que uno de estos PP. Auditores o por otra persona delegada por el citado auditorio calculara, ajustara y comprobara el saldo en detalle, sin ninguna intermisión, de modo que se calcule el rédito e ingreso de su herencia (después de llevar a cabo todas y cada una de las cosas dichas más arriba) para el año, y cómo se espera que irán las cosas en el futuro, y quiso que se viera por parte de los RR. SS. Auditores con la participación del citado P. Rector y los padres del dicho colegio si todo ello permitiría aumentar la manutención de otros estudiantes en dicho colegio, que deberían aumentar, ser elegidos y educados para haber más de los 12 citados, sin que lleguen a pasar de 20.
Si después de pagar la manutención de los dichos veinte escolares educados en ese colegio, como se ha dicho más arriba, haciendo todas las cosas necesarias para los religiosos destinados a su cuidado y gobierno, se viera que queda un resto importante de los réditos y frutos de toda su herencia, en ese caso mandó que cada año y por tiempo limitado se destinara y gastara en los estudiantes alumnos del colegio que obtuvieran en los estudios de dicho colegio Summa cum laude, a fin de que aquí en Roma o en otra ciudad en la que hubiera escuelas públicas de estudios superiores, o Ley y Medicina, u otras letras sagradas u otras ciencias, de modo que puedan mantenerse decentemente allí, estando bajo el cuidado de los citados RR. SS. de la S. Rota y de los religiosos del ese colegio.
Y para que siempre conste y aparezca la calidad, cantidad e identidad de las cosas, bienes, derechos y créditos de toda su herencia, deseó que sus ejecutores testamentarios, o la mayor parte de ellos, inmediatamente después de su muerte, hicieran una descripción precisa e inventario de todos y cada uno de ellos, alegando su disposición presente; y quiso y mandó que ellos por su propia autoridad y con el consenso de otra persona, y sin ninguna solemnidad, puedan vender y alienar todos sus muebles, objetos, utensilios, de oro y plata, donde quiera que estén, y su precio se entregue en satisfacción de deudas y legados, y que si lo anterior no bastase, que puedan vender y alienar otras cosas y bienes que según el arbitrio de la mayor parte de ellos sea menos dañoso, y más útil para la ejecución de lo dicho, y puedan gastar su importe en la satisfacción de los dicho.
Y finalmente mandó que se guardaran y conservaran todos y cada uno de los bienes, cosas y demás que quedasen de la pía dote para perpetua manutención del colegio citado, y en ningún modo pudiera ninguna persona alterar, vender, dar, obligar, hipotecar, cambiar, separar o hacer ningún tipo de alienación (tomando la palabra alienación en el sentido más amplio, por cualquier causa y motivo etc.), a no ser que se haga con la intención de reinvertir en Roma, en censos no exentos de los bancos, o en bienes estables seguros a elección del P. Rector del momento en ese colegio, con conocimiento y aprobación del Rvmo. Sr. Decano presente de la citada S. Rota, y lo mismo obsérvese en el caso de extinción o retroventa de cualquiera de los censos de los bancos, que deben permanecer en paridad, y conservarse perpetuamente inalienables, para dote y manutención del citado colegio, y de sus escolares y otros citados, y lo mismo obsérvese cada vez que se haga una extinción o retroventa o alienación, tanto voluntaria como forzosa, cuando un caso tal ocurriera en el futuro... Cualquier cosa que se hiciera en contra se declara inválido y nulo y sin fuerza automáticamente.”

Así dice el texto del testamento del Nazareno. Quien desee verlo íntegro, lo tiene en el libro de las fundaciones del archivo de S. Pantaleo, en el folio 114.

De lo que hemos escrito del testamento, fácilmente puede deducirse cuál es el instituto de la fundación de dicho colegio Nazareno. Para que la pía voluntad de tan generoso fundador un septenio exacto después de su muerte pudiera comenzar a ponerse en práctica, de acuerdo con el consenso de la Santa Rota Apostólica, fueron elegidos ocho adolescentes de buena índole y gran esperanza, los cuales, vestidos con la toga clerical o cimarra por nuestro P. General en nuestro oratorio doméstico de S. Pantaleo, tal como estaba prescrito, como no pudieron ser introducidos en el propio palacio, por causas alegadas en el testamento, fueron conducidos a casa de Blas Factori, amigo y familiar antiguo del Príncipe Cardenal de buena memoria, y allí fueron encomendados y entregados por los SS. Ejecutores testamentarios al cuidado y disciplina de nuestro P. General. Sus nombres, para que sean conocidos de la posteridad, no nos duele anotarlos aquí. Son los siguientes:

Juan Francisco della Valle, de la diócesis de Veroli, 19 años
Carlos Bianchelli, de Rímini, 15 años
Francisco Baldi, de Rímini, 16 años
Francisco Canario, Romano, 16 años
Pedro Cassinesse, Romano, 16 años
Tomás Paganelli, Romano, 14 años
Francisco Cochetti, de París, 14 años
Francisco Deodato, Romano, 15 años

Se deseaba incluir también al hijo de D. Jerónimo Palotti de la ciudad de Frascati, pero no pudo aumentarse esta vez el número por encima de los ocho citados, pues parecía que el censo daba para la alimentación de ellos solamente, y no bastaría para más; y no pudo además obtener la aprobación de la S. Rota, pues este lugar era sólo para pobres, y no para pobres de suficiente fortuna.

Por lo demás el modo de vivir y el orden en dicho colegio es como sigue:

1.Levantarse por la mañana a las 12 en invierno. En verano, a las 8.
2.Mientras se visten se dice una parte del Rosario a la B. Virgen.
3.Se hace en el oratorio común meditación de la Pasión del Señor durante media hora, con asistencia de uno de los nuestros, que explica brevemente los puntos de meditación, y se concluye con ciertas preces por la exaltación de la S. Madre Iglesia, por el Pontífice y Bienhechores.
4.Sigue el estudio durante dos horas, en el cual escriben sus ejercicios, o se preparan para repetir y decir las lecciones de memoria.
5.El tiempo de las escuelas con diversos maestros dura dos horas y media, después del cual
6.Se oye con devoción la misa, la cual terminada se dice ciertas oraciones por el alma del difunto cardenal fundador.
7.Comida en el refectorio común, durante la cual, lo mismo que durante la cena, se tiene lectura por orden semanal.
8.Terminada la comida, hay una hora de recreo, después de la cual se tiene estudio como por la mañana. Entonces
9.Se va a clase por espacio de dos horas y media.
10.Se dicen las letanías lauretanas al terminar las clases en el oratorio común. El sábado se cantan, después de una conferencia espiritual.
11.Se quedan allí un rato, para que puedan decir el oficio de Sta. María Virgen o bien otras oraciones particulares.
12.Se vuelve al estudio, que no durará más de dos horas.
13.Se tiene la cena, terminada la cual todos tienen un rato de recreo, en el cual está permitido practicar algunos juegos.
14.Van a acostarse, después de decir en el oratorio común las letanías de todos los santos, el examen de conciencia y otras devociones habituales, y de recibir la bendición del P. Rector.
15.En el dormitorio se enciende una lámpara nocturna, y mientras se quitan la ropa se observa un silencio religioso.
16.Practicarán dos veces al mes la confesión y comunión sacramental.
17.En las fiestas de precepto y los domingos se canta de la manera acostumbrada el oficio parvo de la B. Virgen María, y una vez al mes el oficio de difuntos.
18.En días de vacaciones saldrán de la escuela una vez a la semana a tomar el aire, pero acompañados por nuestros padres o hermanos.
19.Acostumbrarán a celebrar academias cada mes, pero se tendrá una pública solemne el domingo infraoctava de la Natividad de la Virgen.

20.Se acostumbrará a tener disputas filosóficas tanto privadas como públicas[Notas 1].

En lo que se refiere a comida y vestidos y demás requisitos, el libro de economía muestra y narra todo lo que se refiere sobre el asunto de este Colegio Nazareno, hasta nuestros días. Y esto es lo que se refiere al comienzo del Colegio Nazareno.

Ephemerides Calasactianae X (1941, 133-139)

El día 22 de enero, que es el de SS. Vicente y Anastasio, el P. Vicente, superior de Poli, abrió las escuelas, y comenzó a explicar la doctrina cristiana. El día 20 de febrero el P. Melchor de Todos los Santos, que continuaba en Ancona, recibió la atestación sacerdotal que había pedido y que decía lo siguiente: “Sea sabido de todos a tenor de las presentes que el R.P. Melchor de Todos los Santos está rectamente y a título de pobreza promovido en nuestra Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías a todos los órdenes sagrados, y en ella siempre ha celebrado cotidianamente la Misa, como los demás sacerdotes de dicha religión, y no tiene ningún impedimento para poder celebrar misa, en todo momento y lugar, con permiso del Ordinario, y queremos recomendarlo en el Señor ante todos. Dado en Roma en la casa de las Escuelas Pías el día 20 de febrero de 1630. José de la Madre de Dios, Padre General.”

De esto se puede deducir que el nombrado P. Melchor comenzó su camino sin compañero, a pesar de que en algún lugar se lee que le fueron asignados dos y lo atestigüen algunas cartas dimisorias, pues aquellos compañeros que se ofrecieron voluntariamente a él en Nápoles, fueron considerados insuficientes por Roma, y por tanto obligados a quedarse en casa.

Pasemos ahora a Florencia, para ver lo que se trata en relación con nuestras Escuelas Pías allí. De la misma manera que el sol del oriente empuja la oscuridad de la noche, del mismo modo a nuestro P. Francisco le pareció que la venida del Serenísimo Duque al comienzo del año nuevo después de pasar la fiesta de Navidad en Pisa expulsaba de su ánimo la oscuridad. Pues el Dux, después de que inclinado a favor del suplicante pidió una respuesta urgente a la Corte, encomendó este negocio a su consejero Sr. Antilla, y mandó que los demás, reunidos en las Escuelas Pías florentinas, examinaran el asunto y le dieran su opinión. Dicho, y hecho. Dicho y hecho. Todos los puntos de este asunto se trataron fácilmente, y fue informado el Serenísimo sobre ello. Con la autoridad de la Serenísima el consejero citado emitió un decreto que decía como sigue: “Su Serenidad se alegra de conceder gratis durante cinco años aquella casa a los religiosos que la piden para el ejercicio de las Escuelas Pías, y sin ningún pago por vivir en ella. Visítense sin embargo dos veces al año, y refiérase fielmente al Aula el progreso de las escuelas. Y después que se recibiera un instrumento de procuración de su Rvmo. P. General, déseles real posesión de la casa a los mismos, con instrumento preparado por un delegado jurado. Dado en Florencia el 20 de marzo de 1630. Fernando etc. Andrés Cioli.”

Así el Serenísimo en favor nuestro. Al recibir este documento, el P. Francisco informó a su P. General de lo hecho, y le pidió que le enviara el derecho de procura. Como la necesidad urgía, el P. General envió a Florencia el instrumento pedido, hecho por D. Félix de Todis con fecha 30 de marzo en Roma. Si la firma del tratado fue retrasado por causas justas hasta el 6 de abril, ese día el P. Francisco compareció con su auténtica procuración ante el citado Sr. Antilla, donde, en presencia de otros delegados, fue hecho y firmado un instrumento por el Sr. Felipe Valentini, Canciller del Monte, en cuanto notario público, y conservado para eterna memoria en la cancillería ducal, junto al instrumento de procuración del P. Francisco. Hecho lo cual, como ya no faltaba sino que el Sr. Fiamelli nos traspasara el derecho de las escuelas y la vivienda, él mismo lo hizo de acuerdo a derecho, en la forma que sigue:

“Yo, Juan Francisco Fiamelli, Prefecto de las Escuelas Pías de la ciudad de Florencia, viendo la caducidad de mi vida, que ya avanza por los setenta y seis años, deseando en mi encanecida edad que esta obra de las Escuelas Pías se perpetúe también después de mi muerte, y sabiendo que nadie conviene mejor que los religiosos del nuevo instituto de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, de los cuales es propio según sus constituciones el no poseer nada en particular, y vivir sólo de limosnas, bien pedidas, bien ofrecidas espontáneamente, e instruir a la niñez, especialmente los pobres, en el temor de Dios, y en la primera letras, esto es, en la lectura, escritura, aritmética, gramática, inclusive hasta la retórica, gratis y sin pago, por pura caridad y celo por el bien del prójimo; por lo cual me pareció conveniente rogar a los citados religiosos que acudieran a Su Serenidad para obtener el derecho y plena autoridad para continuar con esta buena obra, de modo que en nuestra ciudad no falte el fruto y el mérito de tanta buena obra. Como ya gozan de dicho derecho, y yo, como he dicho, me veo y encuentro inhábil para este trabajo, de buena gana les cedo y entrego este derecho de las Escuelas Pías florentinas y la vivienda. Día 30 de abril de 1630. Juan Francisco Fiamelli, como más arriba.”

Una vez obtenido el rescripto, nuestros padres debieran haber comenzado inmediatamente su magisterio, pero los maestros destinados el año anterior a este trabajo, por falta de alimentos, se vieron obligados a volverse a casa; por esa causa se rogó el citado Sr. Fiamelli que continuara con sus discípulos, hasta que por orden del P. General volvieran los mismos, o fueran enviados otros. Él aceptó de buena gana y mantuvo y conservó las escuelas bajo su disciplina hasta el 22 de mayo. A partir de entonces los nuestros, después de llegar, comenzaron según el uso y costumbre usados entre nosotros.

Los primeros que vivieron en Florencia fueron: el P. Francisco de la Purificación, superior de la casa y procurador para los negocios; el P. Santiago de S. Pablo, profesor de humanidades y elocuencia; el P. Juan Esteban de Jesús, maestro de gramática; el H. Francisco de S. José, maestro de escritura y aritmética; el H. Martín de S. Carlos, maestro de lectura, y el H. Antonio M. De S. Francisco, cocinero, ecónomo, etc. Llegó también el P. Arcángel de la Anunciación, pero sólo para ayudar en la parroquia, y sin vivir con los demás, ya que en la vivienda sólo se dio permiso para que vivieran seis. Las letras de la casa florentina alcanzaron al principio unos principios magníficos, lo cual pudo añadir un gran peso y empuje para recomendar nuestro instituto ante la misma serenísima duquesa florentina, y sobre ello escribió el magnífico y excelente D. Gaspar Scioppio, consejero de la sacra cesárea majestad, cuya carta no podemos menos que copiar, y que dice lo siguiente:

“¡Serenísima Duquesa y Señora!
Con sumo agrado me enteré por carta del R.P. Francisco de la Purificación, Provincial genovés de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías , que a vuestra serenidad le agradó interceder para lograr el derecho de residir en la vieja casa florentina de las Escuelas Pías. En conciencia digo (y otro instruidos sienten lo mismo) que tan pronto como esta nueva religión se ha dado a conocer entre príncipes y repúblicas, no ha ocurrido otra cosa sino que se han esforzado por introducirla en sus territorios, con el único fin de que la misma municipalidad se eleve en el bien y en la comodidad. Propondré a su Cesárea Majestad (con el que espero reunirme en breve) este instituto como principal medio para propagar la fe ortodoxa. Para que los hijos de los herejes, obligados a frecuentar las escuelas desde los tiernos años, puedan asimilar los rudimentos de la verdadera fe; y no dejaré de dar a estos religiosos consejos, y de sugerirles los medios para un método fácil para enseñar y explicar la lengua latina y la doctrina cristiana. Los Padres de la Compañía ya obtienen mucho fruto de su tiempo y trabajos, mientras que estos cultivan a los más humildes, y los reciben para adornarlos pronto con más altas ciencias. Por ello me alegro mucho por el mérito que Vuestra Serenidad puede esperar ante el Altísimo en el cielo, por haber ofrecido su mediación a favor de dicha religión, rogando para que la divina Majestad la conserve durante mucho tiempo feliz y en buena salud, y que le haga ver el fruto abundante que producirán las Escuelas Pías en la juventud florentina.
Humilde siervo de Vuestra Serenidad, Gaspar Scioppio.”

Y, desde luego, él, que preparó una nueva gramática con un método fácil para enseñar latín, la recomendó a nuestro Padre General y a toda la Religión para que la asumieran para uso y práctica de los discípulos. Por lo demás, de dónde le venía el conocimiento de nuestro instituto, es incierto. Sin embargo cualquiera puede fácilmente ver cuánto lo apreciaba a partir del texto que añado.

Él mandó imprimir una obra con el título Escuela de Cristo. Allí se lee el encomio de las Escuelas Pías con estas palabras:

“No es fácil distinguir a los clérigos regulares de los que no lo son, ni por la comida ni por el vestido, excepto a los que se llaman maestros Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, a los cuales puedes llamar con razón clérigos apostólicos, cuya orden fue fundada en Roma hace casi 15 años, y ha abierto escuelas allí, y después en Nápoles, Génova, Florencia y otras ciudades italianas, en las cuales enseñan sin ninguna discriminación entre los hijos de los ricos y de los pobres no sólo la piedad cristiana (aunque principalmente eso), sino también los elementos de las primeras letras, es decir leer y escribir, y además aritmética, gramática, poética y retórica, y desde sus escuelas los conducen los maestros dos veces al día en dos filas ordenadas a su casa, para evitar así cualquier tipo de corruptela de costumbres. Los clérigos de esta Orden, además de la obediencia, las castidad y la pobreza prometen un cuarto voto, de dedicarse al trabajo escolar a cualquier edad, de modo que está prohibido el ambicionar, de manera abierta u oculta, el honor del sacerdocio, el cual sin embargo deben necesariamente aceptar del Moderador de la Orden. Entre tanto se esfuerzan en merecer a Dios, que quiere misericordia y no sacrificios, con el increíble esfuerzo de enseñar a los niños.” Hasta aquí él. Con lo citado hasta ahora acerca de la fundación de las Escuelas Pías en Florencia basta.

Ahora referiremos otras cosas que corresponden al año presente. El P. Melchor (como recordamos más arriba) saliendo del puerto de Ancona llegó tal vez por el mar Adriático a Venecia, con la intención de continuar después su peregrinación, y quedándose allí comenzó a encomendar nuestro instituto a algunos de la Curia, confiando en poder obtener fácilmente algún lugar para sí y después para fundar el instituto de las Escuelas Pías. El Padre General, aunque fue avisado de sus acciones, se inhibió completamente de hacer nada ante tal propósito e intento, no sólo por falta de sujetos hábiles para ocupar aquel célebre lugar, sino también por el edicto público, dado por Nicolás Contarini, supremo Dux de Venecia, para que durante el tiempo de su mandato no se permitiera la entrada de ninguna nueva religión en la municipalidad. El mismo escribió una carta con fecha del 19 de abril al P. Melchor, en la que le prohibía imprimir nuestras Constituciones, cosa que él intentaba hacer. Parece que también le envió lo que se dice a continuación de las Escuelas Pías, como compendio del instituto:

“Breve relación acerca de nuestro Instituto.
Los doctos juzgaron que la religión de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, a causa de la custodia rígida y exacta de la Suma Pobreza, y de la renuncia de las cosas necesarias para el uso de la vida, puede carecer de muchas cosas, a no ser las recibidas de los mismos príncipes y comunidades por quienes es admitida. Como las demás familias religiosas tiene otros bienes comunes, para ayudar al prójimo, ofrecidos de acuerdo con el voto (como son oraciones, misas, confesiones y sermones); sin embargo lo propio de su instituto es intentar la recta y pía educación de los niños, y enseñarles los rudimentos de las letras, esto es, leer, escribir, y luego el arte de la aritmética y también la gramática, poética y retórica; esto además de formarles en las buenas costumbres, el temor de Dios y la práctica de la vida cristiana, que es su principal propósito; y a causa de ello los discípulos, en distintos grupos, en oración o procesión pública son llevados por sus maestros a casa desde las escuelas por la mañana y por la tarde.
El cual instituto sin duda dirige nuestro esfuerzos junto con la conservación del bien común la de las repúblicas citadas (como lo juzgan grandes filósofos) o más bien el cristianismo, como al contrario pensaban Gerson y el divino Carlos, siendo todo el orbe más fácil de manejar, o más bien necesario, cuanto más se comienza desde la tierna edad en las clases de hombres débiles y humildes, como bien dice Jeremías: “Los niños pedían pan, y no había quien se los repartiera”. Por lo cual se dice sin duda que la soberbia de los hombres hace que se sientan más fácilmente inclinados a ascender para enseñar en altas cátedras para enseñar a hombres de edad avanzada más bien que a rebajarse a los bancos humildes de los niños, lo cual la astucia del demonio lo considera como un trabajo menor o abyecto, y no lo considera suficientemente digno de hombres sabios y graves, cuando en realidad merecería ser considerado como sumamente importante, y no inferior a ningún otro en dignidad y precio.
Esta obra la recomiendan los Santos Concilios y los Santos Padres, y la ejercieron santos y hombres célebres por su sabiduría, y esta obra la abrazan y la aman con único celo e iluminados con la divina luz de la gracia. Esta entienden que es necesaria principalmente los sacerdotes que se dedican a las confesiones de los penitentes, ciertamente porque han entendido que, aunque quizás la cosa sea pequeña, los tiernos ánimos de los niños suelen estar infectados desde los primeros años con los mismos vicios que se mostrarán más tarde con la obra de los maestros y pedagogos, por lo cual es opinión de muchos es un negocio mayor instilar en ellos la devoción y el temor de Dios. Rectamente dice el poeta con el vulgo: la cabeza que ha sido impregnada recientemente conservará el olor durante largo tiempo.
No pocos príncipes y ciudades que ya conocen esta obra, la favorecen mucho, con la ayuda de Dios; otros, que aún no la conocen, la desean vivamente; casi todos la desean después. La misma sabiduría divina la recomienda en muchos lugares, como dice este versículo de Proverbios: “el que ahorra el castigo, odia a su hijo; y quien lo ama, inmediatamente lo forma”. La misma merece recordarse en cuanto único remedio para innumerables males y pecados, a causa de los cuales en los adolescentes y luego en las edad que sigue suele producirse como consecuencia el abandono, como nos dice Salomón: “El adolescente que va por su camino, incluso cuando envejezca no se apartará de ella”. De ahí suelen venir más tarde, aunque a menudo se ignoran las causas, muchos infortunios tanto de los hombres particulares, tales como la muerte de los libres a causa de las angustias y molestias del alma, inclinaciones familiares e incluso la muerte; como las guerras públicas, pestilencias, destrucciones de familias, perturbaciones de la vida civil, sediciones de los pueblos y destrucciones de los imperios, abandono de la fidelidad y obediencia para con los príncipes, lo cual decimos que sin duda ocurrió en Jerusalén, que los caldeos borraron por fin el instinto de Dios, pues Jeremías dice: “Los hijos de Israel y los hijos de Judá hacían sin interrupción el mal ante los ojos de Dios desde su adolescencia, etc.”.

Hasta aquí el resumen de nuestro instituto, que quizás mando imprimir el P. Melchor para presentarlo al Rvmo. e Ilmo. Marco Zeno, obispo de Torcello, hacia el cual se desvió el P. Melchor, y junto al cual se detuvo un tiempo, y que él llevaba consigo para recomendar su instituto. Lo demás en cuanto a la gestión de los asuntos de Venecia, se verá en su lugar.

Ephemerides Calasactianae X (1941, 161-166)

Aproximadamente por ese mismo tiempo, como en Génova no había un lugar capaz como casa de formación para los novicios, por orden del P. Provincial Juan esteban de la Madre de Dios, que había sido enviado con patente para regir la Provincia de Liguria el año anterior, de allí se fueron todos a Cárcare, y allí, según los prescrito en nuestras Constituciones, se formó un equipo de profesores para formarles en los estudios, y aunque alguno escribe que cuando llegó la peste de nuevo fueron enviados a Génova, no me parece verosímil, sino más bien creo que permanecieron allí. ¿Cómo podían, si no, contarse 40 personas de familia en Cárcare, si no es añadiendo los novicios? Y mi afirmación está también probada por el hecho de que durante el tiempo de la peste se anotan dos o tres novicios difuntos. Y aunque alguno escriba que en nuestra casa no enfermó nadie, al menos murió contagiado por la enfermedad Domingo de la Madre de la Misericordia, que se infectó al auxiliar a otros, y él mismo enfermo allí mismo terminó su último día el 4 de julio.

Esta pestilencia también afligió este año a Florencia, a causa de lo cual los nuestros poco después de abrir las escuelas se vieron obligados a cerrarlas, y puesto que eran requeridos médicos espirituales para poder auxiliar a las almas, a falta de otros los nuestros se consagraron también al servicio de los oprimidos, y concretamente el P. Arcángel con el H. Martín; así se dice en alabanza suya que no sólo les llevó los sacramentos, sino que a falta de enterradores, llevó sobre sus propios hombros a los muertos al sepulcro. Testifica de ello el estado de la provincia de Florencia. Y Leopoldo Miglio en su Florencia Ilustrada.

Después los nuestros en San Pantaleo también cerraron las escuelas, a causa de este mal universal, porque así lo ordenó un decreto del 6 de julio publicado por la S. Congregación para el buen gobierno. Había que obedecer otras cosas que se decían en él, como la prohibición de entrar a la ciudad a todos los que venían de fuera, y también de salir de la misma a lugares próximos. A causa de ello nuestro P. General, escribiendo al P. Castilla a Frascati con fecha 10 de agosto, quiso que toda la religión fuera encomendada a nuestra Taumaturga, y que todos fueran avisados del peligro de muerte, para la cual requirió una seria preparación, y más aún en tiempos de la presente enfermedad.

El día 7 de agosto fue publicado por la Sede Apostólica un Breve en favor nuestro, en el cual se dice que no erijan en ningún lugar escuelas con el título de Escuelas Pías, sin duda con ocasión de que recientemente se nos habían entregado a nosotros las escuelas de Florencia, que allí de hecho eran llamadas Escuelas Pías. A petición del P. General la Dataría Apostólica proveyó el decreto que dice como sigue:

“Urbano VIII Papa. Para perpetua memoria.
Dirigiendo nuestra atención a los abundantes frutos que los queridos hijos Clérigos Regulares de la Congregación de la Madre de Dios de las Escuelas Pías producen en la viña del Señor, consideramos digno y deber nuestro el quitar y prohibir, en cuanto podemos en el Señor, aquellas cosas que pueden ser un obstáculo en su progreso.
1.Y así, queriendo que sigan recibiendo favores y gracias, les absolvemos y consideramos absueltos a ellos y a cada una de sus personas, de cualquier tipo de excomunión, suspensión y prohibición, y otras censuras eclesiásticas, censuras y penas, tanto de derecho como personales, con cualquier ocasión y extensión, lo mismo si están ligadas del modo que sea, a efecto de conseguir las presentes, inclinados a las súplicas presentadas a Nos humildemente por el ministro general de dicha Congregación: prohibimos que nadie se atreva a erigir bajo ninguna autoridad escuelas con el nombre de “Escuelas Pías”, o llamar o inscribir como “Pías” a escuelas ya fundadas, excepto las que sean gestionadas por dichos clérigos regulares, bajo la pena de incurrir en excomunión y otras censuras eclesiásticas ipso facto los que lo hicieran.
2.Decretamos que este decreto es válido, firme y eficaz, y deberá ser inviolablemente observado por todos.
3.Y así deberá juzgarse y definirse por cualesquier jueces ordinarios y delegados, incluidos los auditores de causas del Palacio Apostólico; y se declarará nulo y sin valor lo que cualquier autoridad, consciente o inconscientemente, se atreviera a decidir en contra.
4.No obstante las constituciones y órdenes apostólicas, y los cualesquier documentos en contra.
5.Para que la presente sea más fácilmente conocida, queremos que la misma, copiada, y también impresa, firmada por mano de algún notario público, y provista con el sello de persona con dignidad eclesiástica, sea presentada como testimonio en cualquier lugar, si fuere mostrada o exhibida.
6.Dado en Roma en Santa María la Mayor, bajo el anillo del Pescador, el 7 de agosto de 1630, 8º de nuestro Pontificado.”

Así Su Santidad a favor de las Escuelas Pías. Mientras tanto nuestros padres de Nápoles, aunque estaban fuera del peligro de la peste, pensaban transferir su noviciado a otro lugar, para el cual traslado fue ofrecido un lugar de manera muy oportuna por D. Santiago Bertea de Posilipo, un lugar próximo a la ciudad, en el que más adelante se acomodará el noviciado. Pero, como no tuvieron oportunidad de ir a saludar al arzobispo, lo recibieron de momento como un lugar para recuperar la salud, o como una ermita para hacer ejercicios espirituales, hasta obtener el permiso de vivir regularmente en él como casa religiosa. Cartas del P. General 7 y 27 de septiembre.

El 12 de septiembre, a pesar del peligro de transmitir a todos el contagio de la epidemia, el P. General envió a todas nuestras casas un decreto acerca de la creación del archivo según lo prescrito en las Constituciones, Cap. 4, par. 3 en donde se prescribe que se haga un registro de todos los documentos en libros aparte, de las fundaciones aceptadas y concluidas, de las entradas y salidas de superiores y súbditos, del fallecimiento de los nuestros, un índice de las profesiones hechas, de las renovaciones de votos y de cualesquier decretos tanto generales como provinciales. También el libro de limosnas con las entradas y salidas; y pidió que se le enviara a él un resumen al final de cada trimestre. En el mismo decreto también se prescribe, conforme a la bula de Pío IV, que todos los que trabajan en la enseñanza en las escuelas hagan la profesión de fe. Además promulgó un decreto especial para que el P. Santiago enseñara a los seglares Lógica en la casa de Narni. Así leo en carta del P. General con fecha 25 de septiembre.

El día 5 de octubre se le encomendó al P. Provincial de Nápoles que visitara él mismo o mandara alguien a visitar la fábrica de Bisignano, donde no quería enviar más sujetos hasta que terminaran las obras, pues la princesa que tanto se había interesado por aquel lugar había fallecido, sin dejar ayuda para continuar los trabajos.

Día 22 de noviembre. El P. Juan Bautista de la Virgen del Carmen fue enviado por orden del P. General y de su P. Provincial de Nápoles a Somma, para tomar un lugar que el ayuntamiento de aquel pueblo ofrecía espontáneamente a favor de nuestro Instituto. Hubo alguna oposición por parte de 5 religiosos de las órdenes mendicantes, pero a pesar de que dicha comunidad recurrió a la S. Congregación, y prescribió los medios de vida, obtuvo la vivienda para los nuestros.

7 de noviembre[Notas 2]. Anota el P. General que se comenzó a tratar acerca de la fundación de Ancona, promovida por D. José Cinquevie, comerciante milanés pero ahora habitante de Ancona, puesto que lo que había tratado el año anterior, decía que había allí ahora un lugar mejor. Advierto que sobre lo tratado se vea lo que escribí acerca del P. Melchor; cómo pronto en abril salió de Ancona y se fue a Venecia. En la misma fecha encarga al P. José de la Visitación de admitir a los novicios a hacer la profesión, observando lo dicho en cuanto a escrutinios, y se prescribe que al final de este cuatrimestre se les haga una visita.

Alrededor de estas fechas llegó una carta respondiendo acerca de la aceptación de la fundación de Nikolsburg, la cual, como la considero digna de ser leída para noticia de los que vendrán, me tomé el trabajo de copiarla a continuación, y dice como sigue:

“¡Reverendísimo Padre en Cristo!
Recibí a finales de octubre la muy deseada de vuestra paternidad, con fecha 21 de septiembre, algo tarde, pero oportunamente, pues desesperábamos del éxito de nuestro intento, ya que difícilmente teníamos nada con qué resistir a los Padres de la Compañía, cuya pretensión el Emmo. Cardenal Dietrichtein, al ver la carta de vuestra paternidad, rechazó completamente. Yo, asegurado por la palabra y la promesa de V.P., le reservo un lugar, y reuní profesores para las escuelas menores sólo por un tiempo, esto es, hasta que lleguen vuestros padres, que no dudamos se habrán puesto ya en camino, habiendo paz en Italia y habiendo cesado el contagio, más aún porque en Ancona y Trieste nunca hubo ni hay ningún contagio. Se alegró mucho nuestro príncipe al saber por la carta de vuestra paternidad de que hay en vuestra Orden conocedores de la lengua alemana, los cuales son muy necesarios para enseñar Principios, Gramática y una lengua hispana y otras cosas, que entre nosotros se enseñan a ciertas horas junto con el latín, pues aunque son muchos los que conocen el francés y el italiano por aquí, sin embargo son raros los que quieren enseñar español. Acomodaré mientras tanto un lugar separado para habitación de vuestros padres, según quisieran ellos mismos, y lo proveeré de todo lo necesario con las rentas de nuestro seminario, que en este momento producen 10 mil florines, como verán los padres cuando vengan (lo cual deseo que sea muy pronto). Mientras tanto, rogando a Dios que mantenga a vuestra Rvma. Paternidad en buena salud durante mucho tiempo, quedo
Devotísimo en Cristo de vuestra Rvma. Paternidad, el siervo Juan Bautista Gramay, Prelado de Ornheim, nombrado arzobispo de Upsala, consejero y limosnero de S. Ces. Maj.”

Hasta aquí él. Por lo que consta que nuestro P. General había mantenido con ese señor una buena correspondencia durante el quinquenio pasado, y que el mismo Sr. Prelado siempre se esforzó por promover nuestra religión, como había prometido. Cuál fue el efecto de la promesa se verá claramente en el año que sigue.

Concluyo la narración del presente con lo que se dice en el Proceso de nuestro Ven. Abad Glicerio. Pues ciertamente después de que dicho Venerable Siervo de Dios descansase en su sepulcro durante 12 años, y se creyera que su tumba estaba totalmente corrupta y putrefacta, para que se conservara de manera honrosa su cuerpo venerable, con permiso del Emmo. Cardenal Ginetti, Vicario de Su Santidad, se puso su cuerpo en otro sarcófago y se trasladó para enterrarlo en otro lugar. Esta acción se llevó a cabo en una solemne ceremonia, en presencia de todos los de la casa, estando también presente D. Eduardo Tibaldi, notario del proceso de la vida de dicho Siervo de Dios. Cuando se abrió el lugar de la antigua sepultura, la tierra que rodeaba la tumba, que en alguna parte estaba ya corrompida, producía un olor admirable, y el sagrado ataúd olía a violetas. Narra esto en el Proceso de la vida como testigo ocular el P. García o Castilla, llamado de Frascati para este acto público, donde, es decir en Frascati, el 9 de agosto había sido enterrado el H. Sebastián de S. Francisco, del cual, escribiendo el P. General al citado P. Castilla con fecha 12 de agosto a propósito de su sufragio enviado a todas las casas, dice lo siguiente: “Envié ya a las diferentes casas los sufragios a celebrar por el H. Sebastián, cuyas exequias entre nosotros oigo con gusto que fueron muy honradas”. Y añade: “Quien sirvió esta imagen milagrosa con devoción, siempre será favorecido y protegido por ella”. Y estas son las cosas notables ocurridas en el transcurso de este año. Comencemos un año nuevo.

Notas

  1. El orden aquí escrito se seguía en Roma en tiempo del analista, o sea a comienzos del siglo XVIII.
  2. Diciembre, según el original.