BartlikAnales/1657

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Año 1657 de Cristo. 3º de Alejandro VII. Último de Fernando III. 60º de las Escuelas Pías

Archivum Scholarum Piarum 7-8 (1980, 1-86)

Muertos en Liguria

En el año presente a causa de la continuación de la peste en Génova y en Liguria fallecieron once de los nuestros. Entre todos ellos destacamos a los PP. Luis de Sta. Catalina, Jerónimo de San José, Juan Bautista de S. Bartolomé y Francisco del Stmo. Sacramento. Este último era italiano de Cárcare, y pronto al comienzo de la peste, inflamado por la salud de las almas, dejó de lado la salud del cuerpo y fue a trabajar a favor de los infectados de la peste en el lazareto de la Consolación, y allí, fatigado por el trabajo, y enfermo de la misma peste, pasó a mejor vida para recoger el premio de sus labores en junio, a la edad de 48 años.

Muerte del P. Juan Bautista

El P. Juan Bautista de S. Bartolomé, genovés, después de haber administrado los sacramentos durante algún tiempo en la parroquia de S. Lorenzo en lugar del infectado canónigo Biliani, ungió a nuestro P. Gabriel de la Anunciación con el óleo santo, y contagiado por él fue al citado lazareto de la Consolación, donde falleció en paz el 24 de junio, a la edad de 46 años.

Muerte del P. Jerónimo

El P. Jerónimo de S. José, que se llamaba en el siglo Juan Bautista Ferrari, era oriundo de la ciudad de Albari en la diócesis de Génova. Basta con decir en alabanza suya lo que el Eminentísimo cardenal Durazzo, en aquel tiempo arzobispo de Génova dijo de él: “El P. Juan Jerónimo está en un lugar en el que puede ser envidiado por todos nosotros”. Murió el 23 de julio a la edad de 50 años.

Muerte del P. Luis

Por último el P. Luis de Sta. Catalina, llamado en el siglo Marco Antonio Malloni, de Cárcare, fue un hombre totalmente apostólico, a quien el R. P. Antero Mª de S. Buenaventura, agustino descalzo, consideró superfluo alabar, diciendo solamente que sus obras eran tan famosas que parecía imposible que un hombre tal fuera desconocido por la posteridad. “Sepa (dijo él) todo el mundo que en Génova y su distrito no hay un foro, una plaza, una casa que no participara de sus virtudes; no hay parroquia, ni monasterio de monjas, ni orfelinato, ni hospital, ni lazareto al que no comunicase su ardiente celo y el ejemplo de su caridad. No hay palabra en Génova y su diócesis y en otros lugares que se oculte de su calor. Predicaba más con el afecto que con las palabras, y nunca predicó otra cosa sino al mismo Jesucristo”. Así escribió en su Lazareto de Génova, lib. I, cap. 10. Murió el 28 de junio de 1657, a loa 45 años de edad.

El P. Gabriel sobrevivió

Estos cuatro padres citados pueden ser llamados víctimas de la caridad merecidamente, a los cuales por poco no se unió un quinto, el citado P. Gabriel, superior, pues estuvo enfermo de la peste del 19 de junio hasta el 15 de agosto. Pero parece que fue preservado por la protección especial de la divina providencia con el H. Juan Bª de S. José, operario, de la ruina que se instauraba en su casa. A quien se debe ciertamente, después de a Dios, el que, después de haber muerto tantos de nuestros religiosos, la casa de Génova recobrara su decoro y honor, y se introdujera más tarde una nueva comunidad. En la cual, después de ser purgada y fumigada por dicho padre con astillas odoríferas y aromas, para habitarla de manera más segura, a primeros de octubre se abrió también la iglesia, y volvió a celebrar los oficios divinos para el público. Honrado con el título de rector por el P. General bajo el P. Provincial Juan Crisóstomo de Sta. Catalina de Siena, fue hecho confesor de monjas en Milessimo, pero se le mandó que dejara Callizano por orden de los superiores mayores por falta de sujetos. Sin embargo como los priores de la comunidad suplicaron al P. General, rogándole[Notas 1] que no privara a Callizano de tanto bien que se derivaba de nuestro instituto, obtuvieron satisfacción a su intento y súplica. Así lo leo en Callizano con fecha 15 de junio de 1657.

Se nombra el provincial de Nápoles

La provincia de Nápoles fue provista este año con un nuevo provincial en la persona del P. Juan Lucas de la B. Virgen. En Cerdeña, aunque hasta ahora nadie había recibido el honor del provincialato, sino que se había hecho inmediata provisión de un consistorio general para toda la provincia, este año se dio al P. Pedro de S. Peregrino la autoridad que es propia de un Provincial, para que pudiera dar dimisorias para recibir las órdenes a los que eran idóneos para esta dignidad.

Cierta inhibición en Palermo

En Palermo de Sicilia se renunció a la cuota anual de 17 escudos que solían pagar los padres de la Compañía por gastos de acueducto para las necesidades suyas, pero era necesario investirlos para obtener frutos.

Fundación de Horn

En Germania fue digno de alabanza el que para incremento del instituto se acercaron a Horn de Austria para abrir una casa nueva, como ya hemos insinuado antes varias veces. Tomaron real posesión de ella el P. Miguel de Sta. María, con el H. José de S. Francisco, clérigo profeso, y los HH. Miguel de S. Cristóbal y Esteban de S. Federico, operarios, el 27 de febrero. El contrato de la fundación se hizo en Viena, y fue confirmado con un aparente milagro.

El Ilmo. Fundador padecía de podagra y de otras enfermedades añadidas. El P. Onofre del Stmo. Sacramento, Provincial, había ido a su corte para concluir dicha fundación, y como los remedios de los médicos no le servían, le puso encima una partícula de la sotana de nuestro venerable P. Fundador, e inmediatamente el enfermo recobró la salud, lo cual fue causa de admiración no sólo de toda la corte, sino también del famosísimo médico Marco Marci. Se concluyó la fundación, según el documento que sigue.

Instrumento de fundación

“Nos el conde Fernando Kurz, barón libre de Sensstenau, Señor de Horn, Drosendorff y Cotzen y conde de Tallei, Camarlengo de la S. Imperial Majestad, y Consejero íntimo y Pro-canciller del S. Imperio.
Y Regina Kurz, condesa de Horn y Drosendorf, etc., nacida condesa de Abansberg y Fraun.
Para gloria de la suprema Majestad, para honor de la gloriosísima e Inmaculada Madre de Dios, para aumento de la religón católica ortodoxa, para beneficio de la erudición de la juventud, y para la salud de nuestras almas, para memoria futura de toda la doctrina católica y apostólica y todos los que son adictos a su rito, para consuelo y apoyo, tanto espiritual como material de nuestros súbditos concedidos por benignidad divina, y confiados a neustra fe, reconocemos y queremos que sea conocido de todos, este documento público y válido para siempre: que decretamos y decidimos recibir e introducir a los RR. PP. de las Escuelas Pías, así llamados por su instituto, en nuestra ciudad de Horn para su comodidad y ventaja, no sólo para promover el aumento del culto divino, sino también para que formen, eduquen y desarrollen a los jóvenes en la religión católica, y en toda piedad y cultivo de la virtud. Para tal fin no solamente obtuvimos el permiso de Su S. Cat. Majestad, y del Serenísimo Archiduque Leopoldo en cuanto ordinario del lugar para el ingreso en esta provincia de dichos Padres en razón de su esfuerzo singular por el aumento de la piedad y otras virtudes, y el ferviente celo para instruir a la juventud, sino que también decretamos edificar un templo, escuelas y habitaciones cómodas para 12 religiosos, en los cuales puedan no sólo dedicarse oportunamente al culto divino, sino también a instruir a la juventud y otros ejercicios espirituales según su ministerio. Queremos que tanto el el colegio y el edifico del templo para los padres como las escuelas sean construidos cuanto antes desde los cimientos, asignamos íntegramente para su uso y habitación nuestro castillo y casa en esa ciudad, sin reservarnos para nosotros ni nuestros herederos ninguan habitación en él hasta que ellos sean provistos de escuelas y habitaciones ordinarias, y queremos que entonces dicha casa y castillo vuelvan al uso que tenían antes, y que mientras tanto ellos lleven a cabo el divino oficio en el hospital, y todas las demás cosas sagradas que suelen llevar a cabo. Damos también y consignamos a dichos padres una nada biblioteca formada por una nada despreciable cantidad de libros óptimos, cuyo catálogo hemos depositado en nuestro archivo con la norma de que su uso se permita y acomode solamente a los Padres citados, y nunca se les quite. Pero tendrán derecho también a usarla los herederos y sucesores del dominio de Horn, aunque será obligación de los Padres el cuidar que los libros sean diligentemente devueltos a la biblioteca, y cuidarán de que nadie, sin permiso de los herederos y sucesores del dominio de Horn, los saque de la ciudad de Horn. Nos gustaría que el templo que se fundará a costo nuestro para los Padres sea dedicado a S. Antonio de Padua como patrón y protector, y que dichos padres en su oratorio privado o en el hospital se esfuercen y obliguen a celebrar y venera perpetuamente la memoria de ese santo tan pronto como lleguen.
Además, a causa de la piedad singular y celo por la devoción que sentimos hacia la Virgen María Madre de Dios, procuraremos construir desde los cimientos una capilla como la famosa de Oettingen en Baviera, para se honre con veneración a la Santa Madre de Dios con un culto santo y exacto a ejemplo del culto de Oettingen, de modo que dichos padres no sólo quieran aceptar la custodia de la capilla, sino que atiendan con gran cuidado para conservar diligentemente la imagen de la Madre de Dios, y no la lleven a otro lugar como no sea para librarla del peligro inminente de guerra e invasión, y para tal fin no sólo les consignamos a ellos dicha imagen, reservando su tutela a nuestros herederos, sino que también les damos la autoridad para custodiar todas las cosas necesarias que conciernen a esa imagen, como instrumentos, tablas y permisos.
Además, para que la piedad y el culto hacia la Virgen Madre de Dios conozcan un aumento cada día mayor, y el pueblo sea animado e inflamado a una veneración cada vez más grande, ponemos nuestra plena confianza en el bien conocido celo de dichos Padres por la devoción y la piedad, para que celebrando debidamente los ritos sagrados y yendo a celebrar sus oficios a dicha capilla, siendo los primeros en celebrar con el ardor debido de piedad los sacrificios de la sacrosanta liturgia, y celebrando los días de fiesta dedicados a la Virgen Madre con el esplendor de las ceremonias solemnes, brillen como una antorcha y provoquen con su ejemplo. Y cuando se produzcan prodigios y milagros por medio de la imagen de Oettingen, que se solían proclamar y publicar allí cada año, dichos padres no tengan reparo en promulgar y publicar cada año según la manera acostumbrada las cosas prodigiosas producidas por dicha imagen en esa capilla nuestra, y contarlas al pueblo, para inflamar su piedad, y conservar, promover ya aumentar el debido culto y veneración a la Madre de Dios.
En cuanto a la alimentación y vestido de dichos Padres, nosotros preferiríamos que les fuera lícito poseer bienes estables, de modo que se procuraran por sí mismos sus[Notas 2] ingresos económicos, y con ellos se procuraran la comida, mejor que tener que pedir a los actuales y futuros señores prefectos y oficiales, y de recibirlos de sus manos, puesto que tanto los señores como los oficiales cambian a menudo, y no siempre hay en ellos una inclinación favorable hacia los religiosos. Pero como ocurre que su disciplina e instituto no les permite tener fondos ni bienes estables, ni gestionar lo económico, sino que tienen que seguir la norma de sus reglas para aceptar los bienes económicos, decretamos que se compren algunos fondos para nuestro hospital y que se incorporen a él mediante un contrato, de modo que los padres dependan de aquella suma que recibirán de los ingresos del dominio, y así el sustento de los padres no se confunda nunca con las raciones y réditos del dominio.
Para que esto se lleve a cabo queremos y nos obligamos y asignamos a tenor de las presentes de los réditos de nuestro dominio de Horn para la alimentación de 8 padres ochenta vasijas de cerveza, 4 sesentenas de carpas y una carga de trigo. Y para que vistan, 4 rollos de paño, 20 ovejas, 30 yardas de lino, y doscientos florines en dinero, de los cuales se pagará la cuarta parte cada trimestre.
Además, se había constituido también un rédito para el capellán de aquella institución del hospital para ser pagado anualmente por el señorío, pero esta institución piadosa se extinguió a causa de los daños de las guerras, o a causa de la furia de los herejes que la abolieron, y no se celebra en él ningún oficio de piedad católica desde el comienzo del siglo allí donde fue celebrado, y como dichos padres, a petición nuestra se mostraron dispuestos a satisfacer nuestra piadosa voluntad instaurando de nuevo el culto divino en aquel lugar, de modo que se celebre al menos un sacrificio de la misa cada día, para mayor bien tanto de la ciudad como del mismo hospital, y de hecho se obligaron a realizarlo; por lo cual es justo y razonable que el pago o estipendio del que gozaba antes el capellán en adelante lo disfruten los Padres, y que el rédito anual asignado al capellán del hospital se entregue según la misma norma, por lo que para instaurar en él el culto divino y cumplir la tarea de capellanes, se entregarán a dichos Padres dos medidas de trigo; un modio de guisantes; tres modios de cebada; cinco modios de lentejas; 80 botellas de vino; doce octavas de mantequilla; cinco terneros; 2 cerdos engordados; ocho sin dientes; 30 venas mayores de lino; 130 florines en dinero, que pagará cada año el prefecto del hospital, de modo que reciban la cuarta parte de dicha cantidad cada trimestre, y todo lo demás según la comodidad de los Padres y del mismo hospital.
Por lo demás el instituto queda firme y fijo, para que se alimenten y sustenten diligentemente y con cuidado en él permanentemente doce pobres con cargo a mis posesiones, como se ha venido observando hasta ahora, según la primera fórmula de la institución.
Los Padres tengan cuidado de que los pobres que están allí frecuenten con santa piedad cristiana los oficios y confesiones, y comulguen frecuentemente, y recen como es debido principalmente por nosotros y por nuestros herederos con la debida asiduidad, y si alguno deja de hacerlo, sea reprendido y obligado por el prefecto del hospital.
Y como he visto que también nuestra ciudad de Horn quiso ayudar a establecer esta piadosa institución para la juventud y que, inclinados hacia los Padres, espontáneamente ofrecieron entregar cada año 50 florines, 10 tinajas de vino, tres octavas o cajas de mantequilla, 30 varas o venas mayores de lino, cada una por valor de un florín; así, pues, permanecerá esa contribución ofrecida (tal como se ha indicado), de modo que sea pagada y entregada por la ciudad cada año en cuatro partes, de modo que con todos estos recursos tanto del señorío, como del hospital y de la ciudad se mantengan ocho religiosos. Y como el instituto comprende 12 personas, Nos por nuestra parte proveeremos un rédito estable anual perpetuo para su mantenimiento tan pronto como se establezcan aquí.
En cuanto a la vivienda religiosa, las escuelas y el templo, queremos que se provea suficientemente para su construcción en un lugar cómodo para nosotros y para 12 Padres en ella y no fuera de ella, junto con las escuelas y el templo, y un huerto contiguo o fuera de la ciudad para su recreo.
De las limosnas que reciban tanto en el templo que se edificará, como en el hospital y la capilla de la Virgen de Oettingen, dispondrán libremente los Padres, y la usarán, si sobra para sus alimentos, para la conservación del convento y las Escuelas Pías, y no para otros usos o para darla a otros monasterios de la Orden, excepto las contribuciones necesarias de toda la Orden.
Por su parte dichos Padres, para probarnos su voluntad de agradecimiento por los beneficios, celebrarán las misas, harán las oraciones, sufragios, obras propiciatorias dirigidas a la divinidad suprema que ellos suelen hacer por Nos, nuestra querida esposa Doña Regina, condesa de Horn; y nuestro querido hermano y suegro D. Maximiliano Kurz, conde de Fallei y Barón de Sensstenau, y Drosendorff, serenísimo elector y prefecto mayor de la provincia, y sus herederos; y nos harán partícipes a Nos y a nuestro recordado señor hermano y sus herederos y sucesores de todas las gracias, privilegios y favores que la Orden se alegra de conceder a los fundadores y fundadoras.
Además de las misa cotidiana que se suelen celebrar en los conventos por los fundadores y otros benefactores de la Orden, prometen (si Dios quiere) que cuando nos llegue el momento de la muerte a Nos, nuestra esposa y nuestro hermano y suegro, celebraran perpetuamente nuestro aniversario recitando los salmos de difuntos, y celebrando la misa por cada uno de nosotros.
Nos obligamos firmemente a cumplir exactamente todo lo cual y cada una de las cosas, en plena consciencia y conocimiento, con el ánimo sano y la mente prudente, por decisión expresa y deliberación espontánea, lo mismo que nuestros herederos y sucesores, a tenor de las presentes, en la mejor forma que permite el derecho, y renunciamos a todos los argumentos que puedan ir en contra, y a todos los subterfugios en general o en particular que obsten para ello, invocando la indignación de Dios contra todos aquellos que con mala intención quisieran destruir este monumento de nuestra piedad o corromper este testimonio de nuestra religiosa voluntad.
Si sucediera que la muerte nos llegara anticipadamente, nuestros herederos y sucesores, lo mismo si no hemos hecho testamento que por la fuerza de nuestra libre disposición, o por cualquier otra razón imaginable tocaran nuestros bienes o nuestra herencia, inevitablemente provocarán la ira del Santísimo y la venganza divina, unida a las más extremas execraciones y anatemas, que caerán sobre nuestros sucesores u otros insolentes y desenfrenados que fueran contra los deseos piadosos de los predecesores que han hecho esta pía fundación y con temeridad licenciosa fueran contra ella; por lo que les obligamos y queremos que se sientan obligados a cumplir todo lo que se refiere a esta fundación, en lo que hay que pagar por los edificios, alimentos y escuelas sin demora.
En fe de todo lo cual y como testimonio evidente ponemos nuestra firma y nuestro sello habitual en este documento de fundación e institución de las Escuelas Pías, y para mayor autoridad y fuerza rogamos amistosamente y pedimos al Ilmo. y Excmo. D. Juan Francisco Frautson, conde de Falkenstein, Barón libre de Spocikenstein-Materey y Chya[Notas 3] Señor de Fani S. Hipólito y Neocastro en Austria bajo Onaso, caballero prefecto hereditario supremo y principal del condado del Tirol, consejero íntimo de su S. Imperial Majestad, Camarlengo y lugarteniente del gobierno de las provincias inferiores de Austria, además de Caballero del Vellocino de Oro, así como al Ilustrísimo Sr. D. Ernesto, conde y selor de Abensperg y Fraun, Señor de Meissau, Prausnberg, Wolffpassing y Pokflus[Notas 4], consejero provincial general supremo de su S. Imperial Majestad, prefecto y coronel de la guardia de palacio y general del tribunal militar provincial de Austria bajo Onaso, para que se dignen autentificar con la firma de su mano y poniendo su sello estas instrucciones nuestras, y el documento de fundación, lo cual amistosamente[Notas 5] han querido hacer, y firman con su propia mano y ponen su sello gentilicio. En Viena de Austria, el 11 de marzo de 1657.
Fernando, Conde Kurz y Regina Kurtz, condesa.
Juan Francisco Trautson, Conde de Kalkenstein.
Ernesto, Conde de Abensperg y Fraun.”

Hasta aquí el documento de la fundación de nuestra casa de Horn, al cual añadimos la conformidad del obispo de Passau y de la S. Imp. Majestad. Van a continuación.

Permiso del obispo

“Se ha pedido al Serenísimo y Rvmo. Sr. D. Leopoldo Guillermo, archiduque de Austria, obispo de Passau y señor mío clementísimo por parte del Ilustrísimo y Excelelentísimo D. Fernando Segismundo, conde Kurz, barón libre de Sensstenau, Señor de Horn, Drosendorff y Chozno, Consejero y Camarlengo de la S. Imp. Majestad, y vicecanciller del imperio, el permiso para la fundación de los Padres de las Escuelas Pías en el señorío de Horn, puesto que él es el ordinario del lugar.
En lo que se refiere a su piadosa intención, puesto que el instituto de los dichos Padres está aprobado por la Sede Apostólica y por lo demás se ve que su servicio es laudable y útil para la sociedad cristiana, y que hace la fundación a sus propias expensas y sin gravamen para la caja episcopal, y que para cualquier diferencia que pueda surgir en el futuro entre el Serenísimo citado antes y el Excmo. Sr. Conde siempre prevalecerá su autoridad episcopal en cualquier momento, se signa en la ciudad de Praga, en la cancillería íntima de la corte con el sello archiducal, el 6 de septiembre de 1656.
Por orden del Serenísimo y Rvmo. Sr. Archiduque Obispo de Passau. Juan Jorge Koch.”

Sigue a continuación la investigación solicitada al excelso gobierno de Austria acerca de nuestro instituto por la majestad imperial, enviada a nuestro fundador, que dice como sigue.

Arbitrio del Estado

“Se notifica por parte del Excelso Gobierno inferior de Austria al Ilmo. y Excmo. D. Fernando Segismundo conde Kurz (títulos): que se presentó a su Imperial Majestad una petición graciosa de aprobación[Notas 6] para erigir una fundación de los Padres de las Escuelas Pías en su señorío de Horn. A su Imperial Majestad plugo enviar la petición a nuestro gobierno y Estado de la Provincia para información. Los Estados la enviaron a los comisarios de las cuestiones eclesiales para que ellos den su opinión y juicio sobre ello. Inmediatamente se resolvió por parte de los comisarios y se envió al Gobierno y Estado, y por éste a la Corte Cesárea, para que se haga como de costumbre sin más dilación. Y puesto que debe ir aneja una declaración en la que conste con qué medios el Ilmo. Sr. Conde piensa mantener a aquellos Padres de su fundación, se ruega que envíe dicha declaración al Excelso Gobierno, para poder conseguir cuando antes la gracia solicitada. En Viena, Austria, 13 de diciembre de 1656.
Gerardo Maximiliano Osterney, Canciller registrador de la corte imperial.”

Después que nuestro Ilmo. Fundador enviara al Excelso Gobierno el requisito acerca de nuestra fundación, a los pocos días recibió la respuesta favorable a su solicitud de la forma siguiente.

Decreto del Emperador

“De la Imperial majestad Romana y Real Majestad de Hungría y Bohemia, Archiduque de Austria etc. a nuestro Sr. Clementísimo D. Fernando Segismundo, conde de Kurz, Barón libre de Sannsstenau, Señor de los dominios de de Horn, Drosendorff y Chozen, nombrado Consejero íntimo de su Majestad Imperial para el gobierno[Notas 7] de Austria Inferior, vicecanciller del Imperio, etc. Por las presentes le hace saber la Sacra Imperial Majestad que recibió con mucho agrado lo que le expuso sumisamente sobre el permiso y protección para la fundación proyectada en Horn para 12 padres de las Escuelas Pías, además de la información que le pidió sobre aquel lugar, y consintió en aprobar su laudable intención con fecha 28 de diciembre de 1656, de modo que el mismo Conde Kurz puede llevar a efecto la fundación citada sin perjuicio de la S. Imperial Majestad, de modo que deberá él solo, y después de su muerte sus herederos, mantener a los citados religiosos con los productos de sus propios dominios y medios, de acuerdo con lo que indicaba en la información transmitida por el mismo Sr. Conde con fecha 16 de diciembre pasado al Gobierno en cuanto a los medios previstos para la alimentación de dichos Padres, obligándose también a que sus herederos lo cumplan en el futuro, de modo que no tengan ningún motivo para mendigar otras contribuciones, de lo cual quisimos informar también por decreto de oficio al Oficial de Passau. En Viena de Austria, 28 de diciembre de 1656.
Gerardo Maximiliano Osterney, Canciller registrador de la corte imperial.”

He copiado lo que ordenó la S. Imperial Majestad a favor de la fundación de nuestro colegio de Horn. Lo cual fue comunicado al P. Provincial Onofre con fecha 16 de enero del presente año 1657. Así lo atestigua el P. Miguel de Sta. María, de cuyo autógrafo copiamos lo anterior.

Por lo demás el permiso copiado nos fue de gran utilidad antes ya de entrar en la provincia de Austria. Pues en Bohemia y en Moravia estábamos presentes más bien por acuerdo tácito que por permiso escrito, y como sufríamos ataques de rivales nuestros con amenazas de expulsión, después que recibimos el permiso imperial y real para entrar en Austria oficialmente, tuvimos en la mano el medio para protegernos y defendernos contra la ira y las amenazas inicuas. Por lo cual este permiso nos hizo audaces para pedir luego un documento semejante en todas las provincias del rey y emperador, y recibirlo, como veremos en su lugar.

Mientras tanto los primeros habitantes de la fundación de Horn fueron recibidos y acomodados en la casa del fabricante de cuerdas, ya que no había ningún edificio adecuado construido para ejercer el ministerio, de manera que en esa casa se arreglaron para abrir las escuelas de pequeños y el oratorio.

Traslado de la imagen de Oettingen

Como decía el documento de fundación, para incremento de la devoción se construyó una capilla fuera de la ciudad, y se llevó a ella el 5 de agosto la estatua devotísima de la Virgen María, y fue colocada solemnemente por el P. Onofre, Provincial, con los demás de la comunidad, los discípulos y numerosa gente que fueron en una procesión solemne. Fue transferida desde la iglesia parroquial de S. Esteban al lugar en el que está actualmente, donde recibe piadoso culto, y Dios hace muchos favores por medio de su Madre a los que rinden culto, de lo que los exvotos de plata y cuadritos pintados colgados para perpetua memoria, y el abundante material regalado para uso de los sacerdotes da testimonio.

Y ahora pasemos a Polonia.

El P. Onofre en Polonia

Como parecía que en otoño se habían calmado los rumores de guerra en Polonia, el P. Onofre, Provincial, después de aceptar la fundación de Horn y de haber provisto de superiores a las demás casas, a saber: el P. Alejandro de la Natividad de la Virgen en Nikolsburg; el P. Jorge también de la Natividad de la Virgen en Strasnize; y el P. Alejo de S. Onofre en Lipnik, salió hacia Polonia, donde pudo ver por experiencia propia cómo podría ayudar a Varsovia desolada, y a Rzeszów recién fundada, que se había quedado viuda por la muerte del P. Alejandro de S. Bernardo su rector. En consecuencia, primero llegó a Cracovia y después visitó Podolín, y viendo que en esta comunidad toda la familia estaba en orden y la observancia regular iba bien, se llevó consigo al P. Juan Domingo de la Cruz camino de Rzeszów y allí lo hizo nuevo superior de la casa. Así lo leo en una carta del P. General en la que le felicita por su cargo con fecha 10 de noviembre.

Y al mismo tiempo fue dado el permiso para abrir las escuelas al comienzo del nuevo año, tal como se había pedido al Ilmo. y Excmo. Fundador. Como para gobernar una comundid más amplia se requería en Podolín la habilidad del citado P. Juan Domingo, poco después volvió a su antiguo domicilio, y en Rzeszów le sucedió como superior el P. Wenceslao del Stmo. Sacramento, y se pidió el cuidado de esta[Notas 8] casa de Varsovia al P. Santiago de Sta. Bárbara.

Muerte del P. Alejandro de S. Bernardo.

Además del P. Alejandro mencionado más arriba este año enterró otros dos en Polonia, concretamente el P. Jacinto de S. Bernardo, natural de Glogovia, Silesia, en Podolín; y el P. José de Santa Catalina, de Podolín, en Rzeszów. Por la muerte del P. Alejandro no sólo hicieron duelo Polonia y Germania, sino toda la Orden, por la que mucho había sudado y pasado frío.

Este padre era de la familia de Novaris, de Diano, diócesis de Albenga, hombre notable por la rectitud de sus costumbres, ejemplar por la solidez de su conversación religiosa, recto y temeroso de Dios, de virginal pudor, que brillaba en su rostro y que conservó sin mancha en su ánimo. Se cuenta que una desvergonzada circe quería triunfar sobre él, y como veía que no podía vencerle sin engaño y arte, se aplicó a ello. Así, pues, fingió encontrarse mal, y pidió que viniera para confesarse. Entonces él llegó, y cuando oyó el deseo impuro de la desvergonzada mujer, extinguió en ella el fuego profano con palabras saludables, y la hizo mejor. Salió luego hacia Germania durante la reducción inocenciana, y habiéndole confiado a él la provincia germana y polaca hizo mucho, puesto que conservó todas las casas a pesar de que le faltaban sujetos. También soportó muchas persecuciones a causa de la guerra. De la casa de Litomysl fundada en Bohemia se transfirió a Rzeszów, donde dio inicio a la fundación. Allí, desgastado por sus trabajos, y debilitado frecuentemente por la podagra, emigró de esta vida mortal a la inmortal el 16 de abril a los 57 años de edad. Lo recuerda el P. Rodolfo entre los varones venerables, con el número 13.

Y estas son las cosas de aquellas partes que merecen ser anotadas. Ahora, puesto que comenzamos a tratar de difuntos, prosigamos hablando de ellos.

Muerte del P. Francisco de la Purificación

El catálogo de nuestros difuntos este año trae también la muerte del P. Francisco de la Purificación, asistente general. Este varón era originario de Castiglione Fiorentino, de la muy ilustre y muy noble familia de los Castelli, como ya dijimos en el fol. 94, de la diócesis de Arezzo. Desde que se unió a las Escuelas Pías retuvo siempre el amor a la perfección que aprendió de su maestro cuando estaba en el noviciado, y lo transmitió a muchos que tuvo luego a su cargo, de palabra y con su ejemplo. Recibió la tarea de dirigir las provincias de Génova y Florencia, y las tuvo siempre dentro de la observancia regular, y ayudó a nuestro V. P. Fundador con sus consejos y su habilidad en el gobierno de toda la Orden como Asistente General, y sufrió las persecuciones junto a él con rostro alegre y el ánimo siempre tranquilo. Entregó su alma a Dios en su buena vejez, después de haber vivido en el estado religioso durante 40 años, en el Borgo de Roma, después de estar 14 días en el lecho a causa de un inesperado accidente. Fue enterrado en San Pantaleo, con los honores que se suelen dar a los superiores. El P. Rodolfo lo cita entre los varones venerables con el nº 14.

El P. Juan de S. José

También en Roma murió y fue sepultado el P. Juan de S. José, llamado en el siglo Vito Mitis, natural de Chrudim en Bohemia, diócesis de Praga. Un varón bien de acuerdo con su apellido, Mitis (manso), llevó una vida ejemplar en la observancia religiosa tanto en Italia como en Germania. Siendo el rector de mi patria, Strasnize, hizo mucho provecho con sus sermones y la explicación del catecismo. Consumido por la fiebre, como siempre que iba de Germania a Italia, como le ocurrió también este año, agotado por el viaje entregó su espíritu en manos de su Creador el 27 de agosto.

Fallecimiento del Emperador Fernando III

No queremos omitir entre nuestros sucesos ni eliminar de la memoria de los que nos seguirán a un bienhechor de nuestro instituto, Fernando tercero de su nombre, emperador siempre augusto, cuyo túmulo fue abierto el dos de abril. Mientras vivía en una ocasión, de rodillas ante el altar y con la diadema en el suelo, hizo un pacto con Dios y la Virgen Madre de Dios, en presencia del pueblo, que decía como sigue:

“Omnipotente (dijo) y sempiterno Dios, por el cual reinan los reyes, en cuya mano están todas las potestades, y los derechos de todos los reinos, yo Fernando, humildemente prostrado ante tu Majestad, en mi nombre y en el nombre de mis sucesores y de esta ínclita provincia de Austria invoco y asumo hoy a l Inmaculada Madre de tu Hijo siempre Virgen María como peculiar Señora y Patrona de esta archidiócesis. Además hago voto y prometo celebrar solemnemente la fiesta de su Inmaculada Concepción, que cae en 8 de diciembre, de manera oficial cada año, según la costumbre de la Iglesia, con el ayuno usual en la vigilia. Te ruego, supremo Emperador de la tierra y el cielo, que consideras hecho a Ti lo que se hace a tu Madre, que hagas seguir con tu benigno favor lo que este voto mío quiere expresar, y extiendas la diestra de tu majestad para protegerme a mí, a mi casa y a los pueblos que me están sujetos.” Así lo dijo.

Nuevos superiores en el Borgo

Sigamos con las cosas que quedan de este año-

En el Borgo, tras la muerte del citado P. Francisco, que hacía de superior allí, fue llamado de Ancona nombrado superior el P. Pedro Lucas de S. Miguel, pero no duró mucho tiempo allí, porque los regidores de Ancona, y en particular el Ilmo. conde Bonarelli insistieron mucho para que volviera, y lograron su deseo, por lo que le sustituyó el P. Nicolás María del Stmo. Rosario.

Fano invita a una fundación

La ciudad de Fano también quería este año recibir una fundación de nuestro instituto, pero hubo que darle excusas, a causa por la falta de tantos sujetos que se había llevado la peste, y que no bastaban ni para las casas romanas. La Congregación General decidió que se redujera el número de clases en las escuelas, cosa que se hizo.

Varios legados

De Nola de Campania se ofreció a las Escuelas Pías una herencia para decir una misa perpetua; pero no puedo decir con certeza a qué casa, o si fue de hecho aceptada.

Sin embargo en Nápoles se acepto un legado de D. Lorenzo Manti de tres mil para decir tres misas perpetuas, como prueba un instrumento hecho por medio de D. Juan Francisco Sorci.

También en Castiglione Fiorentino los nuestros recién llegados recibieron por el testamento de Rvmo. Sr. Bartolomé Serrati, arcipreste de la Colegiata de S. Julián en Pieve todos sus bienes, con fecha 1 de mayo.

Dificultades en la Bula Alejandrina

Acerca del Breve apostólico emanado a favor del instituto el año pasado, surgieron a menudo dificultades, que nunca fueron resueltas por completo. En lo que se refiere a la edad que deben tener los prefectos y los maestros según el breve para trabajar en las escuelas, y en cuanto a admitir al noviciado a la edad de 16 años, cosa tolerada por decisión del Eminentísimo protector. Como acerca de ello y de otras cuestiones no se publicó ningún escrito, las Escuelas Pías no estaban bien provistas con el Breve del pontífice reinante. En primer lugar con respecto a que no se podía recibir el hábito hasta cumplir los 18 años: si se podría hacer como antes, según el Concilio de Trento, a la manera de otras órdenes, que recibían a los 16.

2. Si antes de admitir a alguien debería ser aprobado por el ordinario. De lo cual fácilmente pueden verse las dificultades que surgen como consecuencia de los obispos que tienen la residencia muy lejos.

3. La queja de que los maestros debían estar sometidos tanto a los superiores locales como a los ordinarios del lugar, y debían ser examinados por uno y otro. Además, ¿qué edad se requería para ser maestro, y cuál para ser prefecto? Si los nuevos sacerdotes pueden recibir el beneficio del curato, y los sacerdotes pueden recibir la dignidad episcopal, que tiene mucha más responsabilidad que el peso de las clases, a la edad de treinta años según derecho, ¿por qué era necesario esperar a una edad más avanzada para hacerse cargo de los niños?

4. Con respecto al título. Si la Congregación de las Escuelas Pías es secular, ¿para qué sirve observar las reglas antiguas? ¿Para qué el hábito religioso? ¿Para qué el juramento de perseverancia? ¿Para qué el voto de pobreza? Los sacerdotes seglares pueden tener peculio, ¿qué ocurre si quieren pasar al estado regular? A nadie se le prohíbe por cánones o concilios, observando lo que hay que observar. ¿Y si alguno quiere vivir la vida comunitaria? No se le limite el tiempo, sino que tenga libertad para seguir en ella o para irse.

En estas cuestiones no parecía que nuestra Congregación estuviera bien provista, por lo que se sugería que se pidiera a Su Santidad que quitara el título de congregación secular para ir mejor, y que pusiera remedio a las otras dificultades, de modo que las Escuelas Pías puedan continuar su ministerio con un espíritu más ansioso, y Su Santidad explicara por medio de un Breve cuál era su deseo. El consejo era bueno, pero nadie se atrevió a proponerlo al Pontífice ni en este año, que cerramos, ni en el siguiente, en el que vamos a entrar.

Notas

  1. Original: orantes. ASP: timentes?
  2. Original: suam. ASP: etiam.
  3. Así en el original. ASP: [...ilegible]
  4. Así en el original. ASP: Poxfluss (?)
  5. Original: amicissimae. ASP: amicis [...ilegible]
  6. Original: annutus. ASP: [...ilegible]
  7. Original: Regimen. ASP: Reginam.
  8. Original: ex ista. ASP: [...ilegible]