BerroAnotaciones/Tomo2/Libro1/Cap14

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CAPÍTULO 14 De la suspensión del Generalato A N. V. P. Fundador Por el Padre Mario [1643]

Era tan grande el veneno y la rabia que el P. Mario -guiado por el enemigo infernal- tenía contra N. V. P. Fundador y General, que, --no contento con las villanías que le hizo al principio, en hechos y palabras, injuriándolo públicamente con insultos de mentiroso, hipócrita y soberbio, y haberlo obligado, de aquel modo y tiempo, a ir a la santa Inquisición, haberlo asignado la casa como cárcel, y por lo que a él se refería, su celda solamente-- luchó también con todas sus fuerzas y favores, para que el mismo sagrado Tribunal de la santa Inquisición lo privara del Generalato.

Y como no tenía nada en que fundar semejante privación, fue inventándose calumnias diabólicas, diciendo que era un viejo vacilante; que no sabía lo que hacía; que no se acordaba ya de las cosas que ordenaba; que, al mismo tiempo, escribía cartas de un mismo asunto, una contraria a la otra, en el mismo día, con lo que inquietaba a las casas y Provincias; que no arreglaba los desórdenes; que no valoraba a las Sagradas Congregaciones; que lo hacía todo por sí mismo, sin pedir consejo.

Además, --como una vez el P. Mario, en presencia de muchos, le dijo: “¡Es un mentiroso!”, y nuestro V. P. Fundador y General le respondió: “Dios hará que algún día mis mentiras sean reconocidas como verdades”, o cosas parecidas--, el mismo P. Mario, de estas palabras de confianza en Dios y de suma humildad, sacó una consecuencia indignísima y falsísima, diciendo que las había dicho como ofensas a la sagrada Inquisición, y las declaró en Tribunal como cosa gravísima; concluyendo, finalmente, que ya no le funcionaba el cerebro, ni estaba capacitado para el gobierno de la Orden.

Como resultado, algunos Señores de dicho Tribunal fueron enviados clandestinamente, para hablar con N. V. P., y ver si era verdaderamente vacilante, y disminuido de cerebro; y, por consiguiente, inhabilitado para el Generalato. Entre éstos, fue un Prelado. Ellos, separadamente, cada uno por su parte y en tiempos distintos, conversando de diversas materias, se dieron cuenta de que había sido falso todo los que él había dado por supuesto. Y que, si bien era cierto que N. V. P. Fundador tenía 85 años, sin embargo, tenía la cabeza muy segura, la memoria buenísima, la conversación muy prudente, y se centraba en lo que se hablaba. Por lo que quedó admirada toda la sagrada Inquisición. Pero, como el P. Mario insistía más cada vez, y quería salirse con la suya, lo amenazó con que le apartaría del Generalato.

Y, de hecho, para darle gusto por el favor que había hecho al Tribunal, y las alabanzas que le había echado el Revmo. P. Muzzarelli, Inquisidor de Florencia, determinaron suspenderlo del oficio de General.

N. V. P. Fundador, no presentó ninguna clase de defensa, ni se preocupó, aunque tenía la seguridad que le había ofrecido el Ilmo. Conde Corona -Auditor del Emmo. Cesarini, nuestro Protector- de decir que la sustracción de las escrituras –que era la acusación de Mario- había sido sencillamente una orden del Eminentísimo Protector, y contra la voluntad de N. V. P. General.

Por eso, quince días después de que N. V. P. General y Fundador -y los demás compañeros- hubiera estado retenido en casa por una orden, como antes se ha dicho, se presentó en nuestra Casa de San Pantaleón el Ilmo. y Revmo. Monseñor Vicegerente. Llamó a la puerta con la campanilla, reunió a todos los Padres de casa, y -por medio del Notario- publicó que, ´por orden de Nuestro Señor el Papa Urbano VIII´, N. V. P. Fundador quedaba privado del Oficio de General[Notas 1].

Él, sin ninguna protesta, ni palabra alguna en su defensa, recibió de las manos de Dios aquella mortificación, con toda quietud externa e interna. Dicho Ilmo. y Revmo. Prelado dijo que, tanto V. Padre como sus Padres Asistentes, quedaban destituidos, pero que les quitaba la prohibición de salir de casa, pudiendo hacer lo que quisieran, igual que los otros de la casa.

Después, se habló de este hecho en la sagrada Congregación de la Santa Inquisición. A aquellos Eminentísimos les parecía bien anular aquella suspensión, y dieron alguna razón de ello. Pero la parte que favorecía al P. Mario, y que se adhería a sus despropósitos, expusieron al Emmo. Francisco Barberini, su punto de vista, --con mucha envidia, pues decían a Su Eminencia que N. V. P. Fundador mantenía correspondencia muy estrecha, mediante cartas, con Su Alteza Serenísima de Palma, punto de muchas suspicacias y razón de Estado, ya que en aquellos tiempos existía alguna ruptura entre los Señores Barberini y dicha Alteza-- por lo que no se fructificó tan santa determinación. Al contrario, el Emmo. Cardenal Maculano, en una Congregación del Santo Oficio, dijo: -“No sé cómo se inmiscuye esta sagrada Congregación en el gobierno de las Órdenes, existiendo la Congregación particular sobre ellas”. Entonces, el Sr. Cardenal Barberini, que había quedado atrapado con la razón de Estado, que falsamente le habían dado, hizo una señal al Emmo. Maculato, de que no siguiera adelante, y la suspensión quedó consumada.

Notas

  1. Nota al margen: “15 de enero de 1643, ante el Santísimo, fue dada facultad al Vicegerente. Así [consta] en Animadv. Fidei Patr. Fol. 16”.