DelMonteVisitaGeneral/1695-12Continuación

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(Día 8 de diciembre de 1695). Inmediatamente llegó un mensajero de parte del Ilmo. Nuncio Santa Cruz, dándole la bienvenida al P. General en nombre del mismo Ilustrísimo Nuncio, y concediéndole una audiencia secreta en su nombre. Luego celebró la Eucaristía en la Iglesia. Después de comer, el P. General sintió dolor de cabeza, a causa del olor que había, a madera nueva y a cal, en la habitación que le habían preparado en un amplio cuarto, dividido por tablas, y pintada recientemente. Como solución, se trasladó a la habitación preparada para Carlos Juan [Pirroni] de Jesús, de santa memoria, cuando era General.

Día 9 de diciembre de 1695. En Varsovia. Por la mañana vino a visitar al P. General el Magnífico y Generoso Sr. D. Jezierski, para tratar sobre una fundación de los nuestros en Lukow. Celebró la Misa, y después escribió cartas, sobre todo una al P. Plácido [Feir] de San Bernardo, Rector de Horn, adjunta al P. Provincial de Germania con Patentes, en la que decía lo siguiente:

“Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. Te encargamos a ti, P. Plácido de San Bernardo, Rector de nuestra casa de Horn, en Austria, y te damos nuestra autoridad, para que, ante el Augustísimo y Clementísimo Emperador Leopoldo, puedas promover la fundación de nuestro Instituto de las Escuelas Pías en la Imperial ciudad de Viena, en las condiciones que mejor consideres, según tu prudencia, de acuerdo con las Constituciones Apostólicas y las nuestras, y en conformidad con los Sagrados Cánones, como veas ser conveniente en el Señor.
Dada en Varsovia, en nuestra Casa de las Escuelas Pías, el día 9 de diciembre de 1695. (Lugar del Sello).
Juan Francisco [Foci] de San Pedro, Prepósito General Antonio [del Monte] de San José, Secretario”.

Estas cartas, para mayor seguridad, fueron encomendadas al P. Samuel [Nagorski] de Santa Ana, quien las envió por el correo especial Imperial, que salía dos veces a la semana, directamente a Nikolsburg. Por el H. Francisco Antonio [Lettubor] de San Pedro, ya citado, las cartas del P. General fueron enviadas al P. Vicente [Dymowicz], Ex Provincial, cuando, aquel mismo día, el Hermano, por obediencia del P. General, fue trasladado de Varsovia para ir a Cracovia, donde ahora está de Comunidad.

Después de comer, vimos nuestra Imprenta varsoviense, verdaderamente célebre por la abundancia y la perfección de sus tipos, puesto que los funde con muchísimo esmero el H. Estanislao de la Anunciación, uno de nuestros Operarios, que ya está enseñando el mismo arte al H. Tomás del Espíritu Santo, también Operario de los nuestros.

La materia que se emplea para fundir las letras es tan corrosiva, que casi emborracha al artesano, el mismo H. Estanislao, el cual, a veces, era tachado de ebrio por el P. Francisco [Haligowski] de Jesús María, anterior Rector. Después, él hizo el mismo experimento con su reprensor; con lo cual, fue reprendido por el aprendiz el que reprendía al diligente. Se enviaron también otras cartas.

Después de la oración de la tarde, el P. General, en vez del Capítulo de Culpas, hizo una dulce y paterna exhortación, aunque también vehemente y calurosa, a la Comunidad de Varsovia. Como en ella hay muchos querellantes contra los nombrados, se vio en la obligación de argumentar con energía.

Día 10 de diciembre de 1695. Después de decir la Misa muy de mañana, el P. General tuvo Congregación con el P. Rector de Varsovia, el P. Miguel [Krausz], y el Secretario, acerca de dicha fundación de Lukow. Ponderadas las razones y aceptadas por escrito, el P. General hizo el Decreto siguiente:

“Yo, Francisco de San Pedro, Prepósito General de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, Comisario y Delegado de la Sede Apostólica, vistos y maduramente considerados los Documento públicos, y oídas con sumo agrado las piadosísimas instancias de los Muy Ilustres y Magníficos Señores, es decir, los Magníficos Juan Domingo Jezierski, Juez del territorio de Lukow, y de los otros bienhechores del mismo Distrito, acerca de la fundación del Instituto de las Escuelas Pías en Lukow, para cuidar de la educación de su juventud, a condición de que los mismos Muy Ilustrísimos y Magníficos Señores proporcionen censos y fondos seguros y libres de intereses, para la plena y perpetua manutención de por lo menos doce religiosos, edifiquen una casa íntegra y estable suficiente con sus locales, celdas y escuelas, equipadas con los utensilios necesarios, y construyan una Iglesia con sus anexos, y obtengan los habituales consentimientos del Ilmo. y Rvmo. Sr. Ordinario del lugar y de ambos Cleros, y certifiquen las libres escrituras de todos los bienes fundacionales, según las leyes del Serenísimo Reino y República, de una forma voluntaria, para mayor gloria de Dios e incremento de la Piedad, y reconociendo el celo de los Muy Ilmos. y Magníficos Señores, humildemente asentimos y aceptamos la fundación de nuestro Instituto.
En fe de los cual, etc.
Yo, Francisco de San Pedro, Prepósito General. Antonio de San José, Secretario”.

Según las condiciones de esta aceptación, se entregó el decreto, el mismo día, al Magnífico Señor Juan, para que lo facilitara a los Muy Ilmos. y Magníficos Señores predichos.

Por la mañana de este día, vino el Muy Rvdo. Padre Prior de los Dominicos con muchos Padres de su Orden a ofrecer sus obsequios al P. General, en un breve discursito, admitiendo que lo reconocía como a su propio General; al cual respondió nuestro P. General con otro discurso oportuno, que aludía a los saludos recibidos.

Expedidas las cartas desde allí, fuimos a ver al Ilustrísimo Nuncio Santa Cruz, acompañando al P. General, solamente el Secretario y el Compañero propio, en su coche, y un servidor a pie. El Señor Nuncio lo recibió con toda amabilidad, y con él tuvo una conversación larga y muy provechosa de casi media hora, con grandes señales de benevolencia y estima.

Una vez que el P. General volvió a Casa, recibió la visita del Prior de los Teresianos, con su Padre Compañero; hubo palabras de recíproca amabilidad, en donde no faltó, a la bienvenida del P. Prior, la respuesta oportuna.

El tema principal de estos discursos fue el intercambio de obsequios, en nombre de todo el Convento, a los que añadió el deseo de próspera llegada, como elogioso testimonio de alabanza de nuestra Orden, sobre todo por la Doctrina, virtud y ejemplaridad de nuestros Religiosos. Las respuestas del P. General aludían, a su vez, a los puntos del discurso, con acción de gracias, y el ofrecimiento de sí mismo y de su Orden, etc.

El Emmo. Sr. Cardenal Miguel Radzieiwski, a quien había pedido el P. General que lo recibiera, respondió que eligiera el momento oportuno; pues no quería que, a causa de la multitud de huéspedes en la Corte, el P. General tuviera que esperar.

Día 11 de diciembre de 1695. He aquí que hoy han venido a homenajear al P. General el P. Guardián de los Conventuales y el Prior de los Agustinos, sin que faltara un discursito de cada uno, con ritual parecido. El Predicador Real envió un aviso de que vendría a llevar al P. General ante el Serenísimo Rey después de comer. En la comida, el P. Ignacio [Zawadzki] de San Estanislao informó al P. General que el Rey estaba indispuesto con la enfermedad de la vejez, y, sobre todo, desanimado por las discordias surgidas entre el Obispo de Vilna y Sapihan, y entre éste y Radziwill. Después de comer, el P. General se dedicó a informarse de los derechos del P. Vicente [Dymowicz], Ex Provincial, y el P. Juan [Mudran], nombrado Provincial de Polonia, al que le pidió que cambiara lo que había escrito mostrando ingenio, de forma que lograra pacificar con palabras suaves a los que habían objetado contra su elección.

Día 12 de diciembre de 1695. Los Padres Priores de los Franciscanos Reformados, de la Redención de Cautivos y de los Carmelitas Calzados vinieron a saludar al P. General. El segundo era español, que había hecho recientemente en Polonia una fundación, aunque pequeña.

Expedidas las cartas, el P. General fue con el P. Miguel, el P. Jorge [Elenyák] de Santa Ana y el Secretario, a visitar al Emmo. Señor Palatino de Rusia, que es considerado como el oráculo del Rey y del Reino, el cual lo recibió muy amablemente junto con los Compañeros. Lo consideró como el testimonio de la ejemplaridad y de la doctrina de los nuestros y como el Padre de nuestra Orden, y fue reverenciado como fundador de Warez. El P. General ofreció sus obsequios en la capilla al Obispo de Vilna, Constantino Brzostoroski, patrono de los nuestros. Después de comer el P. General fue con el P. Rector de Varsovia, el P. Miguel, el P. Antonio, Secretario, y muchos de los nuestros, a visitar nuestras escuelas de Varsovia, muy reputadas entre los Magnates por la cantidad, selección y nobleza de nuestros estudiantes, y la cultura de los nuestros, diligentísimos, no menos que por la comodidad y ornamentación de la estructura del edificio, donde fue recibido con gran alegría, en medio de aplausos, saludos de los estudiantes de todas las clases, excepto las de filosofía y la de los más pequeños. A todos los delegados les respondió con mucha elegancia, pidiendo al P. Estanislao, Prefecto y Maestro de Retórica, que, alguno de aquellos días, le presentara a los delegados, a cada uno de los cuales quería obsequiar con algún minúsculo regalo piadoso.

El Magnífico y Noble Sr. Juan Estanislao Lezynski vino a pedir al P. General que enviara a dos de los nuestros a predicar y catequizar en Sluko (ciudad de Rusia, a dieciocho leguas de Lubieszow, y a dieciocho de Dabrowica, bajo la jurisdicción de Rey de Polonia), ofreciéndole, para la fundación 10.000 florines polacos, y una casa para residencia.

Día 13 de diciembre de 1695. Ha venido a visitar al P. General el Ilmo. y Rvmo. Sr. Sufragáneo de Gniezno, Constantino Zielinski. El P. General ha ido a visitar al Embajador del Rey de Francia, quien lo ha recibido con toda cordialidad, y le ha despedido después de largos discursos. Ha distribuido premios a los estudiantes principales, es decir, a los que lo habían saludado en las escuelas, y a los nobles; todos los cuales le fueron presentados por el P. Wenceslao, Prefecto. Después de comer y enviar las cartas, le fue presentada por el P. Antonio, Secretario, al P. General la reiterada oferta del coche del Ilmo. y Rvmo. Señor Nuncio Apostólico Santa Cruz, para cualquier cosa, y a cualquier hora que lo necesite, tal como por la mañana de este día se lo había prestado, para ir a ver al Embajador del Rey de Francia con el P. Miguel, el P. Ignacio y el Secretario. Al anochecer, también ha venido a visitar al P. General, en nombre del Ilmo. Obispo de Poznan, Estanislao Witwicki, bajo el cual está la diócesis de Varsovia, su principal Servidor, invitándole a la comida del día siguiente.

Día 14 de diciembre de 1695. Han venido a visitar al P. General el Vicario General de los Dominicos, de los Reformadores o los Gavotti, y el Prior de los mismos. El P. General ha visitado al Emmo. Cardenal Radioski, Secretario del Reino, en un coche de seis caballos enviado por él mismo. Fue invitado por un varón noble de la Corte del Ilmo. Palatino de Plock para ir a comer al día siguiente. Fue con el P. Rector, el P. Miguel, el P. Ignacio, y el Compañero, a comer a casa del Ilmo. Obispo de Poznan, que había enviado dos coches de seis caballos, con el principal Ministro, ya citado, y fue recibido con todos los honores por los Canónigos y Escolares (a cargo de un canónigo hay un colegio de seis escuelas); luego fue devuelto en los mismos coches.

Día 15 de diciembre de 1695. Después de la Misa, el P. General, acompañado por el P. Estanislao [Kulinowski] de San Sebastián, fue a confesar a las monjas, con el H. Francisco María de compañero. Predicó en su Iglesia, y tuvo con ellas una Comunión general. Mientras tanto, el P. Antonio, Secretario, recibió con las debidas atenciones, y luego lo despidió, al confesor del Rey, el Serenísimo y Muy Reverendo P. Scopowski, principal promotor e introductor de la primitiva observancia de Santo Domingo, en medio de tempestades de adversidades, hasta conseguir el puerto y la tranquilidad de su deseo. Varón tan fuerte como agradable, modesto y circunspecto, que, a su agradable canicie, une una circunspecta humildad. Había venido a visitar al P. General, como, poco después, unos Capuchinos, quienes fueron atendidos por uno de los nuestros, cuando el Secretario se revestía para la Misa.

Después, el P. General, con el P. Rector de Varsovia, con el P. Miguel, el P. Ignacio de San Estanislao, el P. Wenceslao [Zawadz] de San Francisco, el P. Samuel [Nago] de Santa Ana, y el Secretario, fue a comer con el Ilmo. D. Juan Krasinski, Palatino de Plock. Acudió también a la comida el Ilmo. y Rvmo. Zalinski, Sufragáneo de Gniezno, en un coche enviado por el mismo Palatino, que es pariente del P. Ignacio, e hijo del mismo Sufragáneo Palatino, alumnos de nuestras escuelas. A insinuación de su padre, brindó de rodillas a la salud del P. General. Este obsequio de obediencia fue muy aplaudido por los comensales. La comida fue muy abundante y prolija, por lo cual, los invitados volvieron a casa de noche, en el mismo coche, con el Canónigo, tal como habían ido por la mañana.

Día 16 de diciembre de 1695. El P. General fue a visitar al Excmo. Sr. Jerónimo Lubomirski, Príncipe del Sacro Romano Imperio, Tesorero Supremo del Reino de Polonia, fundador nuestro de Rzeszow, en un coche enviado por él (en Varsovia existe la costumbre de que los Magnates usen estos coches, y los envíen a recibir a un huésped, en señal de gran aprecio, con un servidor de su misma Corte).

Vino a visitar al P. General el Rvmo. D. Tarlo, Provincial de los Misioneros, varón egregio y noble. Después de comer, el P. General visitó la residencia de nuestros alumnos, contigua a la nuestra; tres de ellos estaban, a otros tres se les esperaba. Hubo discursos de saludo, como de costumbre.

Fue expedida una Carta Circular a todos los Rectores y Comunidades de la Provincia de Polonia, con fecha 16 de diciembre, como sigue:

(Fuera)

Al Padre N. N. Rector, y a toda la Comunidad de las Escuelas Pías.

Gracia y Paz.

(Dentro)

“Pax Christi.

Ya comunicamos antes a V. R. la reciente llegada a esta dilectísima Provincia nuestra de Polonia, cuando aún estábamos en Cracovia. Ahora, gracias a Dios, hemos llegado a Varsovia felizmente, según los deseos de los nuestros. Desde aquí enviamos de todo corazón nuestras bendiciones y abrazos paternos, que os daremos próximamente en persona. Pero tengan en cuenta, y guárdenlo en su corazón, todos y cada uno, que, si hemos tolerado tantas incomodidades en el camino, es precisamente para promover la tranquilidad de la Provincia con lazos de justicia y de paz, y el consuelo de todos nuestros Religiosos. Esto es lo que afirmamos y deseamos con todas nuestras fuerzas, cualesquiera que sean las cosas que quizá circulen en contrario, sea de viva voz o por escrito. Por lo tanto, pedimos a todos y a cada uno de los hijos de nuestra Orden en el ínclito Reino de Polonia, que cualesquiera cosas públicas o privadas que ocurran, recurráis a Nos con plena confianza, por medio de cartas, seguros de experimentar una cordial acogida. Sed en todo luminosos ejemplos, como soléis ser, y obrad según la perfección debida, como requiere la debida perfección. Son consejos de cariño que os transmitimos, para que los pongáis en práctica continuamente.
Con mil bendiciones, Salud.
Varsovia, a 16 de diciembre de 1695.
De Vuestras Reverencias, Humildísimo hijo en Cristo, Juan Francisco de San Pedro, General”.

Día 17 de diciembre de 1695. A excepción de la Misa y de las ocupaciones cotidianas de nuestras prácticas, y de las conversaciones con los nuestros, el P. General no tuvo otras actividades más que las visitas del P. Guardián de los Capuchinos, y del P. Profesor de Teología de los mismos.

Día 18 de diciembre de 1695. El P. General fue con el P. Rector de Varsovia y el P. Miguel a casa del Ilmo. Referendario del Reino de Polonia, en un coche enviado por adelantado por el mismo. Después, en el coche enviado habitualmente, fue con el P. Miguel, el P. Rector, el P. Wenceslao, el P. Samuel y el Secretario, a comer con la Ilma. Señora Palatina de Mariemburg, especial bienhechora nuestra, donde estuvo también la Ilma. Sra. Castellana y el Muy Rvdo. P. Damasceno Lubieniecki, dominico. Dicha Señora Castellana tenía un ojo de plata, tan hábilmente colocado, que parecía completamente natural, sobre todo por el movimiento de la pupila. Afirmaba que era de los Carafa, una noble familia napolitana, y conocía la lengua italiana porque de vez en cuando había vivido en Italia. Después, el P. General fue a visitar al Ilmo. Nuncio.

Día 19 de diciembre de 1695. Este día el P. General consiguió ir a visitar a Su Serenísima Majestad el Rey de Polonia y sus Serenísimos dos hijos, acompañado del Embajador de Francia y muchos Magnates. Esta audiencia ya había sido intentada por el Ilmo. Palatino de Rusia el día 14 de este mes, y parecía que se retrasaba mucho.

El P. General fue introducido en la Corte por obra del P. Confesor del Rey, poco después del mediodía, junto con el P. Miguel y el Secretario. En el salón donde había sido erigido, con maestría extraordinaria, el trono de audiencia. Al entrar el Rey, el P. General lo saludó con elegancia. Esto agradó tanto al Rey, que lo comentó especialmente entre los Magnates, sobre todo cuando el P. General, al saludarlo, le dijo que desde niño ardía en deseos de ver a un héroe tan grande. El Rey, siempre de pie, la cabeza descubierta, junto a sus dos hijos Príncipes, alabó, en presencia de todos, al P. General y a nuestro Instituto. Después, indicó a sus hijos que se fijaran en el Padre, y éste, saludando a todos, se despidió, entre amabilísimas complacencias del Rey, de los Magnates, y de otros. Después, el P. General se desvió a casa del Ilmo. Nuncio. Finalmente, expidió el correo.

Día 20 de diciembre de 1695. El P. Rector de los Jesuitas, en nombre de toda la Comunidad, visitó al P. General por la mañana. Después de comer, tuvo para con el P. General una muestra de consideración, en nombre del Excelso Príncipe Radziwill, Vice Canciller, Gran Duque de Lituania, el P. Estanislao Bilicki, jesuita. Después, expidió las cartas restantes, y recibió una del P. Procurador General, anunciando que el H. Domingo Antonio, estudiante de Teología de los nuestros, había curado de hidropesía, aplicándole una imagen de Nuestro Venerable Padre Fundador. Cuando el P. General contó esto a la Comunidad de Varsovia, en la recreación de la tarde, produjo una gran alegría.

Día 21 de diciembre de 1695. El P. Scopowski, dominico reformado, confesor del Rey, visitó al P. General, como también el P. Colombioski, agustino, predicador del Rey, con el P. Prior de su Orden, Padre teólogo, y también el P. Rector de los jesuitas, quien trató algunas cosas sobre las escuelas con el P. General. Después de comer, el P. General, con su compañero, visitó a los Capuchinos.

Día 22 de diciembre de 1695. El P. General, con el P. Miguel, el P. Ignacio y el compañero, visitó a la Ilma. Señora Princesa Ana Dolska en el coche del Ilmo. Nuncio. Con los mismos, dejando el compañero, añadiendo el Secretario, fue a comer con el Embajador de Francia, muy humano, erudito y morigerado, que fue el primero que en Polonia le ofreció chocolate después de la comida.

Día 23 de diciembre de 1695. El P. General fue en el coche del Ilmo. Nuncio a visitar al Ilmo. Palatino de Rusia, de quien el Rey había dicho al P. General que le explicaría su manera de pensar. Los coloquios se alargaron durante casi dos horas. Estuvo también presente el susodicho P. Predicador ante el Rey de Polonia. Los consejos del Rey eran que el P. General consiguiera la tranquilidad en la Provincia, en medio de la gran tempestad de los querellantes contra la elección del P. Juan [Mudran] de Jesús María como Provincial de Polonia, y lo hiciera de forma paternal, sin llegar al rigor del derecho. Después de comer, vino el Ilmo. Nuncio a visitar al P. General, con el que se entretuvo mucho tiempo, hasta el anochecer.

Día 24 de diciembre de 1695. Para felicitar la Natividad del Señor, el P. General acudió al Ilmo. Nuncio, a Los Padres de la Compañía, al Predicador Real y a los Padres Agustinos. Y cuando él volvió, vino el P. Rector con los Padres Capitulares a felicitarle las Fiestas de Navidad. Hacia el día dieciséis de este mes, el P. General ya había visitado a los Dominicos, los cuales, como si fuera su propio General, lo recibieron con muchísima amabilidad. En la Misa le sirvieron muchos religiosos con sobrepellices y antorchas; y después le ofrecieron golosinas selectas.

Día 25 de diciembre de 1695. El día de Navidad, el P. Provincial y el Secretario tuvieron que poner un brasero en el altar, para poder aguantar hasta el final de la tercera Misa los rigores del frío. El P. General fue, sólo con el compañero, a comer a casa del Ilmo. Nuncio Santa Cruz. Por la noche, después de la oración mental en el Oratorio, que es el refectorio, según la costumbre de nuestros Ultramontanos, para no multiplicar las habitaciones caldeadas, se tuvo en la Iglesia, ante el Smo. Sacramento, la habitual renovación de votos, precedida por una exhortación del P. General elocuente aunque fuera de tiempo, cuyo tema era: “Nos ha nacido Cristo, venid y adoremos”. Y por eso nosotros, mediante la observancia más perfecta de los tres votos, debemos renacer y renovarnos, tal como nos invitan los mismos misterios del Nacimiento del Señor.

Día 26 de diciembre de 1695. Por la mañana el P. General visitó a los Teresianos, a los Misioneros, a los Dominicos Reformados, y a los Franciscanos Reformados. Después de comer, el jesuita Procurador de la Provincia de Lituania, en nombre de toda su Provincia, saludó al P. General, al que expuso algunos puntos para poder llegar a la concordia en las escuelas. Por la noche le saludó el Embajador Imperial, Ilmo. Abad de Polignac. Antes de cenar, vinieron nuestros Religiosos, con el P. Rector de Varsovia, a la habitación del P. General cantando, primero en latín y después en polaco, la misma canción de Navidad; y muchos de nuestros sacerdotes y clérigos le saludaron con lindos discursitos, deseándole Felices Fiestas. Después, el P. General, no dio las gracias inmediatamente, sino que, al acabar la cena, dio a cada uno de la Comunidad imágenes de nuestros Venerables, con una crucecita de Caravaca, y un trocito de tela, empapada en sangre de nuestro Venerable Padre Fundador. Dos alumnos nuestros le felicitaron también las fiestas, deseándole buenos auspicios. Luego, en la recreación, en el mismo refectorio, como es costumbre entre nuestros Ultramontanos, asistieron músicos estudiantes nuestros con instrumentos musicales, y cantaron al Nacimiento de Cristo Nuestro Señor.

Día 27 de diciembre de 1695. Después de expedir cartas, tanto a Roma como a la Provincia y a otras partes, el P. General, con el Secretario y el P. Ignacio, fueron a comer con el Excmo. Señor Palatino de Rusia, nuestro fundador de Warez, y compañero fiel del Rey, que nos trató con munificencia regia; estuvo también sentado a la mesa el Excmo. Castellano de Poznan, y otros nobles polacos. No hubo insistencia en cuanto a las bebidas. Después, el P. General se dirigió a ver al Ilmo. Nuncio.

Día 28 de diciembre de 1695. El P. General recibió de Viena la carta de respuesta del Emmo. Kollonitz, con las felicitaciones de Su Eminencia, en la fiesta de San Leopoldo, en la que prometía su apoyo y particular benevolencia a nuestro Instituto en Viena, promoviéndole y favoreciéndole en todas partes. La carta había sido enviada al P. Provincial de Germania. Acudió a visitar al P. General el P. Guardián de los Zocolantes. Vino también el Secretario segundo del Ilmo. y Excmo. Señor Príncipe Lubomirski, Gran Mariscal de Polonia, invitando al P. General a comer el día que mejor le viniera, y este determinó que al día siguiente. Acompañado de un gran cortejo, vino también a visitar al P. General el Ilmo. y Excmo. Palatino de Plock. Después de mediodía devolvió las visitas a algunos Regulares, y luego fue a casa del Embajador de Francia.

Día 29 de diciembre de 1695. Después fue a casa de los Agustinos, para hablar con el P. Colombioski, Predicador Real, que había salido de Varsovia, y a tener una conversación con el Ilmo. Nuncio Apostólico Santa Cruz. Luego habló con el Excmo. Embajador de Francia, sobre asuntos relacionados con la Provincia, y escuchó durante otra media hora, aproximadamente, las pretensiones del Serenísimo Rey, y de muchos Magnates, contadas por mismo Embajador galo. El P. General, solo ante el Embajador, refutó todas las cosas que debían ser refutadas. Después de comer, se fue con el P. Miguel [Krausz] de la Visitación y el Secretario a casa del Mariscal del Reino Lubomirski, en un coche de seis caballos, que él mismo le había enviado por medio de un varón noble; pues las antigua residencia real de Casimiro, donde vive el Señor Mariscal, dista de Varsovia media milla. Allí, el P. General fue recibido entre los guardias armados y la servidumbre presente. Luego, el mismo Sr. Mariscal salió también a recibirlo a la Corte, y lo elogió con grandes manifestaciones de gratitud. El P. General contestó al mismo Excmo. Señor, y le comunicó los encargos de saludos, de benevolencia y de bendiciones, que traía de Nuestro Santísimo Señor Inocencio XII, para él y para toda la familia Lubomirski. Luego, tuvieron unos eruditísimos coloquios; después de los cuales el eruditísimo Príncipe lo condujo a visitar, en sus sedes, a la Excma. Cónyuge, hermana del Emmo. De Noff; y, finalmente, comieron juntos, sin ningún inoportuno ceremonial de bebida. Antes de volver a Casa, se oyó que había llegado de Roma un comunicado con la promoción de doce Cardenales, entre los cuales el Señor Conde de Arquin, Gran Par de Francia, Padre de la Serenísima Reina, con lo que en la Corte Real había una gran alegría.

Día 30 de diciembre de 1695. Mientras esperaba la audiencia de la Serenísima Reina, prometida hacia mediodía, el P. General escribió con su propia mano varias cartas de felicitación a los nuevos Cardenales. Vino también a visitarlo el P. Prior de los Carmelitas Descalzos, francés, manifestando su amor y doliéndose de nuestro cisma. Se supo, por medio de un servidor de la Excma. Mariscala de Lituania, la Princesa Ana Dolska, fundadora de nuestra Casa de Dabrowica, y de Lubieszow, que la audiencia de la Serenísima Reina, por estar ella impedida, se difería para el día siguiente o al otro.

Vino el Nuncio Santa Cruz, y durante casi otra media hora habló con el P. General. El P. General se sintió un poco afectado, cuando vio el fuerte mareo sufrido por el P. Miguel de la Visitación, su compañero. Pero se le pasó pronto, y recupero fuerzas. La audiencia de la Reina fue retrasada.

Día 31 de diciembre de 1695. Hacía tanto frío, que el vino del cáliz para la misa del P. General se congelaba, por lo cual, aunque contra su costumbre, tuvo que celebrar más rápido, para evitar esta incomodidad. Es la primera experiencia de este frío en Polonia. Vino el Consejero Real, P. Colombioski adonde el P. General a contarle los sentimientos del Ilmo. Señor Palatino sobre las antiguas querellas contra la reciente elección del P. Juan [Mudran] de Jesús María, como Provincial de Polonia. Fue también el P. General a casa del Embajador de Francia, y luego a casa del Ilmo. Nuncio Apostólico, y con uno y otro trató larga y sucesivamente de estos mimos disturbios. Se enviaron también as intimaciones de la Visita a la Provincia de Polonia, con una carta circular, en forma de intimación, y semejante a las cartas de Lipnik para la Provincia de Germania del día 12 de noviembre de 1695, con pocos cambios, como se puede ver en el folio siguiente.

Notas