FerrerSintesis/3SigloXIX/2Vida

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2. La vida religiosa escolapia.

2.1 Organización y gobierno.

Tal como ya se ha dicho, la desintegración de la Orden, en el plano jurídico, fue fruto del regalismo, cuya traducción eclesiástica para España, por ejemplo, fue la creación de una Vicaria General independiente de Roma. Si a este problema, se añade el anterior "josefinismo" de Austria (donde los provinciales tenían la máxima autoridad y eran elegidos directamente por los capítulos, por lo cual hubo que modificar las Constituciones), las consecuencias para la Orden fueron muy profundas. A continuación enumeraremos algunas.

- Capítulos Generales. El XXIV (1796), último del siglo XVIII, marcó una pausa de 34 años hasta el XXV (1830). Aunque los siguientes (hasta el XXX, de 1860) fueron más regulares, su principal cometido fue elegir General (Vicario o Prepósito, como ya ocurrió en 1830, por corresponder a España el título de General) y, todavía más comprometido, el estar constituidos sólo por capitulares de las provincias italianas. El Capítulo XXXI (1892), celebrado 32 años después del precedente, y el XXXII (1898) contaron con una pequeña representación de capitulares no italianos, preludio ya de los cambios que se iban a introducir en favor de la unidad. Estos capítulos que "universum Ordinem minime ligarunt", no dejaron huella legislativa relevante[Notas 1].

- Superiores Generales.

Desde el P. Beccaria (1796-1808), testigo de los diversos desastres políticos y eclesiásticos que afectaron a la Orden, se entró en un período de gobierno casi nominal y prácticamente circunscrito a Italia. Hasta el Capítulo General de 1830 (XXV) se suceden 6 Vicarios Generales y 2 Prepósitos Generales: P. Arcangelo Isaia (1808-1814), preocupado por encontrar fondos para crear un juniorato en San Pantaleo (Roma); P. Iacopo Baldovinetti (814-1816), P. Stanislao Stefanini (1816-1818); P. Carlo Maria Lenzi, General por rescripto pontificio (1818-1819), pero de breve duración por haber sido nombrado obispo; P. Ignazio Satta (1819-1820), P. Giovanni B. Evengelisti (1820.1824), que intentó la restauración de las Escuelas Pías en Italia; P. Vincenzo M. D'Addiego (1824-1830), que visitó las casas y provincias y fundó algunas casas. Tras su fallecimiento (1830) siguieron los Vicarios P. Giuseppe Rollerio (183= y Pompilio Cassella (1830-1836), preocupado por la formación inicial.

En 1836 el nuevo P. General Giovanni B. Rosani (hasta 1842; Vicario General del 1842 al 1844, año en que fue consagrado obispo), tuvo preocupación por la observancia regular y visitó las provincias italianas. Le sucedió como Vicario, por rescripto pontificio, el P. Giovanni Inghirami (1844-1848), científico importante, pero de salud delicada (estaba ya casi ciego).

La relación con la Orden, como es el caso de España, se limitaba a recibir información sobre los religiosos difuntos (para aplicar sufragios), intercambiar algo de correspondencia y acoger a algunos escolapios españoles víctimas de la política liberal (1837). Los tiempos son tan difíciles, también en Italia, que no existía un plan de Roma para alentar a los escolapios en dificultades[Notas 2]. Los mismos recursos económicos eran del todo insuficientes, incluso para mantener casas de formación.

El pontificado de Pío IX (1846-1878), antiguo alumno de las Escuelas Pías, significó un impulso hacia la unidad de la Orden[Notas 3].

El P. General Gennaro Fucile (1848-1861) se distinguió por su interés hacia los pobres. Presentó a Pío IX las Constituciones de las Escolapias.

Por rescripto pontificio fue nombrado General el P. Giovanni B. Perrando (1861-1868), amigo de Pío IX. Promovió la renovación escolapia en Italia, facilitada por su propia extracción social y familiar, en contacto con los liberales partidarios de la unidad italiana. Consiguió que los escolapios pudieran obtener títulos académicos civiles.

Por el mismo procedimiento pontificio fue designado el P. Calasanz Casanovas[Notas 4]. El P. Casanovas, como español, buscó la unidad de la Orden, en primer lugar con España. A su inspiración se deben, como ya se ha dicho, las Casas Centrales y los Generalicios. Visitó las provincias de Centroeuropa (1877). Ya en 1869, con ocasión del Concilio Vaticano I, se puso en contacto con varios Obispos y contactó por carta con los provinciales centroeuropeos. De momento no hubo resultados palpables, pero se preparó la futura unidad.

En Italia consiguió mantener el Colegio Nazareno y restaurar las escuelas de San Pantaleo.

Una de sus mayores preocupaciones fue la adecuada formación de novicios y juniores.

Asistió al Concilio Vaticano I. Trabajó en la aprobación de las Escolapias y sus Constituciones.

Sus orientaciones marcaron decisivamente el gobierno de la Orden:

  • Restaurar las casas y recuperar colegios.
  • Casas de formación. Planes de estudio.
  • Unidad de la Orden. - Restaurar la observancia regular, debilitada por la dispersión de religiosos, producida por las revoluciones y supresiones.
  • Economía. Caja común en cada Provincia. Modo de afrontar el mantenimiento de los colegios (por los pagos de los alumnos "encomendados").
  • Acomodación a las leyes civiles (planes de enseñanza, titulación oficial,etc.).

El P. Mauro Ricci (Vicario General 1884-1886 y General 1886-1900) continuó la política de Casanovas. Entre los diversos aspectos de su gobierno, se pueden señalar:

  • Restaurar las Escuelas Pías en Italia. Acoger a los religiosos dispersos por cierre de casas y colegios.
  • Nueva casa de la Curia General (Vía Toscana), debido al estado ruinoso de San Pantaleo, incautado, además, por el Gobierno.
  • Casas de formación. Creación de un juniorato para Italia (Roma, 1886). Mejora de los estudios de los religiosos. Atención a las vocaciones. Insistencia en la observancia regular.
  • Acercamiento a las Escuelas Pías de España y Centroeuropa.
  • Celebración de los Capítulos Generales de 1892 y 1898.
  • Creación de una revista "Domesticae Ephemerides Calasanctianae" (1893-1899), dirigida por el P. Luigi del Buono (primera época de la revista oficial de la Orden).

A su muerte, tras unos meses de gobierno del Vicario General P. Dionisio Tassinari, le sucedió el P. Alfonso María Mistrangelo, arzobispo de Florencia, por rescripto pontificio. Se preparaba así la reunificación de la Orden, jurídicamente acaecida en 1904, tras el Motu Proprio "Singularitas regiminis" de Pío X.

2.2 La observancia regular.

La situación de las Escuelas Pías en el XIX es diferente en su primera mitad (época de dispersión y supresiones), que en su segunda mitad (época de restauración). La vida religiosa, tal como veremos, atravesó serias dificultades en los primeros 50 años del siglo.

a. Constituciones y otros textos legislativos.

La edición de las Constituciones de 1781, en los años sucesivos, tuvo varias impresiones (Hungría, Barcelona) todavía en el siglo XVIII. En el XIX apareció en Roma (1826) y en Madrid (1833). Esta última, llamada "edición española", fue publicada por el P. Lorenzo Ramo, Vicario General, tiene una nueva ordenación de los capítulos y, en cuanto a su contenido imcorpora los cambios relativos al gobierno de la Orden y sus demarcaciones en conformidad con la legislación pontificia, ya citada (Pío VII y Gregorio XVI). Todos los intentos que hubo en el XIX para elaborar un texto nuevo más acomodado a las circunstancias históricas, no tuvieron efecto. En 1848 (Madrid) se publicó un Compendio de las Constituciones para uso de los Hermanos Operarios.

Las circunscripciones, como la Vicaría General de España, publaicaron colecciones de documentos oficiales"Repertorio de disposiciones generales", 1898, con textos de los Capítulos Generales, Congregaciones y circulares generales, aparecidos desde la edición de 1833; y el "Bullarium Religionis Scholarum Piarum" (1898), Madrid, con los documentos pontificios más significativos desde la fundación de la Orden y unos apéndices sobre Reglas de Novicios; documentos pontificios sobre los Regulares,etc.

b. Vivencia de los votos.

El contexto histórico de la primera mitad del XIX fue deletéreo para la vida religiosa[Notas 5]. Apareció la figura del escolapio (al igual que en las demás Congregaciones) que podríamos llamar "itinerante" y solitario que iba ofreciendo sus saberes (colaborar en los planes de estudio oficiales, por ejemplo en Rusia; fundar en América; ejercer el ministerio sacerdotal en parroquias, ejércitos,etc.). Los más afortunados se refugiaron en Roma y en otros lugares hasta que pasara el turbión revolucionario. Cabe decir que bastantes de estos religiosos volvieron a reintegrarse en la Orden apenas se fue restaurando en España e Italia. Otros aprovecharon la difícil situación para secularizarse (diócesis) o dejar totalmente la vida religiosa. Incluso alguno, como el valenciano Juan Bta. Cabrera Ivars, llegó a fundar alguna nueva Iglesia (Evangélica Reformada, de tendencia anglicana), de la que llegó a ser obispo.

Los más, sin embargo, pudieron continuar en sus casas, sobre todo en España, dado que la supresión no les alcanzó de forma radical. El P. Calasanz Casanovas describía así la situación en 1846:

"Por haber permanecido desde hace diez años en este Colegio de Barcelona he tenido ocasión de conocer a todos los individuos que moran en él y también a los de otros colegios, algunos de los cuales me han visto más de una vez exhortar a los jóvenes a la perseverancia, y a prodigar a los ancianos mil consuelos, asegurándoles que no se verían abandonados jamás. Tal vez me acreditaría de mentecato, si contara a V.P. lo que tengo hecho con este motivo; pero se lo insinúo para que no extrañe que hable como quien tiene motivos para creer que está bien informado de lo que dice. La emigración de jóvenes en Cataluña ha sido seguramente, sin proporción, mayor que en las otras provincias; pero estoy seguro podría demostrar a V.P. que sólo fue debida a las ningunas esperanzas que se vislumbraban para lo futuro, y al poco acierto de los Superiores en adoptar los medios prudentes para conservar lo presente, y que de ningún modo puede atribuirse a desafección al Instituto, ni menos a relajación interior. En todos o en la mayor parte de los nos hemos quedado, habrá podido ya V.P. haber observado que si no hubo por la gracia de Dios voluntad (porque medios no faltaron) para abandonar la Corporación, se hizo, sin embargo, muy común a todos, desde los primeros hasta los últimos, la máxima de mirar cada uno por sí, y prevenirse para lo peor que pudiera suceder. Así insensiblemente nos hemos acostumbrado a separar los intereses particulares de los intereses de la Corporación y a no consultar ni atender a la voluntad de los Superiores, sino a lo que el espíritu privado, o mejor la inclinación dictaba a cada uno, y la inclinación dominante ha sido la de adquirir. Así nos hemos acostumbrado a no ser obedientes para no ser pobres, y como la pobreza es la base de nuestro Instituto y la obediencia lo es de toda religión, es indispensable renovar...Acostumbrado a respetar y a amar a mis Superiores y a tratarlos de lejos sí, pero con la veneración debida, y siempre decidido a ejecutar su voluntad..."[Notas 6].

La pobreza será atenuada por el peculio (en tiempos inseguros era una garantía para subsistir), a veces conseguido sin atender a la obediencia. El resultado fue una cierta pérdida de la vida en común, elemento básico de la vida religiosa.

En la segunda mitad del siglo todos los esfuerzos de renovación (encabezados en Roma por los PP. Generales Casanovas y Ricci principalmente, y en España por los Comisarios Apostólicos Losada y Feliu[Notas 7] y los Vicarios Generales Del Valle y sucesores) insistieron continuamente en estos puntos:

  • Aprecio de la vocación religiosa escolapia[Notas 8] y defensa del carisma calasancio en la Iglesia y en la sociedad[Notas 9].
  • Constituciones. Conocerlas, amarlas y cumplirlas[Notas 10].
  • Oración, vida interior, observancia regular[Notas 11].
  • Sentido eclesial (Papa, General romano) y unidad de la Orden[Notas 12].
  • Vida común (sentido comunitario principalmente de la pobreza y control del peculio)[Notas 13].
  • Vida regular (en conformidad con el derecho, Capítulos, etc.). Importancia de los Superiores[Notas 14].

c. Oración, prácticas de piedad y penitencia.

En líneas generales se siguen las mismas orientaciones del siglo anterior. Para la oración mental se compusieron unos "puntos de meditación", que variaban a lo largo del mes; esto es: 31 meditaciones sobre la Pasión y 31 sobre los novísimos y otros temas (el P. Mauro Ricci, por ejemplo, escribió unos textos con esta finalidad).

El capítulo de culpas se restringió cada vez más a las Casas de Formación.

2.3 La formación inicial.

El Vicario General P. Joaquín Esteve[Notas 15] sobre la situación de la formación inicial llegó a afirmar que en algunas provincias "por doce o quince años no se logró que un solo curso de Jóvenes terminase completamente la carrera de estudios". El P. Rabaza[Notas 16] describía así algunos aspectos de la situación de las comunidades en España, en los años que siguieron a la restauración de 1845:

"Las Comunidades estaban formadas por una masa heterogénea y contradictoria; los más antiguos, rendidos ya de fatiga, muy escolapios, pero a quienes la acumulación de trabajo escolar había hecho remisos o desordenados en la observancia religiosa; y la gente nueva, que pasaba en horas veinticuatro del Noviciado a los Colegios, con poca formación y desmedrado espíritu, porque así lo exigían las circunstancias de tener que llevar personal a las nuevas fundaciones que de todas partes requerían. De ahí la falta de aplomo y aliento espiritual; de ahí las inquietudes y el desasosiego; de ahí las muchas bajas que se deploraban..."

El diagnóstico, aunque disfrazado por la retórica, es certero. La gran crisis de la primera mitad del XIX en España y la que volvería a aparecer en Italia y Centroeuropa, venían a poner en un primer plano la formación de los candidatos como un elemento esencial para revitalizar la vida religiosa escolapia y asegurar su misión educadora en la Iglesia y en la sociedad.

A esta situación se hizo frente con desigual fortuna, según el estado de las provincias y el contexto en el cual vivían. Cabe, sin embargo, decir que, según avanza el siglo, hay una general evolución positiva en este punto en el conjunto de la Orden.

a. Las Casas de Formación.

No tuvieron carácter de estabilidad hasta más allá de la primera mitad del siglo. La praxis de las provincias tendía a crear noviciados, apenas se procedía a restaurar la vida religiosa; pero los junioratos eran casi ubicados en los colegios, según el número de estudiantes y otras circunstancias, entre las que destacaba la necesidad de maestros para las escuelas. Los estudios tenían, por tanto un carácter privado y casi complementario del trabajo escolar cotidiano. El caso de Polonia no fue el más característico: a veces, como en Varsovia (1817-1830), el juniorato estuvo relacionado con la Universidad y con la Academia Teológica (hasta la supresión de la casa y colegio en 1866). Así los escolapios obtenían los títulos académicos superiores necesarios para la enseñanza. Incluso algunos estudiaron fuera del propio país (Roma, Florencia, Viena o París).

En España durante cierto tiempo algunos colegios pudieron enseñar la Filosofía con validez universitaria. En 1827 las autoridades cancelaron esta posibilidad, pero a los dos años se volvió a autorizar. Los planes oficiales de 1845 y 1857 fueron acabando con este tipo de estudios[Notas 17].

Corresponde a la etapa del P. General Casanovas la puesta en marcha de un tipo de Casa de Formación estables y, en varios casos, de carácter supraprovincial e interprovincial. En Roma, San Lorenzo in Piscibus, creó el noviciado de la provincia Romana. Los juniores, sin embargo, continuaron en varias casas simultaneando los estudios (con algún escolapio bien preparado) y el trabajo escolar para ganarse el sustento. La pobreza de las provincias y casas era muy grande.

Mejor suerte corrieron sus ideas en España con la creación de las Casas Centrales, tal como ya se ha indicado más arriba.

Desde 1870 impulsó la restauración de los noviciados en cada provincia española. Ya en 1872 se tenía esta estadística: Cataluña (14 clérigos y 3 hermanos), Aragón (15 y 4), Castilla (20 y 11) y Valencia (7 clérigos) (cf V 1 p.272). En la Vicaría General de España la preocupación por la formación llevó al Vic. Gral. P. Pedro Gómez a publicar unas "Reglas para los Novicios de las Escuelas Pías" (1898), ampliamente utilizadas en el siglo XX.

b. Planes de Estudio y Formación.

Fueron una constante preocupación de los Superiores. El caso de España es de gran interés, ya que los sucesivos planes se pudieron aplicar con eficacia, sobre todo a partir de la creación de las Casas Centrales de Estudios.

Ya a finales del XVIII la visita de Cabañas volvió a cuestionar nuestros planes de estudio y formación, tal como vimos en su lugar. En el XIX, incluso en la difícil coyuntura de la Escuela Pía hasta su restauración en 1845, el interés por la formación de los jóvenes escolapios no desapareció.

Siguiendo un orden cronológico y de forma somera, iremos presentando algunas de las aportaciones más significativas sobre la formación inicial.

  • P. Joaquín Esteve (Vic. Gral. 1826-1830). En su Circular del 20 de octubre de 1829[Notas 18] dicta normas para el examen de los maestros escolapios (para probar su aptitud) y de la debida preparación, con los correspondientes exámenes de los Ordenandos, Confesores y Predicadores. Considera que uno de los fines del estudio, además de su cualificación profesional, es el de acrecentar "el recogimiento propio de la vida religiosa" y evitar la disipación (tertulias, visitas, ociosidad, etc.).
  • P. Lorenzo Ramo (1830-1833). En su Circular del 8 de julio de 1833[Notas 19] plantea algunas líneas para la formación de Novicios y Juniores. Como aportación de interés para la época prescribe la lectura de la Sagrada Escritura (traducción del P. Scío) y dice: "debe ser objeto esencial del estudio en los jóvenes teólogos". Estas orientaciones no se pudieron llevar a cabo totalmente por la supresión y cierre de noviciados.
  • P. Jacinto Feliu (Comisario Apostólico 1846-1864). Había sido profesor de matemáticas (Academia Militar de Segovia, hasta 1845) y provincial de Cataluña. Al ser nombrado Comisario ya proyectó, en agosto de 1847, una Casa Central de Estudios, aunque no la pudo realizar[Notas 20]. En septiembre de 1847 publicó una primera Circular en la que destacaba los siguientes puntos: observancia regular; dedicación a la enseñanza; formación de los jóvenes escolapios (dedicación al estudio, sin otras ocupaciones; informes mensuales de los estudiantes; exámenes con tribunal; favorecer a los que desean progresar en sus estudios); anuncio de un plan de estudios.

El desarrollo de este plan tuvo una doble vertiente:

a. Práctica. En septiembre de 1848 dio un curso de matemáticas, en Zaragoza, a 6 juniores de Aragón y 5 de Cataluña. Los cursos, junto con la Teología y la Moral, se prolongaron hasta diciembre de 1851. A principios del 52 pasó a Albarracín para seguir la experiencia con juniores de Valencia y Cataluña- Estos cursos los volvió a impartir en Madrid.

b. Legislativa. En su segunda Circular de 30 de noviembre de 1848[Notas 21] presentó su plan de estudios. Parte de una afirmación básica: "de la sólida y siempre recta dirección religiosa y literaria de nuestros jóvenes profesos pende el honor y la vida misma de nuestra Corporación". Antes de exponer el plan, sienta algunos principios interesantes:

1º Los novicios, además de su formación religiosa, estudiarán dos años de primera enseñanza, latín y humanidades. Sin estos estudios no se podrá pasar a filosofía.
2º Respecto al tiempo de estudio privado y a las clases. Si se trata de algún joven que "sin estar impuesto en los estudios necesarios" tiene clases de Primaria o Secundaria, será sustituido, con el fin de que se dedique exclusivamente a los estudios.
3º La selección de textos para los estudios será de competencia de los Provinciales.
4º Además de los exámenes cuatrimestrales (ordinarios) habrá uno final, con tribunal (tres nombrados por el P. Provincial). El tribunal dará una nota por escrito (Sobresaliente, Muy Bueno, Bueno, Mediano. También puede haber Atrasado o Ningún Aprovechamiento, aunque el P. Feliu cree que ningún joven escolapio "recordando el voto solemne de enseñanza, pueda tener tranquila su conciencia con la nota de poca aplicación y consiguiente aprovechamiento").
5º Los Provinciales enviarán al P. Comisario Apostólico informes mensuales y anuales de los estudiantes: Anual: notas finales. Mensual: informe sobre "talento, aplicación, aprovechamiento y conducta religiosa").

El Plan de Estudios[Notas 22] tuvo el mérito de intentar la unificación y dignificación de los estudios, tras tantos años de abandono. Aportó algunos elementos para un futuro reglamento y respetó la costumbre de que los juniores se ejercitasen con los alumnos pequeños de los colegios en las clases de lectura.

El Plan, sin embargo, tenía una orientación excesivamente polarizada en el estudio de las matemáticas, en detrimento de la Teología, relegada a las clases vespertinas, y con escasa atención a la filosofía (un semestre de Lógica y Metafísica; más otro de Religión y Moral).

  • P. Ramón del Valle (Vicario General, 1864-1869).

En enero de 1866 publicó un nuevo Plan de Estudios y dejó sin efecto el del P. Feliu. El P. del Valle, además de humanista y tener como Asistente al P. Casanovas, intentó acercar los estudios privativos de la Escuela Pía a los planes oficiales. Eran otros tiempos y la Ley Moyano (1857) iba encauzando el nuevo ordenamiento de la enseñanza. El Plan estaba dividido así:

1º Noviciado. Primer año: Gramática Latina y Castellana, Doctrina cristiana e Historia Sagrada.

Segundo año: Retórica, traducción, doble versión (del latín al castellano y viceversa), aritmética demostrada. En un segundo semestre: Poética, sistema métrico, Pedagogía.

2º Segunda enseñanza:

Primer año: Filosofía, Agricultura, Industria y Comercio, Algebra y Geometría.

Segundo a Cuarto años: Teología Dogmática y Moral, Griego, Historia, Cronologías, Dibujo lineal, Topografía Teórica y Práctica, Trigonometría, Historia Natural, Física y Química, Francés.

En este Plan había asignaturas de "adorno": caligrafía, gimnasia y deportes, estudio de Constituciones y Reglas, urbanidad, conferencias pedagógicas sobre el buen comportamiento de un maestro con los discípulos, pláticas doctrinales, estudio del Antiguo y Nuevo Testamentos para los teólogos, etc.

A esto hay que añadir los ejercicios de piedad propios de la etapa formativa, actos de comunidad, etc.

El Plan, en definitiva, era denso y exigente (tal como se ve en la distribución de semestres, horarios, materias y exámenes). Estuvo en vigor hasta 1879[Notas 23].

- Planes de Estudio (Casas Centrales).

El Capítulo General de 1875 (España) eligió al P. Juan Martra como Vicario General. El mismo Capítulo le hizo dos encargos importantes: 1º Fundar una Casa Central de Estudios para los juniores de España; 2º preparar un nuevo Plan de Estudios.

El P. General Casanovas, en 1876, le recomendó reservarse, en su autoridad de Vicario General, lo que tuviera que ver con la formación inicial (noviciado y juniorato)[Notas 24]. El P. Martra consiguió en marzo de 1879 la cesión de San Marcos de León para Casa Central. En agosto del mismo año comenzaron a vivir allí los religiosos.

El Plan de Estudios, en borrador, ya fue presentado en diciembre del citado año a la Congregación General de España y a los Provinciales, reunidos en el Colegio San Antón de Madrid. Fue bien acogido y pasó a inspirar la organización de San Marcos de León, la primera casa central española.

Aunque manuscrito, el Plan fue conocido incluso fuera del ámbito escolapio[Notas 25].

En 1885 fue impreso en Madrid el citado Plan.

Este Plan pretendía una formación eclesiástica (Seminario), pedagógica y didáctica (Normal de Magisterio) y científico-literaria (Universidad) del escolapio. Este modelo complexivo pervivió hasta más allá de mediado el siglo XX.

Es, por tanto, explicable que la Pedagogía fuera adquiriendo mayor relevancia dentro del Plan (desde asignatura accesoria a formar parte de los dos últimos cursos de teología, como preparación inmediata para la escuela (téngase presente que a veces de habla de curso como sinónimo de semestre).

En 1885 se pudo ocupar el Monasterio de Irache y allí se ubicaron los estudios del Primer Período del citado Plan. Cuando en 1888 se abandonó San Marcos de León y se inició la nueva casa de San Pedro de Cardeña, se siguió con el mismo sistema de distribución de estudios (Filosofía en Irache; Teología en Cardeña).

En el Plan de 1879 no todos los alumnos cursaban los estudios especiales del segundo período. Casi un tercio de los alumnos sólo estudiaban lo correspondiente a la carrera sacerdotal, tras concluir el bienio filosófico y los estudios generales. La posibilidad de hacer tres tipos de carrera (corta, ordinaria y ampliada) evidenciaba el interés por adaptar el Plan a la realidad de los alumnos (edad, salud, cualidades intelectuales, etc.).

Los textos utilizados para el estudio son manuales clásicos de orientación escolástica y tomista (Teología) o tributarios de etapas anteriores (Matemáticas). Las novedades bibliográficas están en las materias profanas (Historia de España y Universal, por ejemplo).

La consolidación de las Casas Centrales (en 1885 funcionaban San Marcos e Irache) llevó al P. Vicario General Manuel Pérez a redactar y publicar un Reglamento. Este texto constituyó el marco de referencia durante mucho tiempo, aunque experimentara algunos cambios, de la vida y formación del junior, perfectamente estructurada y sujeta a un ritmo preciso, que no deja lugar a la improvisación. La lejanía del medio social se consagra como algo normal y deseable. El apartamiento está salvaguardado con cautelas varias (control de la correspondencia; imposibilidad de comunicar con los juniores de otros cursos; vigilancia de los responsables; visitadas controladas de la familia, etc.).

La obediencia es estricta y pone en el mismo plano la observancia de las Reglas y el reglamento. La autoridad es rigurosa y están perfectamente definidos los ámbitos de competencia del Rector, Maestro y Profesores.

¿Qué tipo de escolapio produjo este sistema formativo? No cabe duda que la exigencia y disciplina favorecieron la eclosión de una serie de personalidades fuertes y que el nivel de estudios aumentó notablemente, pero el individualismo, el formalismo y una cierta rudeza (por falta de contacto social) también aparecieron y marcaron a muchas generaciones de escolapios españoles. El sistema autónomo de estudios dificultó la obtención de títulos académicos civiles y propició una cierta endogamia intelectual.

El número de estudiantes fue importante. Baste señalar que en 1891 Irache albergaba a 96 clérigos o juniores y Cardeña a 92 (15 generalicios, 20 de Cataluña, 22 de Aragón, 26 de Castilla y 9 de Valencia).

En el Capítulo General de 1900 (España) la provincia de Aragón pidió la supresión de las Casas Centrales y la restauración de los Junioratos Provinciales. El nuevo Vicario General P. Eduardo Llanas reaccionó ante esta propuesta y propuso la alternativa de crear un nuevo tipo de Casa Central, vinculada a un Colegio y que permitiera realizar prácticas de enseñanza. La idea era de largo alcance, por cuanto significaba un nuevo enfoque de la formación del escolapio, en contacto con la realidad educativa en la que se desenvolvería su ministerio.

El Plan de Estudios del P. Llanas mantenía la primera fase de los estudios en Irache (tres años), pero el bienio teológico lo unía a una experiencia de enseñanza. El enfoque educativo del plan pretendía una renovación pedagógica. El aprendizaje se basaría en la experiencia real (excursiones científicas, prácticas de laboratorio, estudio de idiomas, etc.) y tendría una orientación práctica (incluso con elementos de estudio de comercio).

El lugar elegido fue el nuevo Colegio de Tarrasa (Barcelona). La preparación del profesorado fue cuidadosa (envió varios sacerdotes jóvenes a estudiar idiomas en Austria, Francia e Inglaterra) y selecta (contando también con profesorado no escolapio, como el geólogo Almera y Comas).

En el breve período de existencia de este Juniorato (1901-1904) estudiaron en él unos 130 jóvenes escolapios. La muerte del P. Llanas, último Vicario General de España en sentido estricto, y la oposición de algunos Superiores a la línea formativa, llevaron al cierre de esta Casa Central y al envío de los juniores a sus respectivas provincias para concluir sus estudios. Por el momento sólo se mantuvo la casa de Irache.

Fuera de las Casas de Formación de España y Hungría, la Orden apenas tenía juniores en número suficiente para constituir centros autónomos de estudio de verdadera importancia y significación.

En Hungría se estableció en 1895 (Budapest) el "Kalazantinum" o Casa de Estudios teológicos y universitarios. Los juniores simultaneaban los estudios civiles en la Universidad con los eclesiásticos en la propia Casa. A la teología acompañaban los estudios de pastoral, catequética, psicología y pedagogía. Algunos obtuvieron el doctorado en la Facultad de teología, con el fin de ser profesores del "Kalazantinum" o de Religión en los Colegios escolapios.

El P. General Mauro Ricci intentó en Italia la creación de un Juniorato Interprovincial (Roma, 1886), pero su vida fue efímera. Las provincias italianas tuvieron diversas Casas de Formación en Florencia, Nápoles (San Carlo all'Arena), Roma, Finalborgo (Liguria). A veces contaron con algún formador procedente de otras provincias, como el P. Marcelino Ilarri (Aragón), en la provincia de Liguria. En muchos casos los juniores vivieron en Colegios (como algunos de los ya citados) simultaneando el trabajo con el estudio, a veces por la misma pobreza de las provincias y de las casas, sometidas a los vaivenes del contexto político y social.

En las provincias centroeuropeas la situación era bastante más difícil, tal como ya se ha indicado más arriba.

Notas

  1. ."in quibus paucissime verae leges latae fuere", cf L. Picanyol: "De Capitulis Generalibus XXV-XXXII Romae celebratis ab anno 1830 ad 1898" ASP XIV (1955) p.3-9
  2. .cf R IV p.222-223; "De primo centenario restaurationis Scholarum Piarum in Hispania (1845-1945) Eph. Cal. nn.3-4 (1945) p.45, nota 1.
  3. .cf Giovanni Ausenda: "Pio IX e i Generali delle Scuole Pie nel ventennio 1848-1868" ASP n. 6 (1979) p.295-322
  4. .1868-1884, pero hasta 1886 retuvo el título de General, aunque en esos dos años últimos de su vida tuviera un Vicario General en la persona del P. Mauro Ricci
  5. .cf Circular Vic. Gral. J. Esteve, del 20 de octubre de 1829, en R III p.142-145 y 346-352
  6. .cf V 1 p.113-114
  7. .Circulares del P. Feliu: 1847, cf D. Cueva art. cit. AC n. 54 p.441, en la que destaca la observancia regular, la enseñanza y la formación de candidatos; 1848 cf R IV p.230-235
  8. .Circular de 1868 del P. General Casanovas, cf V 1 p.116-117
  9. .idem p.115-116
  10. .Circular "Accipe librum" de 11865 del Vic. Gral. R. del Valle, cf R IV p.253-258
  11. .Circular del 8 XI 1865 del P. del Valle, cf R Iv p.267-269
  12. .Circular "Accipe librum", ya citada
  13. ."Contestación de la Generalidad a las propuestas de los Capítulos Provinciales", 8 XI 1865, del P. del Valle y Congregación; cf R IV p.263 ss.
  14. .Circular 8 V 1865, P. del Valle, cf R IV p.260-262
  15. .Circular del 20 X 1829, cf D. Cueva art. cit. AC n. 54 p.437
  16. .R IV p.314
  17. .cf R III p.325 ss. y IV p.341 ss.
  18. .cf R III p.142-145 y 346-352
  19. .cf R III p.361-367
  20. .cf R Iv p.189-190
  21. .cf R IV p.409-412
  22. .cf D. Cueva art. cit. AC n. 54 p.437-451
  23. .Cf V 1 p.154-156
  24. .cf V 1 p.281-282
  25. .Informe del P. Juan Manuel Palacios, Rector de León, fechado en 9 de abril de 1883, al Inspector Universitario del Distrito de Oviedo D. Félix de Aramburu y Zuloaga