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22.13. Dos ausencias notables: Casani y Alacchi

El largo y complicado problema de los Hermanos tuvo su época de mayor crispación en los años que van desde el Capítulo General de 1637 al de 1641, que€ acabamos de ver. Y la fecha clave de esa nueva época conflictiva fue el 5 de febrero de 1638, en que firman su famoso memorial los '21 reclamantes'. Dos meses más tarde firmaba el P. General una patente, nombrando al P. Pedro Casani Comisario General para las casas de Germania, con plenos poderes de gobierno, administración y reforma tanto de las ya fundadas como para las que se fundaran durante su estancia.[Notas 1] Por simple precaución, aunque no era necesario, pidió licencia al cardenal Antonio Barberini, dado que en el Capítulo General reciente se había hablado de las ausencias de Roma de los Asistentes Generales.[Notas 2] Y justificaba el viaje diciendo que 'se juzga necesario para acreditar más la obra [de las Escuelas Pías]… con su presencia, doctrina y buen ejemplo'.[Notas 3]

El 12 de abril de 1638 partía pana Moravia el P. Casani, acompañado por el nuevo Provincial, P. Onofre Conti, y otros dos religiosos. Su ausencia fue más larga de lo que se esperaba, pues no pisó suelo romano de nuevo hasta marzo de 1641, y el 15 de- abril empezaba el Capítulo General. Esta larga ausencia de tres años significa que quedó al margen de toda la engorrosa problemática de los Hermanos reclamantes y a la vez que el General se vio privado de su consejo y ayuda. Fueron tres años duros, cuyos hitos principales fueron sin duda los antecedentes y consiguientes del breve ‘Religiosos viros’; las innumerables sutilezas jurídicas que tuvieron que presentarse a la Comisión Pontificia en sus tres sesiones de estudio y decisión; la preparación del Capítulo General de 1641. Y en nada de ello intervino el p. casani.

Nada extraño, pues, que el 'Santo viejo' se sintiera abrumado ya por los problemas y por sus muchos años, y en agosto de 1640, escribiendo al P. Conti sobre los próximos capítulos, le dijera: 'Si el P. Pedro [Casani] se complace en venir, tengo intención de nombrarle Vicario General y retirarme a un lugar solitario para prepararme a comparecer ante el tribunal de Dios bendito'.[Notas 4] No hubiera sospechado jamás que aún le quedaban ocho largos años de vida y, además, los más aciagos. La última gran tribulación estaba por empezar. A mediados de octubre escribía Casani a Calasanz: 'Agradezco a V. p. de todo corazón, con el mayor afecto posible, la mucha confianza que en una carta al P. Onofre [Conti] declara tener en mi persona… [pero] V. P. quítese de la cabeza absolutamente esos pensamientos, pues no los podrá efectuar en manera alguna... [y] obligado por la obediencia a V. P., no dudaré en apelar al Cardenal Protector y de él al papa. Pero estoy seguro de que no hará falta llegar a estas odiosas medidas, pues V. P. encontrará insuperable oposición en muchas otras partes'.[Notas 5] Y no hubo nada que hacer.

No solamente eso, sino que estaba decidido a no asistir al Capítulo General, como tampoco había asistido a los locales y al Provincial de Germania, aun siendo Comisario General. Rogó incluso al cardenal Cesarini, en septiembre de 1640, que le eximiera de asistir al de Roma, alegando que estaba enfermo,[Notas 6] y era verdad, pues desde octubre de 1638 -y había llegado en mayo- empezó a sentirse enfermo y así siguió con altibajos hasta que dejó Moravia. No obstante, a fines del mismo mes, por razones de salud, cambió de opinión. A mediados de febrero de 1641 emprendía el viaje de regreso, junto con el Provincial Conti y los dos vocales capitulares, llegando a Roma a fines de marzo.[Notas 7]

Ni durante el Capítulo ni después de él se vuelve a hablar de renuncia del P. General, ni de nombrar Vicario General a Casani. Sin embargo, todavía hubo un intento de renuncia, y €en este caso fue Casani quien, en septiembre de 1641, presentó por-escrito su decisión al cardenal Cesarini y al P. General de renunciar a su oficio de Asistente General, 'habiéndome hecho conocer Dios Nuestro Señor –decía con sentida humildad- con experiencia de muchos años mi incapacidad para todo, pero especialmente para gobernar'.[Notas 8] Ni Calasanz ni Cesarini aceptaron su renuncia. Estaba llamado a compartir como Asistente la gran tribulación que iba a abatirse sobre el P. General y sobre toda la Orden

De gran ayuda hubiera sido probablemente para el 'Santo viejo' en estos tres años borrascosos la presencia y las mañas del P. Melchor Alacchi, como lo fue en el trienio que precedió al Capítulo General de 1637, en el que se lamentaba de la ineficacia de sus Asistentes. Pero los prelados que presidieron aquel Capítulo, no sin injerencia de algunos malévolos detractores, decretaron el destierro de Roma del P. Alacchi el 23 de noviembre 1637.[Notas 9]

Mucho debió de dolerle al P. General esta decisión. Pero inmediatamente encontró un medio para contrarrestar la humillación de su siempre estimado siciliano y encomendarle otra de las misiones 'secretas', como antaño. El obispo de Urgel, don Pablo Durán, durante su larga estancia en Roma como Auditor de Rota, había tratado con Calasanz de la fundación de Escuelas Pías en su diócesis, cuando llegara el tiempo oportuno. Nombrado obispo en 1633, estando todavía en Roma, confirmó sus deseos y quedó de acuerdo con el P. General de que, pasado un trienio después de su salida de Roma, le mandaría religiosos para establecer una fundación con la condición de que en el primer trienio no se abrieran las escuelas, sino sólo un noviciado.[Notas 10] Mons. Durán salió de Roma y llegó al puerto de Barcelona el 5 de abril de 1635. Y un mes más tarde, el 11 de mayo, hacía su entrada solemne en Seo de Urgel.[Notas 11]

Cinco días después de haber sido expulsado el p. Alacchi del capítulo General, firmaba el P. Calasanz una patente, mandándole, en compañía del clérigo Alberto Sansoni, a Cerdeña y España 'para tratar ciertos asuntos de no poca importancia'. Partieron ambos inmediatamente hacia la isla, donde se demoraron hasta el 4 de marzo de 1638, acogidos por don Vicente Molina, aragonés e inquisidor del reino. Quizá la demora fue calculada en orden a llegar a la diócesis de Urgel al término del trienio convenido, pues el día 21 de marzo entraban en el castillo-palacio episcopal de Sanahuja para tratar concretamente de la fundación convenida con Mons. Durán.

Fue elegido el pueblo de Guissona, que era señorío episcopal. El P. Melchor empezó rápidamente la construcción del edificio con la colaboración ilusionada del pueblo. Pero Alacchi fue siempre el mismo. Su carácter le hizo odioso, de modo que su acompañante Sansoni le abandonó y volvió a Italia. Su antiguo compañero de peregrinación a Compostela, P. Sebastián Montagnani, que seguía en zafra (Badajoz), se negó a las súplicas de Calasanz para que se uniera al p. Melchor. Tampoco consiguió ganarse la simpatía de los catalanes. Pidió refuerzos a Roma, pero no se los mandaron. Para colmo de males, estalló la 'Guerra dels segadors' de Cataluña contra el poder central de Felipe IV, y como el obispo Durán era partidario del Rey, fueron confiscados sus bienes, de los que dependía la continuación de las obras y futuro sustento de las Escuelas Pías de Guissona. A ello se añadió fatalmente que el P. Alacchi cayó gravemente enfermo a mediados de 1641.

En octubre del año anterior, ante el lamentable estado de cosas, Calasanz propuso al P. Melchor que dejara la fundación, al menos temporalmente, y volviera a Roma para asistir al Capítulo General en la primavera de 1641.[Notas 12] Pero pasó el Capítulo y el verano, y en octubre de 1641, al saber el P. General que Alacchi andaba por Barcelona en consulta de médicos, le ordenó sin más que lo dejara todo y se volviera a Roma.[Notas 13] . Alacchi obedeció. Cerró las puertas de la inacabada fundación y se llevó las llaves para entregárselas al P. General. Y a principios de 1642 llegaba a Roma. El primer intento de fundación en España había terminado en fracaso. En Roma han quedado como reliquias históricas las llaves de la casa de Guissona hasta el día de hoy. Y en Guissona pueden admirarse todavía las solemnes arcadas renacentistas que debían formar parte del patio central del Colegio, opus imperfectum del P. Melchor Alacchi.[Notas 14]

Aunque no consta documentalmente, es probable que en los dos meses y medio (18 de diciembre de 1637 al 4 demarzo de 1638) que pasó en Cerdeña el P. Alacchi, camino de España, se interesara por reavivar los deseos de fundación de Escuelas Pías que él mismo había inculcado en su primera visita a la isla, rumbo también a España y Compostela, a principios de 1629.[Notas 15] lo cierto es que a mediados del año 1640 los ‘Conselleros’ de Cáller escribieron el P. General y al Cardenal Protector, pidiendo fundación de Escuelas Pías.[Notas 16] Los trámites procedieron con inusitada rapidez, pues el 6 de noviembre desembarcaron en el puerto de Cáller cuatro escolapios, al frente de los cuales iba el P. Pedro Francisco Salazar Maldonado, un napolitano de ascendencia española, que fue el alma de la nueva fundación.

En nombre de la ciudad, sus ‘Conselleros’ agradecieron al P. General la llegada de los primeros escolapios, en carta escrita en español, que empezaba así: 'Agradecida queda perpetuamente esta ciudad de Cáller a V. P. Rma. y a toda esa Santa Religión en haverse, mostrado tan liberal con ella en la merced quale supplicó de que la honrrase [con] la educación y enseñanza de sus hijos'.[Notas 17] Toda la correspondencia conservada de los ‘Conselleros’ de Cáller está en castellano, pues como decía el P. Salazar en una de sus cartas en italiano a Roma, 'en este Reino no se habla sino español o sardo, pero como la lengua sarda es dificilísima, todos se esfuerzan en aprender la lengua española, y €en las escuelas, tanto los Padres Jesuitas como nosotros, hablamos siempre en español'.[Notas 18]

Huelga recordar que los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña eran parte integrante de la monarquía española, como lo manifestaba con espontaneidad, quizá no muy común, el P. Salazar con esta expresión de una carta suya en italiano al P. Pietrasanta: 'nosotros aquí en España vivimos de modo diferente al de Italia respecto a hacer ciertas cosas y los nuestros de ahí se burlan de ello'.[Notas 19] Esta mayor sintonía entre Cerdeña y España hacía esperar al Fundador que el fracaso del P. Alacchi en Guissona sería superado en el futuro por los escolapios de Cerdeña. Y así se lo decía en octubre de 1640, antes de que abandonara España:

'A dicho Sr. Cardenal [Cesarini] te ha parecido bien que se manden a tres o cuatro Padres de los nuestros a Cáller, en Cerdeña, para empezar el instituto y por ahora abrirán sólo noviciado y en mayo las escuelas, y se deberá enseñar en lengua española, y se formarán sujetos buenos para Cataluña, por ser dicha isla dependieñte de Cataluña'.[Notas 20]

Fue certera su previsión. Murió el Santo Fundador sin ver realizada su ilusión de fundar en su patria, pero unos treinta años después de su muerte los escolapios sardos volvieron a España para implantar allí definitivamente las Escuelas Pías.[Notas 21]

Notas

  1. Cf. PosCas, p.1000.
  2. Los capitulares habían limitado a seis meses la ausencia de Roma, pero los Prelados las corrigieron prohibiendo tan sólo la residencia estable fuera de Roma (cf.Actas, p.49, n.14).
  3. Cf. PosCas, p.986, n.18.
  4. C.3491.
  5. EEC, p.143.
  6. EEC, p.138-139.
  7. Cf. PosCas, p.1042-1057.
  8. Ib., p.1122.
  9. Cf. Actas, p.54, n.18.
  10. Cf. BARTLIK, EphCal 5 (1950) 142-143.
  11. Cf. L. ROURERA I FARRE, ‘Pau Duran (1582-1651) i el Capitol i Bisbat d'Urgell fins al tractat dels Pirineus (Barcelona 1987), p.30-34.
  12. Cf. c.3522. El destierro de Roma y privación de cargos al P. Melchor, decretados en el Cap. Gen. de 1637, debían durar hasta el Cap. Gen. de 1641 (cf. Actas, p.54, n.18)
  13. Cf. c.3747
  14. Para más datos cf. L. ROURERA I FARRE, o.c., p.41 - 47; SANTAEULALIA, ‘la Escuela Pía en Guissona (1636-1641)’: Archivum 13 (1983) 115-167. Es traducción castellana del capítulo que dedicó a esta fundación el autor en la obra catalana en conjunto de E. CAMPS-J. SANTAEULALIA, ‘Guissona’ (Barcelona 1982), p.489-546; L. PICANYOL, ‘S. Giuseppe Calasanzio e le Scuole Píe di Guissona’: Rass XVIII (1951) 9-19; G. SANTHA, ‘P. Melchior Alacchi…’: Archivum 13 (1983) 63-67; EHI, p.14.
  15. Cf.EHI, p.461
  16. Cf.EHI,p.462-463. El cap. Gen. de 1637 había prohibido nuevas fundaciones 'hasta que se tuvieran sujetos aptos'. Y los Prelados Presidentes concretaron el veto diciendo que no se aceptaran nuevas casas hasta el Cap. Gen. de 1641 (cf. Actas, p.42,n.8). Por ello Calasanz debió exigir a los 'Conselleres' que escribieran también al Card. Cesarini para obviar irregularidades. Cuando el Capítulo Gen. de 1641 revisó las actas del de 1637, al llegar a este punto decidió que en adelante el P. General no podría aceptar nuevas casas sin el consentimiento del Card. Protector y consejo de los Asistentes (cf. ib., p.63, n.8), como había hecho en el caso de Cáller. I
  17. EHI, p.464.
  18. EC, p.2269.
  19. Ib., p.2285.
  20. C.3522. No deja de ser extraña -y falsa- la última afirmación.
  21. Cf. F. COLL, ‘Gli scolopi in Sardegna (Cagliari 1982)’.