BerroAnotaciones/Tomo3/Libro1/Cap39

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CAPÍTULO 39 De las Escuelas Pías De Castiglione Fiorentino [1646]

A pesar de que nuestra pobre Orden de las Escuelas Pías estaba tan humillada y hasta perseguida, y por el Breve del Papa Inocencio X reducida a una situación tan miserable de simple Congregación, no sólo sometida a los Ordinarios, sino del todo disuelta y sin Cabeza que la guiara, y menos que la gobernara, sobre todo después de que de ésta voló a la vida eterna aquella alma santa de N. V. P. fundador y General, sin embargo, S.D.M. no sólo conservaba en todos nosotros una unión de caridad religiosa tal, que daba admiración a toda la cristiandad, porque siempre concurría a ayudarnos en las necesidades de las casas y de las personas privadas en cualquier indisposición; y también movía el corazón a personas seculares privadas y públicas para pedir con insistencia nuestra santa Obra. Sin contar los Reinos de Bohemia, Hungría y Polonia; y los Reinos de Aragón, y Sevilla, que, en público Consejo, es decir, en las Cortes, decretaron que se pusiera todo interés para que sus Reinos tuvieran Escuelas Pías; y eligieron diputados para tal encargo; y sus Delegados enviaron a Roma la copia del decreto, y una Procura particular para que agilizara esta causa, que yo mismo vi y leí, en la que concedían facultades a las Escuelas Pías para fundar en cualquier lugar y ciudad de dichos Reinos, y que fue presentada por el Sr. D. Orsino de Rosis al P. Juan [García del Castillo-Castilla-] de Jesús María, Superior de las Escuelas Pías de San Pantaleón.

En la costa de Génova hubo dos lugares. En la Piazza di Finale, sobre todo, nos dejaron un legado opulento, que dieron a los Padres de San Onofre para nuestra Orden. En el Estado Eclesiástico, tuvimos Matelica y Amendola; pero a éste último sucedieron los Padres dominicos. Hubo otros lugares, mas ahora no los recuerdo.

La petición más agraciada fue la de la ciudad de Castiglione Fiorentino, en Toscana, como consecuencia de la premura que mostraron por ella los Serenísimos Gran Duque y Príncipes hermanos; por eso se procuró servirlos de todas partes.

El Sr. Nicolás Acquisti, viejo venerable y muy estimado del Gran Duque el Viejo por sus virtudes y letras, dejó de sus bienes para la fundación de las Escuelas Pías, con la obligación de enseñar la Doctrina Cristiana. La herencia es suficiente; hay casa con dos fincas de frutales. Fueron allí de Génova el P. Luis [Mallone] de Santa Catalina de Siena, con un clérigo llamado Juan Evangelista [Carozzini] de San José, los cuales trabajaron con todo el corazón en dicha fundación, según el deseo del Fundador y dando satisfacción a la ciudad.

Finalmente, en tiempo del Papa Alejandro VII, los Padres fundaron allí un noviciado para la Provincia de Toscana, donde viven unos 15 o más Religiosos gracias a las cosas del testador. Además, tienen en la ciudad otra iglesia y escuela.

Notas