GinerMaestro/Cap11/03

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11.03. Calasanz, Bagnacavallo y el jesuita Cordeses

Las relaciones de Calasanz y Bagnacavallo en los años 1595-1599, en que ambos vivieron junto a la basílica de los Doce Apóstoles, tienen otro aspecto muy interesante e inédito en las biografías calasancias, que nos hace entrever ciertos matices de su espiritualidad, tan intensa en aquel tiempo, y nos sugiere que sus inquietudes de perfección, incluso teológico-ascéticas, las traía ya de España.

Remontemos la corriente. Todo empezó en Gandía, en el colegio y universidad de los jesuitas (hoy Colegio de las Escuelas Pías). Allí estudió artes, filosofía y teología el P. Antonio Cordeses, S. I. (Olot, 1518-Sevilla, 1601) desde 1547, formando parte del primer grupo de estudiantes y comunidad de jesuitas que se instalan en el recién fundado colegio (1545), cuyas puertas se abren a alumnos externos por primera vez en la historia de la Compañía, y se convierte en Universidad en 1547. Ya sacerdote, fue rector de la misma durante los años 1553-56 y 1558-60. Fue luego provincial de Aragón (que comprendía también Valencia y Cataluña) los años 1560-65 y 1568-73, y entre ambos períodos estuvo de superior en Coímbra (1565-68). Al terminar su segundo provincialato de Aragón, fue nombrado provincial de Toledo (1573-80), de donde pasó de superior a Sevilla (1580-1590), muriendo allí en la peste de 1601.[Notas 1]

Durante su larga permanencia en Gandía se creó un ambiente espiritual en aquella comunidad, que fomentaba la vida contemplativa y particularmente la oración afectiva, siendo su guía un venerable lego franciscano, llamado Luis de Texada, y sus lecturas predilectas el libro ‘Via Spiritus’, de fray Bernabé de Palma, lego franciscano también, y el ‘Directorium aureum contemplativorum’, del místico franciscano Enrique Herp[Notas 2] En ambas obras vio la Inquisición española influencias y resabios de la doctrina de los alumbrados, y fueron incluidas en el ‘Índice de libros prohibidos’ de 1599, del inquisidor Valdés.[Notas 3] Más todavía, los mismos jesuitas eran acusados públicamente en 1548 por Melchor Cano de alumbrados porque leían a Herp.[Notas 4] Dada su relevante personalidad y la larga e ininterrumpida permanencia en puestos de autoridad y gobierno, el P. Cordeses fue uno de los más eficaces e incansables propagadores de aquella ideología espiritual, tanto de palabra como por escrito. No obstante, de las numerosas obras que compuso, sólo una se imprimió en vida del autor, y muy poco significativa, llamada comúnmente el ‘Catecismo de Cordeses’, que ni siquiera era suyo, sino un arreglo de la traducción que Lorenzo Palmireno hizo del catecismo francés del P. Edmundo Augerre.[Notas 5] Todas las demás[Notas 6] se divulgaron manuscritas, y entre ellas las dos más importantes, por exponer la doctrina de la oración afectiva, fueron el ‘Tratado de la oración mental’[Notas 7] y el ‘Itinerario de la Perfección Cristiana’[Notas 8] Particularmente en este último escrito se aprecia la influencia de las ideas de Bernabé de Palma y Enrique Herp, cuyas respectivas obras cita literalmente y con abundancia, sobre todo la ‘Via Spiritus’ del lego español, sin nombrarlo.[Notas 9]

Pronto surgieron entre los jesuitas españoles voces de protesta contra las ideas espirituales de Cordeses, no precisamente por su parentesco con las obras de Palma y Herp, condenadas por la Inquisición española, sino porque se consideraban ajenas al espíritu de la Compañía,[Notas 10] y más propias de eremitas, de frailes y concretamente de cartujos.[Notas 11] Pero hubo más. En 1574, siendo provincial de Toledo, el P. Cordeses mantuvo largas conversaciones con el P. Antonio Ramiro sobre el tema, después de las cuales este último escribió una larguísima carta al P. General de la Compañía, P. Mercuriano, resumiéndole la ideología de Cordeses y su divergencia respecto a la doctrina espiritual de San Ignacio.[Notas 12] Y el P. General, después de recibir otras cartas similares, examinó seriamente el asunto y en mayo de 1574 escribió a Cordeses diciéndole: 'No me parece, según que yo le dije, que V. R. trate ‘nec publice nec privatim’ de otra manera de enseñar la oración, sino de aquellas que son en los ‘Ejercicios espirituales de nuestro P. Ignacio’, de santa memoria, no añadiendo ni minuendo dellas, pues asaz claramente cada uno puede aprender con aquellas el modo propio de la Compañía'.[Notas 13]

El P. Cordeses aceptó plenamente el mandato del P. General, dando con ello ejemplo de religiosa obediencia y siendo considerado toda su vida y después de su muerte como varón venerabilísimo y ejemplar.[Notas 14] No obstante, las discusiones sobre la oración afectiva continuaron en las Provincias de Aragón y Toledo, por lo que el P. Mercuriano volvió a escribir al P. Cordeses, como Provincial de Toledo, prohibiendo a los jesuitas españoles la enseñanza de la oración afectiva, por no ser la propia de la Compañía.[Notas 15] La doctrina y con ella los libritos en que Cordeses la exponía y aconsejaba quedaron, pues, oficialmente proscritos en la Compañía desde estas prohibiciones de Mercuriano. Y la misma actitud mantuvieron y renovaron los dos inmediatos sucesores suyos, los PP. Claudio Aquaviva (1581-1615) y Mucio Vitelleschi (1615-1645).[Notas 16]

A pesar de estas prohibiciones oficiales de la Compañía, en 1627 salía en Mesina la cuarta edición de ‘Itinerario de la Perfección Cristiana’, traducido al italiano, y en el prólogo de P. D. Pietro Valguarnera se daban explicaciones sobre la historia de esta traducción y sus diversas ediciones, apoyadas en las declaraciones que seguían luego, debidas al P. Bagnacavallo, General de los Conventuales, P. José de Calasanz, General de las Escuelas Pías, y el P. Rafael Garano, rector del Colegio de los Jesuitas de Barcelona. El atestado compuesto y firmado por Bagnacavallo y ratificado por Calasanz es como sigue:

'Con la presente escritura damos fe que el libro titulado ‘Itinerario de la Perfección Cristiana’, dividido en siete jornadas, con una ‘Práctica de la Oración Mental y Contemplación’, nos fue mostrado manuscrito y además concedida una copia del mismo por el M.R.P. José Calesano (sic), hoy Rector General de la Congregación de las Escuelas Pías en Roma, mientras nosotros estudiábamos en nuestro convento de los Santos Apóstoles de esta ciudad, hace ya muchos años. El P. José decía desde entonces que dicho libro manuscrito lo había obtenido del compañero del P. Antonio Cordeses, catalán, de la Compañía de Jesús, autor del mismo. En dicho tiempo supimos también que el P. José concedió otra copia del ‘Itinerario’ al M. R. P. Juan Peña, Clérigo Regular en S. Silvestre de Roma. La copia manuscrita nuestra la hemos conservado siempre y la tenemos aún en nuestro poder, como cosa estimadísima y utilísima para el espíritu; más aún, creemos que por haber hecho lo mismo con la otra copia que tenía el M. R. P. Juan Peña, teatino, quizás por esta razón, después de su muerte, habiendo sido encontrada en la habitación del difunto Padre sin nombre de autor, fue editada por algunos con el nombre del mismo P. D. Juan Peña, como se dice en la carta dedicatoria del ‘Itinerario’, impreso en Florencia en 1607 y luego en Cremona en 1608, siendo en verdad el autor de dicho librito espiritual el M. R. P. Antonio Cordeses… Dado en Roma en nuestro convento de los Santos Apóstoles, el día 28-9-1617'.

Viene luego la confirmación de lo dicho con firma y sello del P. Bagnacavallo, semejante a la de Calasanz, que es como sigue:

'Yo José Calasano (sic), hoy de la Madre de Dios, Prefecto General de la Congregación Paulina de los pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, afirmo ser verdadero cuanto arriba se contiene y por la verdad he dado la presente fe por mi propia mano el día y año como arriba. Lugar del sello'.[Notas 17]

Calasanz aseguraba haber recibido el manuscrito de un compañero de Cordeses. ¿Quién pudo ser? Todo hace pensar que fue fray Andrés Capilla, obispo de Urgel. A sus catorce años, en 1554, se halla en Gandía, como candidato para el noviciado de los jesuitas, precisamente siendo rector de la Universidad y de la casa el P. Antonio Cordeses, que es a la vez Maestro de Novicios.[Notas 18] Y es sabido que el tiempo de noviciado es el más adecuado para iniciarse en la práctica de la oración y el tiempo de los mayores fervores. Nada extraño, pues, que captara plenamente el espíritu de Cordeses. Más aún, en aquella tendencia hacia la cartuja de Porta Coeli que se advierte entre los del grupo de Gandía, encaja perfectamente el hecho de que también Capilla estuviera allí, sintiendo desde entonces una impelente vocación, que sólo pudo pacíficamente realizar más tarde con licencia papal.[Notas 19]

Es, por tanto, muy probable que mantuviera luego particular interés por la ideología y los libros manuscritos de su maestro Cordeses y que de él recibiera Calasanz un ejemplar del ‘Itinerario’ y se lo llevara a Roma, y que en sus conversaciones con Bagnacavallo en los años 1595-99 hablaran mucho de este tema, dado que, en realidad, el fondo substancial de la doctrina de Cordeses era precisamente de la escuela franciscana, según las exposiciones contenidas en la ‘Via Spiritus’ de Bernabé de Palma y del ‘Directorium aureum’ de Herp, ambos franciscanos.

Bagnacavallo confiesa que todavía conserva el manuscrito de Cordeses que le dio Calasanz, y lo considera 'cosa muy querida y utilísima para el provecho del espíritu', y es muy probable que reflejara su ideología en las obras que el mismo Bagnacavallo escribió sobre temas espirituales.[Notas 20]

Sin pretender dar a todo este asunto una importancia desmedida en su relación con Calasanz, no se puede menos de advertir ciertos matices interesantes que enriquecen la idea que se tenía de su personalidad en estos años críticos de fin de siglo. En primer lugar es inverosímil suponer que ignorara la polémica en que andaba envuelto el ‘Itinerario’ y la ideología de su autor, cuya 'audacia espiritual' es fácilmente perceptible por sus connotaciones en el seno de la Compañía y sus implicaciones con obras condenadas por la Inquisición española.[Notas 21] Todo lo cual da igualmente un toque de “audacia” a Calasanz, que se convierte en el propagador en Roma del manuscrito de Cordeses y causa mediata de su publicación. De esa “audacia” dará otras pruebas posteriores, al ponerse en contacto y manifestar su aprecio por personajes conflictivos frente a la Inquisición romana.

La atmósfera espiritual fomentada por Cordeses debió quizá influir en la espiritualidad personal de Calasanz más de lo que podría suponerse,[Notas 22] y no sólo estar a la base de las manifestaciones de intensa piedad y vivencia ascético-mística de que da pruebas en estos años, sino incluso haber influido luego en la configuración de la Orden de las Escuelas Pías. La acusación de 'eremítico y frailero', que daban los jesuitas al espíritu de Cordeses, podía también aplicarse al que plasmó Calasanz en su instituto, pues la excesiva austeridad y prácticas conventuales que le impuso eran más propias de frailes reformados que de clérigos regulares con una vida activa. El encuentro con los carmelitas descalzos y su innegable influencia en estos matices rigoristas no hizo sino confirmar quizás las actitudes espirituales ya tomadas en contacto con la espiritualidad de Cordeses, en la que pudo iniciarse en sus años de Urgel, junto a Capilla.

Hay todavía otra cuestión relacionada con Bagnacavallo y Calasanz, que confirma no sólo su amistad duradera, sino incluso su afinidad de pensamiento religioso-espiritual. En enero de 1619, estando en Colonia de visita general, el P. Montanari publicó una obra titulada ‘Ratio Studiorum’, de carácter interno para la Orden, en la que incluyó al final una serie de ‘sesenta sentencias espirituales de un autor devoto, muy provechosas para los estudiantes de nuestra religión’.[Notas 23] Y este 'autor devoto' anónimo sería precisamente San José de Calasanz, pues una larga tradición escolapia se las ha atribuido, no como si todas fueran originales suyas, sino que algunas o muchas de ellas las debió de entresacar de autores espirituales o Santos Padres que solía leer con frecuencia.

El P. Talenti fue el primero en publicarlas en 1753, al final de su magna ‘Vida’ del Fundador, atribuyéndoselas expresamente según tradición inmemorial y manteniendo el mismo título italiano que llevaban en un folio suelto, conservado en el Archivo General y hoy desaparecido.[Notas 24] Sin aludir a la obra impresa de Talenti, el P. Guido Nicht editó de nuevo las sesenta sentencias en un librito suyo, diciendo haberlas copiado igualmente de un folio del Archivo General.[Notas 25] Ambos autores contribuyeron a la divulgación de dichas sentencias calasancias en el ámbito de las Escuelas Pías y aun fuera de él.[Notas 26] Con el tiempo ha ido variando la lista y aumentando el número, de modo que hoy llegan al menos a setenta y una.[Notas 27]

En 1973 el P. D. Cueva volvió a insertarlas en una nueva y abundante recopilación de pensamientos de Calasanz, pero sacándolas directamente de la mencionada obra de Bagnacavallo, manteniendo como probada 'su autenticidad calasancia'.[Notas 28] Y es curioso advertir que ninguna de las referidas colecciones coincide exactamente con las demás.[Notas 29]

Últimamente, el P. C. Vilá niega que las sesenta sentencias las recopilara Calasanz y se las entregara a Bagnacavallo, quien las editó en 1619; todo lo contrario, es decir, Bagnacavallo las publicó como anónimas y de su obra las sacó Calasanz, cuya lista sería copiada luego, tal como la vieron Talenti y Nicht. Es una hipótesis que no puede rechazarse sin más, pero necesitaría razones más sólidas que las aportadas por C. Vilá.[Notas 30] De hecho, no deja de ser significativo que si ha desaparecido el folio o folios con las sesenta sentencias, vistas y copiadas por Talenti y Nicht en la segunda mitad del siglo XVIII, ha quedado empero otro folio autógrafo de Calasanz con veintiséis sentencias más, similares a las sesenta famosas, algunas de las cuales llevan el nombre del autor y otras van anónimas. Los nombres son: San Agustín, San Ambrosio, San Gregorio, San Jerónimo, San Cipriano, San Bernardo, San Buenaventura, San Isidoro, Hugo de San Víctor y Tomás de Kempis. Y entre esas nuevas sentencias hay dos que con retoque introduce Calasanz en sus Constituciones, compuestas entre octubre de 1620 y febrero de 1621.[Notas 31] Su recopilación, pues, es anterior octubre de 1620, y lo más probable es que formara parte o continuara la editada por Bagnacavallo en 1619. Por otra parte, de las sesenta sentencias de este último cuarenta y una tratan de la vida religiosa, mientras que las diecinueve últimas son de carácter más general, como las veintiséis inéditas de Calasanz.

Notas

  1. Cf. A. YANGUAS, ‘Obras espirituales del P. Antonio Cordeses, S. I’. (C.S.I.C, Madrid 1953) p.V-XI.
  2. Cf. E. HERP, ‘Directorio de contemplativos’ (Madrid 1974), p. 151-153. La tercera edición de la ‘Teología Mystica’ de Herp, de la que formaba parte el Directorio mencionado, salió en 1556, y su editor, el cartujo Bruno Loher, la dedicó a San Ignacio de Loyola (cf. ib., p.150).
  3. Cf. ib., p.102, 106-107. La obra de Herp fue de nuevo incluida en el Índice de 1583. La Inquisición romana hizo examinar la ‘Theologia Mystica’ y aunque no encontró, error condenable, la hizo expurgar, prohibiendo su lectura, si no se acomodaba a las correcciones (cf. ib., p.112-116). Cf. también B. BRAvo, ‘El 'Via Spiritus' de Fray Bernabé de Palma’: Manresa 118 (1959) 36.
  4. Cf. E. HERP, o.c., p.152.
  5. Se le llama también ‘Cathechismus Valentinus’, pues fue editado en Valencia en 1565 y los autores creen que es el mismo, aunque se nombre más de uno (cf. J. E. URIARTE-M. LECINA, ‘Biblioteca de escritores de la Compañía de Jesús’, II, p.282; C. SOMMERVOGEL, ‘Bibliothèque de la Compagnie de Jésus’, II, c. 1434).
  6. Cf. J. E. URIARTE-M. LECINA, o.c., p.282-285; C. SOMMERVOGEL, o.c., c.1434-1435; A. YANGUAS, o.c., p.XII-XV.
  7. Yanguas publica en su citada obra: ‘Tratado de las tres vidas, Tratado de la oración mental y Tratado de la Vida Purgativa’. Cf. también ID., ‘Un autor español ascético, desconocido’: Razón y Fe, 503 (1939) 354-377.
  8. Cf. B. Bivo, ‘El 'Itinerario de la perfécción' del P. Antonio Cordeses, S. I.’: Manresa 119 (1959) 115-138. Según este autor, el Itinerario fue compuesto durante la estancia de Cordeses en Coimbra (1565-68) (ib., p.1 15).
  9. 'Fray Bernabé de Palma, cuyo ‘Via spiritus’ volvemos a insistir en que ha pasado sustancialmente íntegro a la obra de Cordeses…' (B. BRAVO, ‘Ultimas consideraciones en torno al 'Itinerario' de Cordeses’: Manresa 121 [1959] 351). A este artículo y otros dos de B. Bravo, ya citados en las notas anteriores 37 y 42, hay que añadir el siguiente: B. BRAVO, ‘Teorías cordesiano-palmianas del 'Itinerario de Perfección'’: Manresa 120 (1959) 235-260, en el que de modo especial se demuestra la dependencia de Cordeses respecto a Palma, con cotejo de abundantes textos literales. En cuanto a la influencia de Herp, véanse en el Estudio preliminar de la citada obra de este autor, ‘Directorio de contemplativos’, las p.1 5 3-166, dedicadas a Cordeses.
  10. Mientras Cordeses residía en Coímbra, donde compuso el ‘Itinerario’, el P. Pedro de Fonseca escribió al Provincial de Portugal: 'louva muito [Cordeses] as abstinentias e oraçao antigua de Gandia, e diz que hos daquele tempo se claváo muito al livro chiamado ‘Via Spiritus’, e cousas que vao segundo creo fora do spirito de Companhia' (cf. B. BRAVO, ‘El 'Itinerario'…’, p.35).
  11. 'Su modo de proceder [de Cordeses] parece más eremítico y frailero que no de la Compañía, porque su negocio todo es recogimiento dentro de la Cámara y silencio' (cf. E. HERP, o.c., p.1 54). En abril de 1574 escribía el P. Román desde Valencia al P. General Mercuriano: 'Esta cartuja [de Portaceli] es la polilla nuestra y si no se pone remedio, yo temo que nos hará gran daño. Ya de este colegio son cinco los salidos en pocos años' (cf. A. ASTRAIN, ‘Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España’, III2, p.79).
  12. Ib., p.186-189.
  13. Ib., p.189.
  14. '… el venerabilísimo P. Antonio Cordeses… sin duda fue uno de los varones más ilustres y consumados en todo género de virtudes que ha tenido la Compañía, honra de las provincias de España…' (J. A. NIEREMBERG-A. ANDRADE, ‘Varones ilustres de la Compañía de Jesús’, VII [Bilbao 1891], p.356).
  15. Cf. A. ASTRAIN, o.c., p.190-193.
  16. Cf. B. BRAVO, ‘El 'Itinerario de la perfección'…’, p.117.
  17. Cf. texto íntegro en C. VILÁ, o.c., p.145-147. Según la declaración, no se trata tan sólo del Itinerario, sino también —al parecer— de otra obra manuscrita, o resumen de la misma, titulada aquí ‘Práctica de la Oración Mental y Contemplación’, llamada asimismo ‘Tratado de la oración mental’. Como vimos antes, ambas eran consideradas las más importantes de Cordeses por exponerse en ellas la peculiar doctrina del autor sobre la oración afectiva. Más todavía, el título de la edición de 1627 -en la que aparece el atestado— dice que al ‘Itinerario’ se antepone una larga introducción sobre Oración Mental, como se afirma en la declaración: '’Itinerario della perfettione christiana, diviso in sette giornate. Per la cui introduttione si tratta difusamente dell’Oratione Mentale. Composto dal…’' (C. VILÁ, o.c., p. 144). De este atestado de Bagnacavallo-Calasanz hablan los jesuitas al tratar de las obras de Cordeses, v.g.: C. SOMMERVOGEL, o.c., II, col. 1435; J. E. URIARTE, ‘Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Compañía de Jesús, pertenecientes a la antigua Asistencia española’, I, p.362, n. 1076.
  18. En un informe de 1554 se lee: 'Collegio de Gandía: P.M.° Antonio [Cordeses]… tiene el cargo de la casa'. Y entre los estudiantes: 'H. Capilla, valenciano, de 14 años, muy salado y reposado, bachiller en artes, de muy buen talento' (cf. ‘Epistulae P. H. Nadal, 5. 1., ab anno 1546 ad 1577’, vol. 1, (1546-1562) [Madrid 1898], Apéndice VI, p.760-761). En la lista de bachilleres en Artes de la Universidad de Valencia, con fecha 8 de julio de 1553 consta el nombre de 'Capella, A. [Andrés] Honorato, de Valencia' (cf. J. GALLEGO - A. FELIPO, ‘Grados concedidos por la Universidad de Valencia durante la primera mitad del siglo XVI’: Anal. Sacra Tarracon., 55-56 [1982-83] 33).
  19. Cf. J. POCH, ‘San José de Calasanz y seis obispos españoles’: RevCal 12 [1957] 168.
  20. Entre ellas: ‘Modo di far l’oratione mentale (Mondoví 1619); ‘Exercitiorum spiritualium liber, qui etiam mystica theologia nuncupari potest...’ (Terni 1620) (cf. G. FRANCHINI, ‘Bibliografía di scrittori francescani conventuali’ [Modena 1693], p.286-290). En el informe ms. ya citado (RegCal XIII,14) se citan además, sin indicar si se editaron o quedaron manuscritos, los opúsculos siguientes: ‘Nuova scala del cielo; Livrea spirituale per ornato de’Cavalieri di Cristo; Nuovo modo di ben servire a Dio’. Y ésta editada: ‘Seminario delle virtù cristiane’ (Venezia 1630).
  21. 'El Itinerario habla bien claro de la audacia espiritual de Cordeses. No hay sino fijarse en los autores en quienes se inspira o a quienes reproduce con fidelidad' (B. BRAVO, ‘Últimas consideraciones en torno al 'Itinerario' de Cordeses’: Manresa 121 [1959] 351).
  22. Es curioso observar que Cordeses en la 'tercera jornada' de su Itinerario recomienda los ‘Morales’ de San Gregorio (cf. B. BRAVO, El '’Itinerario de la perfección’'. p.134). Y de Calasanz decía el P. Scassellati en sus declaraciones procesales: 'haver visto molte notti stare tutta la notte in oratione con il lume accesso imparticulare legendo ‘li morali di Santo Gregorio’ del quale era devotissimo' (ProcIn, p.104).
  23. Se trata de la reforma de estudios internos de la Orden, compuesta por Decretos que ocupan el campo central de la obra. Van precedidos por una larga carta pastoral y seguidos por cierto escrito de Santo Tomás de Aquino, al que siguen: ‘Sententiae spirituales sexaginta, pro scholasticis religionis nostrae valde proficuae, alterius devoti Auctoris’, todas en latín. En la segunda edición cambió el título de la obra, llamándose ‘Reformatio Studiorum’ (Perusiae 1620).
  24. El título era: ‘Sentenze sacre del B. Giuseppe Galasanzio Fondatore delle Scuole Pie’. Talenti cambió simplemente la letra B. (Beato) por la V. o P. Mantuvo también la versión latina original. Ignorando, sin embargo, que ya las había publicado Bagnacavallo en 1619, creyó que el recopilador no había sido Calasanz, sino sus hijos, quienes de las muchas sentencias que solía usar frecuentemente el Santo, seleccionaron esas sesenta después de su muerte (1648). Y aclara: 'Le dicevano proprie di lui, benché alcune si vedano usate da’Santi Padri o Maestri di spirito' (cf. TALENTI, ‘Vita’, p.680-682).
  25. Cf. G. NICHT, ‘Documento spiritualia ex epistolis 5. Josephi Calasanctii a Matre Dei’ (Nicolsburg 1772), Turín 18872, p.201-205.
  26. San Alfonso M. de Ligorio las usó con frecuencia en sus escritos, sobre todo en ‘La Verdadera esposa de Jesucristo o la monja santa’ (1760-1761). Es probable que las leyera en la obra de Talenti (1753), dada su probada devoción a Calasanz.
  27. Síntesis de la obra del P. Nicht y de otras similares es la editada por el P. Carlos Lasalde, en la que aparecen ya sesenta y dos sentencias: ‘Espíritu de San José de Calasanz’ (Madrid 1886), p.80-91. Esas mismas y dos más forman las sesenta y cuatro incluidas en las Reglas para los novicios de las Escuelas Pías (Madrid 1906) p.59-63. El P. Picanyol publicó también una lista de sesenta y cuatro, con algunas variantes respecto a todas las listas precedentes (cf. L. PICANYOL, ‘Enchiridion sodalis calasanctiani’ [Roma 1943], p.67-72.
  28. D. CUEVA, ‘Calasanz. Mensaje espiritual y pedagógico’, p.21. Las sesenta sentencias en p.177-183 (nn.611-670).
  29. No aparece en ninguna otra la sentencia 38 (648) de Bagnacavallo-Cueva; la 52 de Talenti; la 52 de Nicht; la 61 y 63 de Picanyol; la 49 de las Reglas. En estas últimas se añaden la 48 y 49 a las 62 de Lasalde. De estas 62, la 18, 49 y 50 sólo constan en las Reglas. En cuanto al orden de enumeración, coinciden Talenti, Nicht y Picanyol, mientras las demás colecciones varían entre sí, especialmente la de Bagnacavallo-CueVa respecto a todas las demás.
  30. El núcleo de su razonamiento es que si la obra de Bagnacavallo salió a la luz en Colonia en enero de 1619 y la última vez que pudieron verse los dos en Roma fue en los días 7-21 de julio de 1618, 'resulta difícil imaginar que [Calasanz] las pudiera compilar [las 60 sentencias], por un lado, y aplicarlas de continuo, antes de dicha fecha por lo que vamos a decir: hubiera tenido que recogerlas cuando no pensaba aún hacerse religioso' (C. VILÁ, o.c., p.9O). Según Vilá, Calasanz no pensó en ello hasta cosa de un mes escaso antes de fundar la Orden (6 de marzo de 1617) (cf. PosCas, p.228, 233, n.57, 293, etc.). Sin embargo, como veremos más adelante, el P. General de la Congregación de Lucca, Bernardini, escribió en sus Crónicas en 1613, que 'il P. Prefetto [Calasanz], havendo havuto molto tempo prima desiderio di formare una Religione…' (A. BERNARDINI, ‘Delle Croniche della Congregatione delli chierici regolari della Madre di Dio...’ Parte III, f.34v, Ined.). Luego pudo empezar a recoger ideas sobre la vida religiosa desde 'mucho tiempo antes' de 1613.
  31. Cf. ReCal, 12, 117; F. CUBELLS, ‘Explorando las fuentes de las Constituciones de S. José de Calasanz’: AnCal 22 (1980) 526-527.