GinerMaestro/Cap18/01

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18.01. Un olvido lamentable

Si José de Calasanz no ha ocupado todavía hoy el sitio que le corresponde por justicia en la historia de la educación y de la pedagogía, se debe en primer lugar a la incuria de sus propios hijos, los escolapios, más preocupados y superocupados en su propia tarea educadora a través de los siglos que en escribir y divulgar su propia historia, sus glorias y legítimos méritos y sobre todo la visión de la personalidad de su Fundador como educador y pedagogo, digno de figurar entre los primeros de la historia europea. Fueron más diligentes en escribir su biografía y en exaltar sus virtudes y milagros; se preocuparon más de presentar al Santo que al Pedagogo.

Es cierto que desde mediados de nuestro siglo, a raíz de las celebraciones centenarias de su muerte (1648) y beatificación (1748), surgió un interés nuevo por la investigación y la divulgación de los varios aspectos de su figura histórica, ya fueran biográficos, religiosos o pedagógicos, pero de estos últimos apenas si se habían dado los primeros pasos.[Notas 1] No es de extrañar, pues, que en la relativamente moderna literatura histórico-pedagógica apenas si figura el nombre de José de Calasanz, más bien como uno de tantos promotores de 'iniciativas benéficas' a favor de los pobres que como ideólogo en pedagogía y realizador práctico de una institución educacional que todavía perdura. Y sobre todo, apenas si alguna vez se alude al hecho histórico de haber sido en cierto verdadero sentido el iniciador de la escuela primaria popular moderna.

Por ello, no deja de ser paradójico que los especialistas en pedagogía dediquen más atención y más páginas a las 'utopías' que se escribieron en tiempo de José de Calasanz -que apenas si fueron algo más que eso, “utopías” irrealizables-que a la creación ideológica e institucional de este hombre que con mayor o menor evidencia ha contribuido poderosamente a la implantación y organización de la enseñanza primaria pública de algunas naciones de Europa. Y cuando se le nombra, apenas se alude a veces a sus méritos pedagógicos y, por añadidura, no suelen ser muy exactas las noticias biográficas con que se le presenta.[Notas 2]

A esta injusta marginación y confusión de datos hay que añadir, casi como consecuencia, la indebida atribución a otros dignísimos personajes históricos de ideas, iniciativas, métodos pedagógicos o perspectivas de futuro que aparecen ya en la ideología y en la realización práctica del fundador de las Escuelas Pías. Entre estas atribuciones indebidas -al menos por primacía cronológica-se encuentra a veces la referente a la primera escuela popular gratuita moderna, de la que nos ocupamos expresamente en este capítulo.

Notas

  1. Cf. n.210 del cap. 17.
  2. Valga como ejemplo la reseña de J. BOWEN, en su obra „Historia de la educación occidental‟ en 3 tomos, t.III. „E! Occidente moderno. Europa y el Nuevo Mundo: Siglos XVII – XX‟ (Herder, Barcelona 1985). Es, sin duda, una de las mejores obras actuales en su género, y por ello la vamos a usar abundantemente en este capítulo. Pero es lamentable que en las veintiséis líneas que dedica a Calasanz haya unos catorce o quince errores (cf. ib., p.156-157).